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19 / 9 / 14 - 7.30 AM

Tras una mala noche, en la cual no pude dormir apenas, me dispongo a salir de mi cama para hacer mis quehaceres antes de irme al instituto, el temido primer día, en el cual -a no ser que luego te hagas popular- es el único en el que te prestan atención, demasiada...

Me acomodo en el borde de la cama y busco a tientas mis zapatillas blancas de pelo mientras cojo mis gafas de encima de la mesilla.

Al levantarme me mareo, debido a la brusquedad con la que lo hago, así que me vuelvo a sentar y cuando siento que ya se me ha pasado vuelvo a intentarlo, esta vez consiguiendo ir hacia el armario a por mi ropa, la cual hoy decido que será un vestido negro y blanco junto con una chaqueta de punto negra, unas medias negras tupidas y unas francesitas negras con un lazo blanco.

Me encantan los vestidos porque me parecen muy cómodos, solo que debes tener cuidado de que no se vea nada que no se tiene que ver.

No les llevo por parecer más femenina ni nada de eso, porque aun llevando vestidos no me considero una chica muy femenina, tampoco soy una marimacho, no confundamos los términos, o sea, que si que me visto, peino y maquillo femenina y camino de forma femenina y todo eso, pero a la hora de hablar soy de lengua ligera, muy a mi pesar.

Una vez duchada, vestida, peinada y maquillada -no suelo maquillarme para ir a clase pero al ser el primer día quiero ir presentable- voy hacia la cocina para tomarme un café, un café solo como a mi me gusta, y es que sino, no me mantengo despierta, me encanta el café de todo tipo,

Mi café se alarga poco así que me lavo los dientes, cojo mi bolso en el cual llevo mi horario, mi mapa, libros, etc, y me voy a clase.

Cojo un autobús, el cual, con antelación, ya sabia que pararía allí y que me llevaría hacia mi instituto.

En realidad, todo lo tengo listo desde hace 3 meses, ya sea el trasporte o cualquier cosa que tenga un mínimo de importancia, me gusta tenerlo todo a tiempo y en orden, gajes de ser tan perfeccionista como soy.

Al llegar a mi destino quedo sorprendida, ante mí se levanta un imponente edificio de piedra de tamaños desmesurados, en realidad.

La gente corretea por los jardines delanteros y supongo que por los traseros también - y sí, me he estudiado varias veces el mapa del instituto- me fijo en que, en como la mayoría de institutos, el patio esta dividido por grupos de gente, que intuyo, son grupos sociales diferentes.

Distingo a los populares por sus chaquetas del equipo de rugby y trajes de animadoras ¿Desde las 9 de la mañana y ya en minifalda? Me pregunto para mis adentros, y sí, vale que yo lleve falda, pero la mía, por lo menos me tapa la nalga, supongo. Por otro lado están los "empollones" a estos los diferencio por las gafas de pasta y las calculadoras que llevan mientras hacen, lo que supongo, trigonometría, ya que están con un cartabón mirando hacia el edificio principal, más allá los "normales" gente de notas mediocres, amables, sociables y que se les distingue por sus vestimentas simples y charlas a carcajeo.

Emos, amantes de los animales, etc. Esto parece un campus estado unidense, en realidad, pero bueno, es uno de los mejores institutos del país y ¿Quien soy yo para criticar desde fuera?.

Acomodo mi bolso en mi hombro y retomo mi camino notando miradas sobre mi mientas camino por el camino asfaltado entre las granjas de césped, para adentrarme al edificio y así ir a la dirección a completar mi entrada al centro, como hace cada alumno nuevo.

Al llegar una mujer -que me resulta familiar de la entrevista previamente hecha hacia mi persona en la cual decidieron si debía entrar o no y de la cual no recuerdo el nombre- de unos cincuenta años me mira con deje por encima de sus gafas de pasta de Carolina Herrera en forma de antifaz gatuno, hago una mueca semejante a un sonrisa de cortesía mientras asiento levemente en forma de saludo inicial.

− Buenos días, soy Vilouette Murphy, vengo a firmar y confirmar las hojas de ingreso. − La informo.

− Ah sí, el ingreso − ríe para sí misma − aquí tienes − me entrega las hojas y saco un bolígrafo de mi bolso, el cual es rosa y que con letras negras pone "Vilouette", me encanta como escribe y siempre lo uso.

Firmo donde he de firmar y al acabar la devuelvo las hojas a aquella mujer. Cuelgo mi bolso al hombro otra vez y tras coger mi mapa en el cual la mujer amablemente ha marcado mi taquilla y mis clases de hoy me dirijo hacia la primera nombrada, mi taquilla, a dejar mis cosas.

Llego sin problema y tras introducir la combinación meto mis libros y dejo, solo, los de las dos primeras clases en mi bolso. Antes de cerrar me hecho un poco de brillo de labios y me voy hacia mi primer clase con un poco de margen por si me pierdo, porque, aunque creo que ya lo he dicho, esto es enorme, debo recalcarlo,

Mi reloj del móvil marcan las 8:18 y yo aún sigo buscando el aula de bioquímica, que por el mapa, no debería andar lejos, pero eso llevo pensando quince minutos así que ya no sé ni como animarme.

Veo a un chico de espaldas, aparentemente cargado con muchos libros y me acerco a preguntarle porque de verdad que no quiero llegar tarde en mi primer día.

− Perdone, ¿me podría indicar donde está el aula quince? De bioquímica, por especificar. − digo cordialmente.

El chico se gira y veo a un joven de rasgos marcados, ojos verdes y unas grandes gafas adornando su conjunto facial. Si no me hubiese fijado mucho no lo habría notado, pero este era el chico de ayer, el de la cafetería. Mi boca forma una perfecta 'o' y mi ceño un conjunto de uves, seguramente.

Él me mira, baja la mirada y me vuelve a mirar y así varias veces.

Está nervioso.

Muerde su labio, acaricia sus manos, la una con la otra, carraspea la garganta y tras varios segundos de duda abre la boca con indicios de conversación

− Por ahí − señala el pasillo recto − a la izquierda, segunda puerta − traga saliva y se le ve aliviado, y orgulloso.

− Gracias. − Sonrió y me voy hacia el aula que me ha indicado, aún extrañado por haberme encontrado con él y más aún por su reacción ya que, el día anterior, se mostró muy seguro manteniéndome la mirada.

En clase de bioquímica me hacen presentarme ante toda la clase, ya que todos se conocen de años anteriores y yo soy la única nueva este curso. Desde el primer día hemos dado clase así que me llevo a mi casa un par de hojas de apuntes para estudiar en la tarde − aún no tengo vida social, así que puedo estudiar − y luego, si tengo tiempo y no Tego mucho que estudiar de las demás asignaturas, ir a ver un poco Londres.

Tras bioquímica tengo biología y después, matemáticas. La biología no se me hace pesada, en cambio, matemáticas sí, y al salir de allí, voy directa a la cafetería ya que el hambre me puede.

Compro un sándwich de pollo y lechuga y en escasos minutos me lo como entero, así que sin nada más que hacer, me voy a la biblioteca.

Al entrar veo solo a dos personas sentadas en diferentes mesas y me adentro más yendo dirección a narrativa y buscando sentido y sensibilidad de Jane Austen, tras cogerlo, voy hacia una mesa y me pongo a leer los 20 minutos que quedan de recreo.

Levanto mi vista cuando noto que alguien me está mirando, tal vez sea paranoia, aunque no lo creo, ya que, al revisar la estancia con mis ojos un par de veces, me doy cuenta de que el chico de rizos − otra vez él − me esta mirando descaradamente. Frunzo el ceño y harta de su mirada me levanto y voy hacia él.

− Hola, perdona, quería saber cual es tu problema y porque me miras tanto, ¿Sabes? Es de mala educación y sienta mal tener tu mirada en mi nuca. − me tachaban de brusca, ya entiendo porque.

− Yo... em ,,, solo...− el timbre sonó y el salió escopetado de la biblioteca.

Solté un bufido y fui a dejar el libro, al meterle en la estantería, cayó al suelo una violeta seca, que desprendía un fuerte olor. Al cogí y miré a los lados y, sin ver a nadie, me la guardé.

No sé aún la razón, pero me la guardé.

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⏰ Última actualización: Jul 16, 2015 ⏰

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The Big Ben {H.S au}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora