Capitulo 4

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Una  vez  más  llegó  el  lunes  por  la  mañana,  y  bastante  fresco. Camila,  que bajó temblando al  cuarto de baño de la planta inferior,envidió a Jasper acurrucado en el sofá. Al ir al trabajo comenzó a caer una llovizna fría. Alegre por naturaleza, le costó pensar con ecuanimidad en el día que la esperaba. Pero se recordó que había algo en lo que valía la pena pensar; el sábado siguiente se iba a celebrar el baile del hospital e iba a asistir con algunas de las chicas del departamento administrativo. No  esperaba  que  ninguno  de  los  médicos  jóvenes  la  invitara.  Se llevaba bien con ellos, pero había muchas chicas bonitas a las que podían elegir  como acompañantes.  No obstante,  en todos los bailes a los que había asistido en años anteriores nunca le había faltado pareja,  ya que bailaba bien.
Necesitaría un vestido nuevo; se había puesto el único que tenía en tres bailes consecutivos. Analizó el problema a lo largo del día. No podía permitirse el lujo de comprarse uno, pero alguien le había contado que las tiendas  Oxfam de  segunda  mano,  con  sucursales  en  las  calles  más elegantes, a menudo guardaban tesoros rebajados…

El martes se saltó el almuerzo, le suplicó a la señora Normani que le diera una hora extra y fue en autobús a Oxford Street.

Lauren,  atrapada en un atasco de tráfico,  dedicó el tiempo a mirar distraída a su alrededor. Las calles estaban atestadas y los escaparates muy iluminados. Fue la visión de ese pelo negro lo que captó su atención. No podía haber dos chicas con ese color de cabello…

Camila, que sostenía en la mano un vestido de color gris perla, lo acercó al escaparate para inspeccionarlo mejor, y Lauren la observó mientras lo hacía. Fue una pena que en ese momento el tráfico se pusiera a avanzar.De pronto experimentó una preocupación inesperada al pensar que ella se veía obligada a comprar el vestido de otra persona.
Sin saber que la habían visto, se llevó el vestido a casa, se lo puso y bajó a hurtadillas al  cuarto de baño,  donde había un espejo de cuerpo entero. Serviría; debería arreglarlo aquí y allá, y el escote era demasiado pronunciado. Sacó el costurero y se puso manos a la obra.  Era diestra con la aguja,  aunque necesitó un par de noches hasta quedar satisfecha con el resultado final.

Pensó que iba a haber mucha gente y que nadie iba a fijarse en que estaba sin pareja.  También asistiría la señorita Normani,  por  supuesto, aunque esta cortaba cualquier mención del baile en horas de trabajo, y al preguntarle qué pensaba ponerse, le respondió que no fuera impertinente.Se sintió herida, ya que su pregunta había sido bienintencionada.

El sábado por la noche se arregló con esmero, se observó en el espejo del  cuarto de baño y se encontró bien.  Era una pena que no le hubiera alcanzado para comprarse un par de esas sandalias de tiras. Sus zapatos plateados estaban pasados de moda, pero al menos resultaban cómodos. 

Le dio la cena a Japer, se cercioró de que se hallaba caliente y cómodo en el  sofá y se dirigió a pie al  hospital  enfundada en el  abrigo y,  como lloviznaba, protegida con el paraguas.

El patio del hospital estaba atestado de coches,  pues se trataba de una velada a la que asistían la junta de directores y sus esposas, el alcalde y su mujer y los dignatarios relacionados con el  Alwyn. Camila entró por una puerta lateral, encontró a sus amigas, dejó el abrigo con los de ellas en un cuarto pequeño donde las limpiadoras guardaban sus cosas y las acompañó al salón donde el baile ya había comenzado.Parecía  muy  festivo,  con  un árbol  de  Navidad  en  un rincón  del escenario donde se encontraba la orquesta. Había globos, acebos y luces de colores;  mucha gente había salido a bailar.  Una a una sus  amigas fueron reclamadas a la pista y ella misma salió a bailar de la mano de uno de los técnicos del laboratorio.  No lo conocía muy bien y era un bailarínhorrible,  pero resultaba mejor que permanecer al pie de la pista,  con la expresión de que bailar era lo último que le apetecía.

Un Romance Navideño -Camren-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora