Capitulo 1

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Mientras  Camila Cabello  subía  los  cuatro  escalones  que conducían a su estudio, repasó el día con mirada displicente. La señorita Normani,  la  jefa  de  dietética  del  hospital  Alwyn,  una  solterona avinagrada de incierta edad, había encontrado fallos en todo y en todos.
En su calidad de secretaria personal temporal Camila, había pasado casi todo el día con ella y recibido su buena dosis de gruñidos.  Y apenas era lunes; quedaba una semana entera para que llegara el sábado…

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Llegó a la parte superior  de la casa que compartia con Dinah,  abrió la puerta y cerró con un suspiro de satisfacción. La habitación era bastante grande, con un techo abuhardillado y una ventana pequeña que daba al techo de la habitación de abajo. En un rincón había una pequeña cocina de gas, con anaqueles, y un armario y una chimenea también de gas en la pared opuesta a la ventana. La mesa y las sillas eran viejas, pero había cojines de telas brillantes,macetas con plantas y algunos cuadros agradables. En la pared del fondo se encontraba un sofá cama con una mesita al  costado y una lámpara bonita. Sentado en el centro del sofá había un gato grande de color chocolate.Se bajó en cuanto Camila entró, trotó a su encuentro y ella lo alzó para acomodarlo sobre un hombro.

CAMILA:—He tenido un día horrible,  Japer.  Debemos compensarlo… hoy cenaremos temprano. Ve a respirar aire fresco mientras yo abro una lata.
Lo acercó a la ventana y el animal salió al techo para pasear entre las macetas que había distribuido allí. Estaba oscuro y hacía frío, lo que cabía esperar  a cinco semanas  de la Navidad.  En cuanto entrara cerraría la ventana y las cortinas y encendería la chimenea.

Se quitó el abrigo para colgarlo en la percha que había detrás de la cortina, donde guardaba la ropa, y observó su rostro en el pequeño espejo cuadrado de la cómoda.  El reflejo que la observó quizá no fuera bonito,pero se acercaba,  ya que tenía unos ojos hermosos,  color chocolate,  con pestañas largas aunque no del todo de su gusto, pero que hacían juego con su pelo negro, liso, largo y recogido en una coleta. La boca era  grande,pero las comisuras se arqueaban hacia arriba y la nariz tenía la punta un poco respingona.
Se volvió,  una joven de estatura mediana con una figura bonita y piernas hermosas,  y falta de afectación.  Además,  poseía una naturaleza práctica que le permitía aceptar su vida más bien monótona al menos con tolerancia, aunque tenía un poderoso deseo de cambiarla en cuanto se lepresentara  la  oportunidad.  Lo  cual,  de  momento,  no  parecía  muy probable.

No tenía una preparación especial; sabía mecanografía y taquigrafía,se  manejaba  bien  con  un  programa  de  tratamiento  de  textos  y  un ordenador y era responsable, aunque eso le servía para poco. En realidad, casi  era una ventaja que la señorita Normani su jefa le encargara casi  siempre hacer  recados,  responder  al  teléfono  y actuar  como  intermediaria  con cualquier miembro del personal sanitario que se atreviera a cuestionar sus decisiones sobre una dieta.
En  cuanto  la  señora  Taylor  se  recuperara  de  su  enfermedad,Camila  suponía  que  volvería  con  las  secretarias.  Eso  tampoco  le gustaba demasiado,  pero con su habitual  sentido común se recordó que los  mendigos  no podían elegir.  Se apañaba con su sueldo,  aunque los últimos  días  del  mes  siempre eran un poco apretados y apenas podía ahorrar.

Unos años atrás sus padres habían muerto a las pocas semanas el uno del otro, víctimas de la gripe. Ella tenía diecinueve años, a punto de empezar a estudiar para fisioterapeuta,  pero no quedó suficiente dinero para cubrir sus estudios.  Había hecho un curso comercial  y su médico había oído hablar de un trabajo en el departamento administrativo Alwyn. Había sido un cabo salvavidas, pero a menos que aprendiera alga más, sabía que existían pocas posibilidades de dejar ese trabajo. Estaba a punto de cumplir los veinticinco años…

Tenía  amigas,  y  en  alguna  ocasión  había  salido  con  uno  de  los médicos jóvenes, pero las veía tan raras veces que la amistad moría por falta de encuentros.  También tenía familia,  dos tías,  tías de su padre,  que  vivían  en  una  cómoda  cabaña  de  ladrillos  rojos  en Florida. Pasaba las navidades con ellas, y algún fin de semana, pero aunque eran amables con ella, percibía que interfería en sus vidas y que solo la invitaban a quedarse por un sentido del deber. Pensaba  ir  a pasar  allí  la  Navidad,  esa  mañana  había  recibido  la invitación.

En ese instante entró Japer; cerró la ventana y las cortinas y se dedicó a preparar la cena. Después de comer, los dos se acurrucaron en la silla más glande junto al fuego y, mientras Japer dormitaba, Camila se puso a leer el libro que había sacado de la biblioteca. La música de la radio era Ed Sheeran y la habitación, con las pantallas rosas de las lámparas, parecía acogedora. Miró a su alrededor.

CAMILA:—Al menos tenemos un hogar muy agradable —le dijo al gato, quien movió un bigote en respuesta.

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«Quizá la señorita Normani esté de un humor lo más alegre», pensó mientras corría por  la acera mojada de camino al  trabajo.  Al  menos no tenía que esperar  un autobús;  su estudio podía ser  anticuado,  pero se hallaba cerca…El hospital de ladrillos apareció ante ella. Tenía una entrada grande,con una hilera tras otra de ventanas y una sección moderna construida aun lado para albergar el departamento de Urgencias.

La  señorita  Normani tenía  su  despacho  en  la  última  planta,  una estancia  amplia  con  estanterías  a  rebosar  de  libros  de  referencia  y carpetas con dietas. Se sentaba ante un escritorio de aspecto importante, con un ordenador,  dos  teléfonos  y  un cuaderno  de notas  abierto  que contenía  los  conocimientos  de su especialidad;  parecía tan importante.......

Un Romance Navideño -Camren-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora