Part 1 - CONOCIÉNDONOS

1 0 0
                                    


Cuando inicié mi caminar con Cristo en un compromiso real y honesto, yo estaba muy herida. Había perdido a mi familia al completo.

Hay muchas maneras de perder a las personas importantes de tu vida. Físicamente había perdido a mi hermano mayor, quien era como un padre para mí, y emocionalmente había perdido a mi madre, a mi padre, a mi otro hermano y a mi hermana en el dolor que sólo la muerte puede dejar.

Cada uno de nosotros éramos como animales lastimados lamiendo cada uno nuestras propias heridas.

Ciertamente el dolor no consuela el dolor de otro, ni acepta consuelo. Es como cuando te cortas con un cuchillo o quemas con aceite caliente y no quieres que te curen porque el proceso de cura duele aún más que cuando te heriste o la herida en sí misma.

Nunca quieras ayudar a un animal herido porque te ataca y puede que te muerda. En muchas ocasiones, no es posible consolar a una persona recién herida porque, así como con la cortada o quemadura, esquiva la ayuda y puede que hasta te ataque en vez de agradecer que trates de consolarle.

Si de verdad quieres ayudar a alguien herido recientemente, es necesario esperar a que se acerque a ti primero. Sino en vez de aliviar su dolor, podrías aumentarlo.

Así era mi condición cuando mi hermano fue asesinado. Yo lo encontré tirado en el suelo de la sala de la casa a la mañana siguiente del suceso. Me corroían la culpa y el dolor, además de la preocupación por mi madre.

Si perder a mi hermano me hacía sufrir tanto, no podía ni imaginar lo que sería para mi madre perder a su hijo. También veía a mi padre sufrir, pero no tenía ni idea de cómo hablarle siquiera.

Confieso que mi relación con mi padre era como mucho cortés cuando no nos ignorábamos mutuamente o él me agredía y yo callaba.

Recuerdo que en esos días, poco vi a papá. Él era como un león herido, lamiendo sus heridas; sólo y apartado de todos.

Mi propia condición no era mejor. Yo estaba ciega; caminando a tientas y procurando sostener a mamá para que no se desplomara y cayera en una profunda depresión.

Tonta de mí, porque era misión imposible. Es muy limitado lo que una persona puede hacer por otra, especialmente cuando también está sufriendo. Así como Jesús decía a sus seguidores, un ciego no puede guiar a otro ciego.

Durante el proceso de sanidad, experimenté el consuelo del Espíritu Santo; que es como un bálsamo que poco a poco va cerrando la herida, hasta que solo queda una cicatriz. Es un proceso que puede durar unas semanas, unos meses... Para mí han sido años y aún continúa.

Y es que no ha sido solo la muerte de mi hermano, cuando permites que Dios entre en tu vida y te sane, Él no va a sanar sólo una herida; Él te va a sanar por completo. Dios, quien también es mi Padre, ha sanado cada una de mis heridas; desde las más superficiales hasta las más profundas.

Mi Padre ha sanado también cada una de las traiciones, decepciones, tristezas y abusos de los que fui víctima. Cada uno de los golpes que hicieron polvo mi autoestima.

Cada herida sufrida desde que era muy niña fue acumulativa; como si en vez de ser en diferentes sitios, cada herida fuera hecha sobre el mismo punto. Una tras otra, tras otra, haciendo la brecha cada vez más grande. Como cuando el corte de un cuchillo es hecho exactamente en el mismo punto; así es cada herida en el alma.

La única cura para estas heridas es el amor. Pero no el amor que nos venden las novelas, o las películas románticas. Porque no es un amor cualquiera; ningún hombre o mujer va a sanar tus heridas.

El amor que cura, el amor que sana; es el amor incondicional de Dios. El único que conoce la profundidad de tu dolor es el Espíritu Santo, pues conoce tu corazón (Salmos 139:23, Hechos 15:8, Lucas 16:15). El creador conoce a fondo su creación; pues sabe los ingredientes que usó, en qué cantidades y de cuál calidad usó para hacerla. Así mismo Dios, que nos creó y nos conoce.

De entre todo lo que Dios ha hecho en mi vida, hay una enseñanza que destaca y que mi Padre Celestial me ha guiado a entender y a aprender en este caminar con Él; amor.

Antes tenía la misma concepción de amor que todo aquel nacido y criado en el mundo occidental, y puede que también el nacido en el oriental, comparte.

En occidente entendemos el amor como un cúmulo de emociones. Podemos saber en teoría, e incluso repetir (yo lo hacía todo el tiempo) que el amor es una decisión. Sin embargo, en verdad no entendemos hasta qué punto amar es una decisión, ni tampoco conocemos todo lo que esta corta palabra de tan sólo cuatro letras representa. No tenemos ni idea de lo que realmente significa AMAR; a Dios, a nuestro prójimo, a uno mismo.

En la primera epístola a los Corintios que el apóstol Pablo escribió inspirado por el Espíritu Santo, él nos enseña cómo Dios define el AMOR en su sentido más puro y verdadero.

Para las personas que hemos sufrido abuso, esta es una enseñanza difícil de digerir. Lo sé, porque lo he vivido. Créanme que sé lo difícil que puede ser esta porción de la Biblia. Me ha costado años entenderla, y aún más años vivir de acuerdo a ella. Aún mientras escribo estas palabras, mi corazón duele. Porque aprender a amar, aun cuando suene como algo tan bonito, es lo más difícil.

Pero, amar, es también la única manera de servir verdaderamente a Cristo;es la única manera de vivir en Cristo. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 17, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Un solo amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora