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Fue una hora larguísima, sí, una hora. Nosotras vivimos en un pueblo bastante cerca de la playa. Así que la hora hablando de mi vida y de lo bien que me iban a sentar estas vacaciones fue eterna. Yo no dejaba de pensar en esa foto y que estaría rulando por las redes con el mensaje de primera salida de Miranda Ler en tres meses.

Al llegar, como no, estaban Pili y Mili esperándonos, eg, que asco las parejas pegajosas.  En fin, el punto y la i de los que os hablo son mi amiga Alejandra y su novio Tristan. Nuevo integrante del grupo, bueno, nuevo nuevo...

- Miranda, eh tú- Me sacó Tristan de mis pensamientos- Que ganas de verte, no se te ve tan mal como pintaban.- Dijo el muy gilipollas con una sonrisa en la cara.

- Ajá, yo también me alegro de verte.

- No le hagas caso, anda ven - Dijo Alejandra con los brazos abiertos y abalanzándose sobre mí, qué guay, un abrazo, que ganas.- Venid y os enseño vuestras habitaciones.

Alejandra y Tristan se cogieron sus manitas y nos guiaron hasta las habitaciones.  Que raro que lo hagan sin que las detectives Sandra y Carla los separen. Mis amigas habían reservado cuatro habitaciones en un bonito hotel de Gandia. No penséis que ellas lo han pagado todo, resulta que Sandra me había pedido dinero tiempo atrás para los nuevos contratos. Siguiendo por el hotel, nuestras habitaciones estaban en la primera planta. Fui la última en llegar a la habitación ya que estaba al final del pasillo, justo al lado de la de ellos, genial, iba a escucharlos follar todas las noches.

- Toma Miranda, hemos quedado a las tres en el comedor, vamos a comer al restaurante del hotel y luego iremos a la playa, ponte bañador- Dijo Alejandra dándome la llave de mi habitación y guiñándome un ojo.

Solo asentí con la cabeza y me metí.

Al fin un poco de tranquilidad. Me tumbé en la cama y respiré hondo. Esto iba a ser duro, muy duro, pero no me quedaba otra.

Desde mi cama observé la habitación, a mi izquierda tenía un gran ventanal que daba a un balcón y tenía unas bonitas vistas al mar. Deseaba meterme en el agua y no salir, cosa imposible teniendo a los cuatro perros guardianes. Por último estaba  el baño que no era muy grande pero tenía su bañera, que seguro que iba a utilizar.

Decidí deshacer un poco la maleta, la verdad, pensaba que mis amigas habían cogido cosas sin sentido, pero me equivocaba. Me gustaba todo lo que veía. Era casi la hora así que decidí ponerme el primer biquini que encontré, uno de los vestidos que las chicas habían puesto y las sandalias. Preparé mi bolsa con la toalla y crema solar y me dirigí al comedor.

Lo malo de ser Miranda LerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora