Cada momento de la vida está pre escrito, como si una fuerza superior dictara sentencia sobre nuestras acciones, diciendo quien será un héroe, quién una leyenda o si tú existencia pasará desapercibida como el polvo en el viento.
Desde que tengo memoria siempre fue así, todos llamándome bastardo, antinatural, mestizo, siempre dolió pero yo nunca pedí nacer, nunca pedí este cuerpo, no elegí a mis padres ni el destino que tengo.
Creí que con el pasar de los años mejoraría pero me equivoqué, ahora me encuentro esquivando el contacto con las personas y luchando con las ganas de huir de este maldito lugar, detesto Londres, es frío muy húmedo y demasiado aburrido.
—Quiero poder quitarme este estúpido uniforme— lo he odiado, este saco negro con el emblema de la torre, al igual que el pantalón siendo del mismo color, todo con una camisa blanca y una corbata rojo sangre la cual siempre aprieto de más y resulta incómodo en época de verano.
—Parece que el bastardo está tan ocupado pensando en maneras de suicidarse que no tiene tiempo para pagarnos el almuerzo— se burló Ethan Maddock, su familia es famosa dentro de la Asociación siendo de los pocos Lores que quedan, si bien su magia es débil sus influencias no lo son.
—No lo hice solamente olvide alimentar a los cerdos que no saben respetar a un rey— se cómo terminará esto, nuevamente deberé pelear y eso es justamente lo que quiero.
—Solo por qué tu apellido sea Pendragon no quiere decir que seas el rey de todos nosotros, ahora plebeyo reverencia el poder de un Lord— tan rápido como pudo del suelo salieron pequeñas ramas las cuales intentaron envolverme y así romperá algún hueso pero eran tan débiles que fácilmente pude librarme de ellas.
—Vamos se que puedes hacerlo mejor, no quiero que tú padre vea el poco valor de su hijo, es mi turno Trace On— tras decir el encantamiento de mi cuerpo nació una espada, la misma espada que recuerdo de niño, la prueba que soy hijo del Rey de Reyes, Arturia Pendragon. —Excalibur purgara tus pecados dándote el sueño eterno—
Apresure mi marcha para poder golpearlo y asi terminar eso, seré expulsado y podré seguir con mi vida como un paria.
—Las peleas están prohibidas en este campus— alguien detuvo mi carga hundiendo mi cara en el suelo, maldita sea es Luviagelita Edelfelt Laugh, la prefecta y líder del comité disciplinario.
—Me disculpo por mi terrible comportamiento, pero solo respondí ante las amenazas de este bastardo, que aún no entiendo cómo dejan que sirvientes entren en nuestro prestigiado colegio, hablaré con mi padre para que interponga una queja para así lograr la expulsión de basura como el— con cada palabra que escupía su boca quería golpearlo, al fin tendré lo que quiero pero no dejaré que ese niño mimado de vaya bien librado.
—¿Y tu?, Di algo al menos defiendete— evite mirarla pues se que no terminara nada bien está discusión —Señor Maddock, esperamos que su padre pueda venir y dejar sus grandes tareas como Lord de nuestra Asociación para darle la terrible noticia de que su hijo será explulasado ya que, según mi criterio y punto de vista el ataque y la provocación fue en un inicio cosa suya, por lo que el Señor Pendragon será eximido de toda culpa—
Todo mi plan se fue al carajo al ver su cara de terror, quería una falta seria para que me excomulgaran de la Asociación; pero ahora tendré un letrero de precaución, ya que la prefecta demostró su posicion ante este asunto.
—No hay que hacer un escándalo de esto, Señorita Edelfelt, solo estábamos jugando y la broma se salió de las manos, no se preocupe que nadie salió herido— suplicaba el cobarde haciendo que tanto el como sus esbirros huyeran como conejos asustados.
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Fate: Bloodlines
FanfictionEl comienzo de una nueva Guerra santa, un nuevo campo de batalla. Las piezas del destino han empezado a moverse los héroes han vuelto a ser llamados, el pasado combatirá con el presente. Podrá la sangre soportar tantos años y mantenerse fuerte para...