En pandemia 🦠

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Maldito virus de mierda, malditos cubrebocas que no me dejan respirar, malditos olores a alcohol y cloro que hace que me pique la nariz y maldito aislamiento.

Me gusta estar encerrado todo el día en mi casa, voluntariamente, no que me obliguen a hacerlo.

Es el día 72 de cuarentena obligatoria desde que el virus Chino medio mortal y extremadamente contagioso llegó a Corea y se propagó por todo el país, tal cual como en esa película de Netflix que olvidé cómo se llama ¿Virus? No recuerdo.

la silla donde trabajo ya está hundida con la forma de mi trasero, juro que subí al menos 5 kilos, y mi perro, Holly, ya no me soporta alrededor.

Ya terminé de ver todas las series y películas que me interesan y juro por Dios que si Netflix no actualiza catálogo pronto, me voy a hacer TikToker.

Me estoy volviendo loco.

La comida que tenía poco a poco se ha ido acabando y si no quiero morir de hambre o comer croquetas para perro los próximos días, tengo que conseguir más.

Sería fácil ordenar todo por alguna aplicación de envío a domicilio, pero ya me harté de estar aquí encerrado, e ir por víveres es una de las pocas actividades que aún podemos hacer fuera, así que me baño después de 4 días - no me juzguen, estoy ahorrando agua, no es como si alguien además de Holly pudiera ver al vagabundo en el que me he convertido - tomo las bolsas de tela que utilizo para ir de compras, mi cartera, celular y llaves.

Siento que algo se me olvida pero estoy demasiado ansioso por salir y no quiero tardar más intentado recordar qué es.

Me despido de Holly con un beso en su cabeza y cierro bien la puerta para bajar las escaleras y dirigirme a uno de los pocos mercados que tienen autorizado abrir.

Es cuando ya caminé unas buenas 10 calles y veo a las pocas personas fuera, que me doy cuanta qué era lo que olvidé, el maldito cubrebocas.

No hay manera en el infierno de que regrese al departamento, ya caminé demasiado y mi nula condición física me tiene sudando a mares, sigo mi camino intentando ignorar las miradas que me juzgan por no cumplir las reglas sanitarias y pocos minutos después me encuentro a unos metros de la entrada del mercado.

Hay pocas personas formadas, esperando su turno para entrar, y manteniendo la distancia de 1.5 metros que nos obligan a respetar.

Justo en la entrada hay 4 personas con cubrebocas idénticos dando pase dentro del mercado y repartiendo gel antibacterial a todos los que entran y salen.

Me formo detrás de una chica sobre una de las muchas líneas amarillas en el suelo que indican la distancia, y avanzo poco a poco, lento pero seguro.

Cuando al fin es mi turno de pasar, uno de los chicos con antibacterial se coloca frente a mi, no puedo ver mucho de su rostro, pero puedo decir por sus ojos y tono de voz, que tal vez sea unos años mayor que yo.

-Eh... ¿Dónde está tu cubrebocas?

- Lo olvidé. - digo sin más, no necesito dar explicaciones.

- Pues lo siento, pero no puedes entrar, las medidas de higiene son más estrictas dentro del mercado.

Maldita sea, lo que me faltaba.

- Escucha, he caminado mas hoy para llegar aquí que todo el mes y ya no tengo comida en mi departamento - Digo intentado convencer a don las reglas de higiene son más estrictas blah blah - ¿tienen un cubrebocas extra por aquí que me presten?

- No, lo siento, tendrás que venir otro día o mandar a alguien más.

Me rehuso a ceder.

Al mercado en cuarentena (Yoonmin) 🦠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora