APRENDIENDO A FILOSOFAR

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Es común a la inmensa mayoría de las personas pensar que la filosofía es inútil, aburrida, y una perdedera de tiempo en sí misma, todos nos sentimos así alguna vez, probablemente los métodos de nuestros profesores de filosofía nos llevaron a ese estado de ánimo. Esto es así debido a que no hemos comprendido qué significa filosofar y la importancia para nuestra vida diaria.

Quizá imaginamos o concebimos al filósofo como un viejo calvo, o despelucado, destruido por la edad, de lentes gruesos, fondo de botella, y de aspecto descuidado diciendo cosas incomprensibles. Sin caer en la cuenta que hay entre nosotros filósofos de corta edad y que gozan de éxito y una imagen agradable dedicados a resolver problemas de toda índole.

Tal como los tiempos modernos trajeron consigo grandes cambios en la economía y la tecnología que nos han hecho olvidar las épocas antiguas, la filosofía se debe reinventar y adaptarse a la nueva forma de asumir los interrogantes que surgen de la cotidianidad, derribando los muros de la soberbia que obstaculizaban el acercamiento a la verdad por esa forma rancia del quehacer filosófico de antaño.

No hay duda que sin ser filósofos de profesión ni de tiempo completo hemos filosofado alguna vez. Seguramente cualquier día vivimos un episodio que nos orilló a pensar en la muerte; o fuimos asaltados por la pregunta ¿Cómo es qué estoy pensando? ¿Existe Dios? ¿Por qué siento miedo? Son preguntas que todos nos hacemos, y las dejamos diluir en nuestra mente por diversas razones, tal vez renunciamos a la búsqueda de sus respuestas porque nos asusta hacer el ridículo en el momento de argumentar lo que concluimos, o por la razón que sea.

  Somos personas debido a que tenemos el potencial de reflexionar y ser críticos, tal es el atributo que nos diferencia de los seres no cognitivos. Y saber filosofar puede marcar la diferencia en la toma de decisiones y en la instrucción de nuestros hijos y amigos; sólo es menester de usar la mente, con igual o mayor intensidad en que usamos los músculos del cuerpo. Adquirir el hábito de pensar con profundidad requiere de una disposición continua en analizar nuestro entorno, las cosas u objetos, las personas, el gobierno, la política, la justicia, y en fin todo aquello en lo que fijamos nuestra atención sin ser necesario lo extraordinario.

Aprender a filosofar nos ayuda a consolidar nuestros valores, a fortalecer las relaciones sociales y evitar seguir ideas que nos exponen al fracaso en nuestra formación como seres poseedores de dignidad.

No hay pasos obligados, ni encontraremos un método rígido a la hora de emprender un desafío filosófico, no obstante hay que asumir un compromiso honesto y objetivo de acercarse a la verdad. Y dotar el discurso de tal sinceridad que otros se puedan servir de los hallazgos o explicaciones y alcancen también la felicidad o la paz tan anhelada por las comunidades.

Es importante e indispensable estudiar los conceptos filosóficos fundamentales acuñados y usados por el común de los pensadores antiguos y de nuestro tiempo a fin de comprender lo que se ha dicho acerca del objeto de nuestra reflexión y construir nuestro discurso argumentativo tan sencillo que lo puedan comprender hasta el menos académico.

El objeto de nuestra reflexión no debería ser otro distinto a aquel que de manera natural nos sorprende y nos maravilla, el que captura nuestra atención sin más pretensiones que desear conocerlo. Si pretendes reflexionar sobre un objeto encargado a fin de encontrar estadísticas, o por simplemente llevar la contraria, la filosofía pierde su esencia más característica, la admiración.

Aprender a filosofar debe ser similar al proceso que cumplen los niños para aprender a caminar, el deseo natural de adquirir la fuerza y el equilibrio para estar de pie, luego disfrutar de ir a todas partes, y seguir a los caminantes, y luego si es posible pasarlos en velocidad y resistencia, pero sobre todo de disfrutar del uso de la creatividad de la mente.

   Aprender a filosofar debe ser similar al proceso que cumplen los niños para aprender a caminar, el deseo natural de adquirir la fuerza y el equilibrio para estar de pie, luego disfrutar de ir a todas partes, y seguir a los caminantes, y luego s...

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