Mientras Camila Cabello subía los cuatro escalones que conducían a su estudio, repasó el día con mirada displicente. La señorita Normani, la jefa de dietética del hospital Alwyn, una solterona avinagrada de incierta edad, había encontrado fallos en todo y en todos.
En su calidad de secretaria personal temporal Camila, había pasado casi todo el día con ella y recibido su buena dosis de gruñidos. Y apenas era lunes; quedaba una semana entera para que llegara el sábado…****************
Llegó a la parte superior de la casa que compartia con Dinah, abrió la puerta y cerró con un suspiro de satisfacción. La habitación era bastante grande, con un techo abuhardillado y una ventana pequeña que daba al techo de la habitación de abajo. En un rincón había una pequeña cocina de gas, con anaqueles, y un armario y una chimenea también de gas en la pared opuesta a la ventana. La mesa y las sillas eran viejas, pero había cojines de telas brillantes,macetas con plantas y algunos cuadros agradables. En la pared del fondo se encontraba un sofá cama con una mesita al costado y una lámpara bonita. Sentado en el centro del sofá había un gato grande de color chocolate.Se bajó en cuanto Camila entró, trotó a su encuentro y ella lo alzó para acomodarlo sobre un hombro.
CAMILA:—He tenido un día horrible, Japer. Debemos compensarlo… hoy cenaremos temprano. Ve a respirar aire fresco mientras yo abro una lata.
Lo acercó a la ventana y el animal salió al techo para pasear entre las macetas que había distribuido allí. Estaba oscuro y hacía frío, lo que cabía esperar a cinco semanas de la Navidad. En cuanto entrara cerraría la ventana y las cortinas y encendería la chimenea.Se quitó el abrigo para colgarlo en la percha que había detrás de la cortina, donde guardaba la ropa, y observó su rostro en el pequeño espejo cuadrado de la cómoda. El reflejo que la observó quizá no fuera bonito,pero se acercaba, ya que tenía unos ojos hermosos, color chocolate, con pestañas largas aunque no del todo de su gusto, pero que hacían juego con su pelo negro, liso, largo y recogido en una coleta. La boca era grande,pero las comisuras se arqueaban hacia arriba y la nariz tenía la punta un poco respingona.
Se volvió, una joven de estatura mediana con una figura bonita y piernas hermosas, y falta de afectación. Además, poseía una naturaleza práctica que le permitía aceptar su vida más bien monótona al menos con tolerancia, aunque tenía un poderoso deseo de cambiarla en cuanto se lepresentara la oportunidad. Lo cual, de momento, no parecía muy probable.No tenía una preparación especial; sabía mecanografía y taquigrafía,se manejaba bien con un programa de tratamiento de textos y un ordenador y era responsable, aunque eso le servía para poco. En realidad, casi era una ventaja que la señorita Normani su jefa le encargara casi siempre hacer recados, responder al teléfono y actuar como intermediaria con cualquier miembro del personal sanitario que se atreviera a cuestionar sus decisiones sobre una dieta.
En cuanto la señora Taylor se recuperara de su enfermedad,Camila suponía que volvería con las secretarias. Eso tampoco le gustaba demasiado, pero con su habitual sentido común se recordó que los mendigos no podían elegir. Se apañaba con su sueldo, aunque los últimos días del mes siempre eran un poco apretados y apenas podía ahorrar.Unos años atrás sus padres habían muerto a las pocas semanas el uno del otro, víctimas de la gripe. Ella tenía diecinueve años, a punto de empezar a estudiar para fisioterapeuta, pero no quedó suficiente dinero para cubrir sus estudios. Había hecho un curso comercial y su médico había oído hablar de un trabajo en el departamento administrativo Alwyn. Había sido un cabo salvavidas, pero a menos que aprendiera alga más, sabía que existían pocas posibilidades de dejar ese trabajo. Estaba a punto de cumplir los veinticinco años…
Tenía amigas, y en alguna ocasión había salido con uno de los médicos jóvenes, pero las veía tan raras veces que la amistad moría por falta de encuentros. También tenía familia, dos tías, tías de su padre, que vivían en una cómoda cabaña de ladrillos rojos en Florida. Pasaba las navidades con ellas, y algún fin de semana, pero aunque eran amables con ella, percibía que interfería en sus vidas y que solo la invitaban a quedarse por un sentido del deber. Pensaba ir a pasar allí la Navidad, esa mañana había recibido la invitación.
En ese instante entró Japer; cerró la ventana y las cortinas y se dedicó a preparar la cena. Después de comer, los dos se acurrucaron en la silla más glande junto al fuego y, mientras Japer dormitaba, Camila se puso a leer el libro que había sacado de la biblioteca. La música de la radio era Ed Sheeran y la habitación, con las pantallas rosas de las lámparas, parecía acogedora. Miró a su alrededor.
CAMILA:—Al menos tenemos un hogar muy agradable —le dijo al gato, quien movió un bigote en respuesta.
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«Quizá la señorita Normani esté de un humor lo más alegre», pensó mientras corría por la acera mojada de camino al trabajo. Al menos no tenía que esperar un autobús; su estudio podía ser anticuado, pero se hallaba cerca…El hospital de ladrillos apareció ante ella. Tenía una entrada grande,con una hilera tras otra de ventanas y una sección moderna construida aun lado para albergar el departamento de Urgencias.
La señorita Normani tenía su despacho en la última planta, una estancia amplia con estanterías a rebosar de libros de referencia y carpetas con dietas. Se sentaba ante un escritorio de aspecto importante, con un ordenador, dos teléfonos y un cuaderno de notas abierto que contenía los conocimientos de su especialidad; parecía tan importante.......
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Un Romance Navideño -Camren-
FanfictionCuando la única familia que le quedaba a Camila la dejaron de lado en sus celebraciones navideñas, descubrió lo que esa Navidad le deparaba: un amor especial… con una mujer también especial, Lauren.