Capítulo 1: El Descubrimiento

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El arqueólogo Alan se encontraba explorando unas ruinas abandonadas en compañía de sus compañeros, el lugar era tétrico debían admitir, pero Alan no tenía miedo, no creía en esas cosas de fantasmas o cosas por el estilo. Hacían bromas y reían, sus risas hacían eco por el gigantesco lugar, aunque el ya mencionado estaba impresionado por las ruinas, dejando de lado lo que comentaban sus compañeros del lugar, para el le parecía algo hermoso, pero se tenían que separar para investigar.

— Bueno, Alan tu irás por ese lado, Kevin y yo iremos por esos dos lados, traten de no perderse, el lugar es grande — dijo Andrés mientras les entregaba a ambos unas linternas de repuesto

— Claro, claro, no nos perderemos, ¿crees que somos tontos? — dijo Kevin en tono burlón, pero ala vez molesto mientras recibía la linterna —.

— No habrá ningún problema — Alan se negó a recibir la linterna ya que el lugar que le había tocado explorar estaba iluminado por el atardecer. —Y si tanto les parece tétrico entonces quedense aquí —. Les sonrió y caminó tranquilamente por las ruinas, mirándola detalladamente.

— Oye, ¡¿Que dijiste?! — Preguntó molesto y alzó el brazo a punto de lanzarle la linterna en la cabeza a Alan.

— Agh, sólo callate, mejor iremos juntos porque se que terminarás haciendo algo estúpido —. Andrés tomó del brazo izquierdo a Kevin y lo jaló y ambos caminaron hacia, lo que parecía ser, una gran sala.

Alan estaba muy impresionado por el lugar, era muy hermoso para el, le cautivaba su belleza, dejó su mochila a un lado y de ella sacó una libreta y una pluma y al instante tomó nota del lugar, como era su apariencia, que había en el, cada detalle.

Siguió caminando, encontrándose sólo con escombros y más escombros, iba de lugar en lugar, pero el no aburría muy fácil, sabía que había algo ahí por lo que movía unos cuantos escombro, pero no encontraban más que piedras.

Aunque no se aburría, de cansaba, tomó un pequeño descanso dejando su mochila en el suelo y sentándose a un lado; poniendo la libreta y pluma en sus piernas, dio un profundo suspiro y de su mochila sacó una botella de agua, la tomó dejándola sólo a la mitad, volvió a guardarla y miró de nuevo las ruinas, en algunas paredes se encontraban partes de dibujos, lo demás estaba hecho pedazos.

— Que extraño, me pregunto, ¿Que habrá sido este lugar? Es muy grande y hermoso como para que lo abandonaran así —. Comenzó a jugar con la pluma sin quitarle la mirada a las partes de dibujos, tratando de entenderlas, la pluma se movía de adelante hacia atrás rápidamente por lo que terminó por resbalarse de sus dedos y salir volando, cayendo un tanto lejos de él. Alan dirigió su mirada hacia la pluma y se levantó para recogerla pero con tan sólo acercarse se percató de que la tierra donde había caído la pluma, estaba abultado, como si hubiera algo enterrado, tomó la pluma y la guardó en el bolsillo de su playera.

— No debe ser nada. Sólo debe ser escombro y nada más, o tal vez ses otra cosa.— Miró a su al rededor para ver con que podía desenterrar aquella cosas. Tomó un cierto y excavó con cuidado hasta que al poco tiempo miró que era un cuaderno, una libreta, se sorprendió bastante, no esperaba encontrase con un diario en un lugar así, pensó que alguien había venido recientemente a enterrarlo aquí, pero, ¿Porque y quien? No dudó en correr hacia su mochila y sacar de ella unos guantes especiales, se acercó nuevamente al diario y se puso los guantes, se agachó para tomarlo con cuidado y sacarlo de ahí, le quitó la tierra que cubría la portada

"Diario de:...."

La portada sólo decía esas palabras, el nombre estaba manchado por barro, intentó quitarlo pero seguía estando igual, no quería insistir en quitarlo ya que no quería terminar por arrancar esa parte de portada, el diario estaba muy frágil, cualquier mínimo forcejeo y se rompería.

Guardó el diario en una bolsa y la examinaría en su laboratorio cuando regresara, en su mente de hacía más y más preguntas que lo dejaban más confundido, sólo dio una leve risa y tomó su mochila, libreta y pluma para continuar su camino, exploró más de un lugar de las ruinas pero no encontró nada más, sólo aquéllas de dibujos extraños, seguía tomando nota y casi al llegar al final de la exploración, por lo que entró en un lugar que era muy oscuro, sacó su linterna y al encenderla se acercó a una pared, encontrándose con una abreviación de un nombre, lo anotó de inmediato "B.G": y al bajar un poco la linterna se encontró con una lista de nombres que anotó en su libreta, lo miraba con detenimiento, pero algo lo sacó de sus pensamientos, su celular estaba sonando, salió del lugar y revisó su celular, viendo que Andrés la envió un mensaje diciéndole que regresara.

Mensaje: Hey, es hora de regresar, se está haciendo tarde y sabes como se pone Liz cuando llegamos tarde, te esperamos en la entrada".

Alan guardó su celular, libreta y pluma en su mochila y salió de ahí, pasando por atrás salas que estaban cerradas con candados y estaban llenos de telarañas, pasó un rato y llegó a la entrada, encontrándose con sus compañeros.

— ¿Encontraste algo? — Preguntó Andrés mientras guardaba su linterna.

— No, no encontré nada —. Alan mentía, si decía que había encontrado un diario sería un problema.

— Que mala suerte, vinimos para nada —.

— Te equivocas Kevin, este lugar es interesante y guarda muchas cosas —. Decía Alan mientras daba media vuelta y daba una última mirada al lugar.

— Sí, sí, como digas, ya vámonos que éste lugar me da escalofríos —.

Los tres se fueron de las ruinas en camino hacia un pueblo que se encontraba a una hora de ahí, donde por ahora descansarían para al día siguiente regresar a la ciudad de Londres. Alan guardó su emoción de poder investigar en diario, en su mente lo llamaba: "El diario encontrado".

El Diario de Tamber WellisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora