A la luz de la luna

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Que a Yamaguchi, con diez años, le venga su mejor amigo al que idolatra con toda su alma porque wow, eres tan cool, Tsukki; y le diga que es un hombre lobo, que puede cambiar la estructura ósea de su cuerpo y llenarlo de un pelaje caoba anormalmente suave, pues le parece lo mejor que le ha pasado en su santísima existencia.

¿Qué otra cosa podría pensar? Los hombres lobos son tan guay. Son como unos perros grandes con los que puedes entablar una conversación. A los que, si le tiras la pelota, corren a buscarla y te la entregan. ¡Te la entregan! ¿Cómo no puede ser esto perfecto?

Así que cuando Tsukishima, en una de estas veces en las que Yamaguchi se quedaba a pasar la noche en su casa, le dijo sin ningún tipo de preparación o aviso que es un licántropo, el niño no se asustó. Es más, se levantó del futón que la madre de Tsukki le había preparado de un salto con sus ojos tan iluminados y brillantes que parecían dos bombillas en la cúspide de su vida, preguntando mil y una cosas de las que el rubio apenas consiguió entender alguna que otra palabra suelta. Si alguien le pregunta, aunque espera que esto no suceda nunca, Tsukishima está seguro de que el cuerpo de su amigo comenzó a vibrar.

—¿Puedes mostrármelo?

A Tsukishima le pareció reconfortante que Yamaguchi no le cuestionara. Que dijese "soy un hombre lobo" y él le contestase "guay, enséñame" en vez de, no sé ¿lo típico que diría la gente? Un "has visto demasiadas películas" o hasta un "calla y duerme". Así que se quitó la camiseta y bajo la atenta -y demasiado emocionada- mirada de Yamaguchi, le dio lo que quería.

Porque Yamaguchi era demasiado joven para maldecir, pero si esto hubiera ocurrido en una etapa más tardía de su vida, él habría dicho: —Oh, mierda. ¿Qué coñ...?

Pero a su versión de diez años solo le salió: —¡Alucinante! —Y prácticamente corrió hacia la cama en la que Tsukishima estaba acostado.

Tsukishima se había quitado la camiseta y se había colocado de espaldas. Su amigo vio de cerca el cómo las costillas se movían debajo de su piel, el rubio llevó sus manos a la zona y comenzó a piquetear con sus dedos por dónde el hueso se movía. Entonces, como si se estuviese mudando de piel cual reptil, el pellejo cayó en una especie de polvo semitransparente sobre las sábanas y, en su lugar, una mata de espeso pelo apareció.

Las gafas de Tsukishima caían a un lado de la almohada y, ahora, su cara era prácticamente irreconocible de no ser por sus grandes ojos marrones a los que Yamaguchi ya estaba acostumbrado. Entonces, el hocico de un lobo se elevaba unos cuantos centímetros hacia delante, culminando con una sonrisa feroz de dientes afilados. Aún así, no lucía exactamente como un lobo, sino como una especie de intermedio entre estos dos mundos. Sigue siendo humano, pero también es un licántropo

Después le enseñarían que la transformación de un hombre lobo consta de tres fases: La humana, la intermedia que vio en Tsukki por primera vez y, finalmente, el lobo.

Luz de la luna [TeruKyouYama]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora