Capitulo 1

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    A lo lejos puedo escuchar aquel ruido totalmente irritante para mi delicada audición, eso significa que бог (Dios) me ha regalado un día más de vida ya sea para bien o para mal.

Mi nombre es Ekaterina Natalia Záitsev y tengo 17 años, mis padres me dicen Katia o Natasha, diminutivos de mis dos primero nombres.

Me levanto apagando aquel horroroso artefacto que no ha dejado de regalarme su melodioso tono, salgo de mi amada y deliciosa cama para poder dirigirme al baño y así poder prepararme para irme al mejor lugar de todo el mundo... al instituto.

Salgo de mi alcoba y me dirijo a la escalera al mismo tiempo que termino de acomodar mi uniforme escolar el cual consiste en una camisa blanca, una falda de color blanco con rosa cuadriculado y medias blanca que llega hasta mis muslo, normalmente lo uso con zapatos altos (no importa donde, siempre debes ser una reina diría "mi madre").

Al terminar de bajar camino al comedor donde me esperan mi papá y su esposa desayunando, me siento del lado derecho de mi padre como una buena princesa, acomodando la servilleta en mis piernas y esperando a que una de las sirvientas me sirva el desayuno, alzo la vista observando a la persona que tengo al frente, como siempre su rostro sin falta de maquillaje, sus labios de un rojo color ¿sangre?, su cabello totalmente rubio, sus uñas acrílicas, aun no entiendo que vio mi padre para casarse con ella, tal vez su cuerpo con figura de reloj de arena, o porque es hija de alguien muy importante, no la odio ni nada por alado, solo me molesta que sea tan... aggg ni siquiera sé cómo decirlo.

Las ruidosas (las sirvientas con tacones, las cuales mi madrastra las obliga utilizar) me sacan de mi observación.

- Hija termina de desayunar que Nicolás te llevara al instituto y al salir debes ir al bar para que termines de realizar las cuentas del libro rojo.

Al escuchar la voz de mi padre lo miro y le regalo una sonrisa asegurándole que cumpliré con su orden y así poder desayunar lo que sea que me dieron, odio que controlen mis alimentos, que soy una chica en desarrollo. Al terminar de comer las tres uvas que me dieron y 6 rebanada de banana sin destacar que estaba vez le colocaron dos gotas más de licuado de naranja a mi vaso , me levanto de la mesa sin antes de dar las gracias y darle un beso a mi padre y a su amada esposa.

Una vez que me subo a una de las tantas camionetas, coloco mi bolso a lado antes de colocarme el cinturón de seguridad, ya saben, mejor prevenir que curar.

Bajo de la camioneta blindada y camino a la puerta del instituto, puedo ver a una pelirroja dándole respiración boca a boca a un pelinegro, suspiro y camino a su dirección apoyándome a su lado, aclaro mi garganta para sacarlos de sus mundos.

- Annya tengo entendido que tu prometido pronto vendrá a Rusia... - suelto una risa al ver sus ojos lanzarme pequeñas cuchillas a mi yugular- ¿qué? Solo dije lo que escuche...

- Calla perra, solo te estaba esperando – sonríe empujando a su guarda espalda y así poder acomodar su ropa- además, no estaba haciendo nada malo, aun soy la inocente y virgen Anna.

- Si si lo que digas, no necesito saber qué haces o dejas de hacer... - observo al chico dirigirse junto a Nicolás- no sabía que tenías juguete nuevo.

- hum? Es que mi padre me vio junto a Cher, y pues no le gustó nada de nada... - caminamos juntas a una de las aburridas clases de historia al mismo tiempo que no dejaba de reír por lo que me contó- 

Me senté junto a Annya al fondo de la clase, escuche al profe hablar sobre los soviéticos, bostece totalmente aburrida, la única clase que amaba y me encantaba era Matemática avanzada y química, al pasar las horas llegamos al final de las clases y por fin podía dirigirme a casa y así poder entrenar con las armas blancas.

-Katia vienes a casa hoy? Estoy segura que el tío Misha te dejara, además me aburro con tanto entrenamientos –suelta un soplido moviendo un poco su flequillo-

- Lo siento Annya, recordé que papa' pidió que haga las cuentas del bar, ya sabes que no confía en nadie.

Suelto una pequeña carcajada al ver que me muestra su dedo del medio al mismo tiempo que se dirige a su coche, acomodo mi bolso en mi hombro y camino hacia Nicolás soltando el bolso en el suelo y así poder subirme al asiento trasero sonriendo al ver que él lo levanta y cierra la puerta, se sube a lado del conductor, nos dirigimos a uno de los tantos bares de mi padre.

Con mis 17 años he visto más muertos que un forense, yo misma he tenido que quitar algunas vidas incluyendo a mi madre para poder defender la mía, suspiro observando la ventanilla, soy hija única y podría decir que heredera de la mafia más grande de Rusia Bratvá o mafia roja se podría decir que mi padre y sus hombres son brutales, estridentes y románticos, tatuados, rebeldes y pícaros.

Solo no debes meterte con personas que no debes, pero muchas personas no lo entienden, son tan ambiciosos, la avaricia seria sus segundo nombre, mi padre es un rey muy justo, ayuda y espera un intercambio, una recompensa. En Rusia existe una idea muy arraigada que separa a los ladrones honestos de los deshonestos. Los honestos son los gangsters y los deshonestos son los funcionarios corruptos. Los dos roban, pero lo que de verdad molesta a la gente es la hipocresía de los segundos.

Y si tengo que hablar de mi madrastra, el imperio nunca acabaría, ella es hija del jefe de los jefes, la hija del capo de la Cosa Nostra, mi padre y el padre de ella necesitaban expandir más los negociosos y ¿cómo lo arreglaron? Con un casamiento, y sé que pronto yo pasare por algo así.

Escucho que golpean el vidrio de la puerta informándome que hemos llegado, bajo del coche y me encamino al bar sin bajar la vista, siempre con la cabeza en alto, puedo escuchar la música que utilizan las bailarinas para los shows de cada noche, entro al despacho de mi padre dejando a dos de los guarda espalda en la puerta, se que no existiría ningún demente que se atrevería entrar al territorio de mi padre para hacerme daño, aunque nadie sabe que soy yo la que lleva las cuentas de sus negociosos, a veces siento que soy El Ángel de la Muerte de muchos, pero lo siento, jamás defraudaría a mi padre.

Termino de hacer la cuenta, todo está yendo perfecto, guardo los libros rojos en la caja de seguridad, acomodo mi ropa dirigiéndome a donde se encuentran las bailarinas, me encuentro con la coreógrafa y me señala que suba y me divierta con las chicas, no lo dudo y subo con ellas soltando mi cabello y así poder seguirla con la coreografía, si mi padre me viera definitivamente me mataría de una bala en medio de mi hermosa y delicada frente.

Luego de bailar, me bajo del escenario despidiéndome de las chicas con una sonrisa, amarro mi cabello en una cola de caballo chocando con una pared, una pared muy perfumada, una pared que huele muy bien.

Al alzar la mirada me encuentro con la pared con ojos, con unos ojos muy bonitos sin mentir, arrugo mi entrecejo y algo agitada por el baile que realice observando a dos de mis guardas espalda ponerse alerta. 

El peso de la SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora