Camila tenía una mesa mucho más pequeña en una especie de cubículo que mantenía con la puerta abierta, para que la señorita Normani pudiera solicitar sus servicios de inmediato. Lo cual era muy frecuente.Podía ser que ella no realizara nada importante, como preparar dietas para cientos de personas, muchas de ellas diferentes, pero hacía lo suyo, mecanografiando listas y menús interminables, y cartas firmes para las monjas de los pabellones si se quejaban. En una palabra, la señorita Normani tenía el estómago del hospital en un puño.
Se hallaba sentada a su escritorio cuando Camila llego.NORMANI:—Vienes con retraso.
CAMILA:—Dos minutos, señorita Normani —repuso contenta—. El ascensor no funciona y tuve que subir cinco plantas por las escaleras.
NORMANI:—A tu edad no debería ser un problema. Abre el correo, por favor —respiró hondo, indignada, lo cual hizo que su corsé crujiera—. Tengo problemas con la hermana del pabellón de mujeres. Ha mostrado la impertinencia de no coincidir conmigo en la dieta que he preparado para esa paciente con diabetes y problemas en un riñón. He hablado por teléfono con ella ycuando haya rehecho el menú se lo llevará. Ha de seguir al pie de la letra mis instrucciones. Puede decírselo.
Camila comenzó a abrir el correo, molesta por tener que ser portadora de noticias no deseadas. No había tardado en aprender que la señorita Normani rara vez se enfrentaba a aquellos que tenían la temeridad de no coincidir con ella. Media hora más tarde recogió el menú y comenzó el viaje al pabellón de mujeres, situado en el otro extremo del hospital y dos plantas más abajo.
La Monja Ally se hallaba en su despacho, una mujer atractiva, bajita y esbelta, de treinta y tantos años. Cuando Camila llamó, alzó la vista y sonrió.Ally:—No me lo digas, Normani te ha enviado con otra dieta. ¡Hemos tenido unas palabras…!
CAMILA:—Sí, lo mencionó, Ally. ¿Espero por si quieres escribirle una réplica?
Ally:—¿Te ha dado algún mensaje para que me transmitas?
CAMILA:—Bueno, sí, pero no creo que sea necesario que se lo dé. Creo que ella ya lo ha dicho todo…
Ally:—Veamos que ha dicho esta vez —Ally rió. Repasaba el menú cuando la puerta se abrió, levantó los ojos y se puso de pie.—Oh, llega pronto…
La mujer que entró era muy hermosa y de estatura mediana, de manera que el despacho de Ally pareció reducirse a la mitad. Tenía el pelo castaño oscuro, y era atractiva a simple vista, con unos ojos verdes esmeraldas hermosos ,que con solo mirarlos te perdias en ellos, y una nariz perfecta que encajaba con su rostro a la perfección,y en el llevaba unas gafas de sol,unos Ray Ban que encajaban perfecto con su estilo rockero-hipter.
Camila notó todo eso con bastante interés. La habría mirado por horas detenidamente sin cansarse ,pero desvió la vista al hacer contacto con los ojos verdes que la miraban detenidamente como si el único centro de atención fuera Camila , y Camila a ella.
La mujer le deseó los buenos días a la monja Ally y observó a Camila con una ceja enarcada.
LAUREN:—¿Interrumpo algo? —preguntó con amabilidad.
Ally:—No, no, para nada. La señorita Normani y yo tenemos ciertas discrepancias sobre la dieta de la señora Bennett. Envió a Camila con el menú e insiste con que es el adecuado…Extendió la mano, sé lo quitó y lo leyó.
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Un Romance Navideño -Camren-
Fiksi PenggemarCuando la única familia que le quedaba a Camila la dejaron de lado en sus celebraciones navideñas, descubrió lo que esa Navidad le deparaba: un amor especial… con una mujer también especial, Lauren.