Oasis Sonriente (parte 2)

15 1 0
                                    

Ahí estaba.
Llevaba lentes y una sonrisa demoníaca.
Su peinado era tan perfecto que casi parece que alguien le ha escupido en el cabello y su rostro emanaba un sentimiento un tanto siniestro.
Al entrar la señorita Amelia le retiró su portafolio y su abrigo y luego de darle un cálido beso justo al lado de la boca lo miró directo a los ojos, como si esto fuera un juego y el sea inmune a las reglas.
Tan sorprendido como se pueda concebir decido acercarme a saludar.
- buenas noches doctor, en caso de que no conozca quien soy me presento, soy el oficial Stevenson y he venido ayer en busca de alojamiento, la señorita Amelia me concedió una habitación y me dijo que usted era el dueño de esta mansión- .
Dije sin titubear y atraje la atención del doctor.
- Se quien es usted oficial, luego de su llegada Amelia me envió un telegrama diciendo que teníamos un nuevo huésped. Supongo que ya le ha hablado de las reglas y de los chequeos que le serán efectuados próximamente- dijo con voz imponente y llena de seguridad, como si nunca dudara de él mismo, probablemente me enfrento a un hombre experimentado, su mirada era tan fija que causa casi temor.

Luego de que se acomodara, el doctor siguió hasta su oficina y en unos breves minutos reapareció para acompañarnos en la cena.
Sin duda alguna hay algo detrás de esa figura, esta mansión tiene mucho que revelar y algo me dice que el doctor es el poseedor de las respuestas que quiero, pero con lo intimidante que resulta ser no se si logre extrapolar la información que necesito.
El mayordomo nos trae las portadas, observo la mesa y me sorprende su increíble perfección en términos de adorno, casi parece una velada romántica.
Alrededor de la mesa estaban colocadas seis sillas, todas esculpidas en madera preciosa al igual que la misma mesa, justo al centro se encontraba un conjunto de velas en orden casi simétrico, y toda esta perfección me distrae a tal punto que quisiera que no hubieran secretos en este hogar, que todo fuera tan perfecto como esta velada.
Miro hacia Tigre y estaba concentrado en su portada, no levantaba la cabeza como si le fueran a retirar el plato en un determinado tiempo, su forma de actuar me extrañó y mientras lo sigo observando noto que desde que el doctor llegó, él no ha enunciando tan siquiera una palabra, es como si ese doctor ejerciera una cierta presión en él.
- Tigre, acompáñame a la oficina en cuanto termines-
Interrumpe así el silencio el doctor, dando claramente a entender que ya había concluido su cena, y me suscitó todavía más dudas el hecho de que a estas horas de la noche citara a Tigre, muero por saber que tipo de locuras se esconden en los susodichos chequeos médicos.
En cuestión de minutos Tigre se levanta y sin palabra alguna sigue su camino hacia la oficina, mientras yo sin apetito permanezco en la mesa acompañado de la señorita, también muy silenciosa.
- Señorita, ¿Desde cuándo usted reside en esta mansión?- le pregunto intentando romper el hielo.
- Interesante que lo pregunte, pues vivo aquí desde que tengo memoria y el doctor ha sido mi único familiar- respondió de forma natural, obviamente sin mirarme, y no se como puede resistir la tentación de conocer el rostro de las personas, vive en mundo aparte donde aparentemente solo vive el doctor con ella.
- No me haga más preguntas oficial, no tengo ojos para más nadie que no sea el doctor- dijo en tono serio, lo que me provocó una ligera risa, porque literalmente no tiene ojos para más nadie.
En un breve instante la señorita se retira y así hago yo, en espera de Tigre, para saber en qué consiste el maldito chequeo.
Mientras subo las escaleras encuentro una pequeña caja metálica, al abrirla veo que contiene cigarrillos, y aunque estaba decidido en dejar ese insensato vicio decido hacer uso de ellos para calmar mis pensamientos.

De un momento a otro aparece Tigre, noto un vendaje en su brazo izquierdo y su ánimo por el suelo, trato de acercarme para hacerle un par de preguntas pero de pronto me rechaza, y mientras trata de apartarme puedo ver claramente sus ojos frágiles y en son de lágrimas, pero rápidamente sigue su rumbo hacia su habitación sin permitirme que le hablara.
Decido seguirlo y al ver que pasó al cuarto de baño pues lo mismo hago.
- Tigre, necesito que me digas que sucedió en la oficina- le digo en tono alarmado y el temblaba tratando de mirarse al espejo y lloraba como nunca había visto antes, lo que sea que haya sucedido debe ser horrible.
Tigre logró voltearse y me miró nuevamente, tenía los ojos llenos de dolor y emanaba un olor muy parecido al opio, deben haberlo drogado y ahora está sufriendo en silencio, estoy a minutos de matar al doctor, pero no puedo perder la calma hasta llegar al fondo de esto.
- Lo siento oficial, espero que pueda perdonarme y entender mi situación- dijo Tigre y antes de poder analizar sus palabras me pegó una inyección en el brazo derecho, trato de reaccionar pero mi vista está nublada y apenas logró estar de pie.
Mientras intento salir del cuarto de baño aparece el infame, el doctor querido.
Me tomó del brazo y sin poder oponerme me llevó hasta su casa de muñecas, la oficina.
- Es hora del chequeo oficial -
Dijo en tono sarcástico mientras abría su portafolio y sacaba herramientas que parecían casi instrumentos de tortura.
Intento abrir la boca para decirle algo a ese inepto pero no puedo, solo puedo observar los horrores que están a punto de ocurrir aquí, donde solo me acompañan mis esperanzas.
- le voy a contar una historia oficial y espero que la escuche atentamente- dijo el infame y sin poder moverme solo me queda escuchar.
- Cuando era niño vivía aquí con mis padres. Mi padre era un oficial justo como usted y mi madre era enfermera.
Cada noche antes de ir a dormir mi padre jugaba conmigo, ¿Sabes cuál era la única regla? Solo debía entrar a esta oficina y el me esperaba con el cinturón entre manos y su pantalón cerca de los tobillos, como imaginarás mi deber era hacer que se divierta mientras jugábamos.
Cuando me di cuenta de lo que me estaba haciendo tenía 14 años, entonces decidí quitarle la vida con un bisturí, lo mismo hice con mi madre por no haberme protegido de ese monstruo.
Años después adopté a Amelia y descargué un poco de mi ira sobre ella pero decidí que mi venganza iba a ser sobre hombres, soldados para ser exactos - al concluir la historia solo pude imaginar la controversia que se generó en la mente del doctor por años, nos culpa a nosotros por lo sucedido en su niñez y ahora entiendo lo que hace este bastardo en los chequeos.

Antes de darme cuenta este maníaco me posicionó recostado contra el escritorio, me bajó el pantalón y solo pude llorar para expulsar la horrible sensación que sentía, perdí mi masculinidad y todo orgullo que tenía, todo por manos de un maníaco, solo me queda imaginar por lo que debe haber pasado Amelia en todos estos años.
Lo más repugnante de todo esto es que este maldito está gimiendo como si disfrutara de lo que me está haciendo, al oír un último ruido realizo que terminó y también que mi ser está cubierto de indignidad, ya no soy yo mismo, el doctor me arrebató la vida que tenía, todo porqué el sufrió cuando era niño, si esto es lo mismo por lo que pasó Tigre entonces lo entiendo, el debe haber perdido su razón de ser justo como yo.
Me encuentro tirado en el suelo y el doctor abandonó la oficina, aún no me puedo mover y estoy seguro que ese inepto se aseguró de que no moleste por un tiempo.
Siento la puerta abrirse y entra Tigre, levanta mi cuerpo semi muerto y me lleva hacia el piso superior, mientras cruzamos la planta inferior puedo claramente ver como el doctor está teniendo una amable conversación con el mayordomo como si nada hubiera pasado, como si esto fuera algo normal.
En menos de un minuto ya me encontraba en mi lecho casi inconsciente y la droga no me permite combatir el sueño, así que a él me entrego.

Despierto no se cuanto tiempo después y siento un fuerte dolor de cabeza, acompañado por una extraña sensación en el trasero, pero no puedo recordar el porqué de esa sensación.
Solo recuerdo que hoy vendría el doctor a cenar y por fin lo conoceré y podré descubrir algo sobre este lugar.
Al levantarme encuentro una nota que yace justo a mi lado, era de la señorita Amelia y llevaba escrita una frase al cuanto rara y poco reveladora.
- A través de la vista podemos concebir sufrimiento y odio de otros,
Pero si a la vista nos negamos ese sufrimiento y odio también se negará - no entendí cual sea el sentido aunque entiendo que hace referencia a su decisión de no mirar a las personas a los ojos pero supongo que aún debo indagar para llegar a una conclusión apropiada, esto y más me espera cuando conozca al doctor.

La historia inconsciente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora