Aprendizajes no esperados

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Desde chico siempre a uno se le dice que debe decir la verdad, que la verdad debe estar por delante y que sin importar la circunstancia, “la verdad te hará libre”…

Yo he aprendido que la verdad más que otra cosa te ata, te hace prisionero,

Decir la verdad solo significa generar un daño, pues el receptor de mi mensaje no sabe recibirla,
La verdad daña, sin importar de qué naturaleza sea,

Decir las cosas como son, siempre, pero siempre, lleva a la destrucción de algo…

Yo tengo una naturaleza destructiva, por lo que al decir la verdad, estas dos cosas hacen dinamita en mi existencia…

Por tanto, de a poco he ido aprendiendo que nunca debe decirse la verdad absoluta, a veces es mejor omitir cosas, a veces es mejor el silencio,

Aun si quedan dudas e intrigas, eso es más productivo que apuñalar una mente dudosa con la hiriente verdad.

No confío en nadie, no puedo, lo he intentado con todos. A todos le he dado una parte de mi, un trocito de mi confianza para observar si la atesoran.
Así caigo en que nadie la ha tenido ni se la ha ganado, siempre llega el momento en que ella se rompe, y al llegar ello, ya nada es igual, es natural, y yo como tal, bajo el precepto anterior, mantengo mi “ley de la omisión”.

Y con esa ley, mantengo todo a la raya, emociones, sentimientos, socialidad, todo se vuelve perfecto… si la rompo, todo el equilibro se deshace al darle parte de mi a alguien que no conozco. Se puede vivir con eso… si… Es mucho más fácil vivir sin alguien a tu lado, a asimilar el quebranto de un lazo emocional fuerte.

-“Tus palabras nunca coinciden con tus hechos”, eso he escuchado, y la verdad es que si, pues pocas veces se entiende las intenciones por debajo de mis palabras, y eso es genial… Así por lo menos mantengo la intriga, ya que nadie sabe lo que pretendo, pocos captan que es lo que hago. A veces eso es bueno, y a veces es malo… Se vuelve dañino cuando realmente quieres demostrar algo, y caes en esta paradoja, pero...

¿Qué se puede hacer?

Crecí así, el hecho es solo el reflejo de mis intenciones, y mis intenciones están implícitas en mis palabras, quien no sabe leer la letra chica, siempre se hallara en un dilema a mi lado…

Así es como en múltiples ocasiones terminó pensando en que a veces es mejor hacer las cosas solo, ya que con compañía solo terminas discutiendo por conflictos de intereses.

La felicidad no debe depender de una persona, ni de un objeto ni de algo particular... debe ser mia, y yo debo imponerla... como me dijo una conocida hace mucho tiempo, la felicidad es un estado animico, un estado emocional, y como tal, uno es quien lo controla... por tanto, solo queda recordar tales palabras.

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