Día 11. Lo más preciado.

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Auron
Comprendía sus deseos, pero no creía que pudiese con esa carga, al menos, no él solo.

Ver las reacciones de Luzuriaga al recibir algún maltrato de cualquier habitante del pueblo, le rompía el corazón. Pues él, simplemente tomaba esa forma de ser tratado como algo normal.

Al principio solo sintió lástima, pues como recién llegado, no le conocía de nada y poco le interesaba la vida del resto de los héroes, principalmente porque vivía en un feo cubo de madera.

Y aunque seguía viviendo en el mismo feo cubo de madera, con marco de bloques de oro, solo le bastó ser un poco observador, para enamorarse de la amabilidad que irradiaba su vecino sobre la colina, con el tiempo la lastima se transformó en coraje.

Le repudiaba lo asqueroso que podían a llegar a ser los humanos, especialmente contra los que se caracterizaban por ser seres de pura bondad que les tendían la mano y ellos, tomaban sus pies, arrastrándoles hasta el lugar más oscuro que podía llegar la mente humana.

Por ello había decidido convertirse en psicólogo y de paso, en médico.

Le sorprendía la fuerza que tenía Borja para mantenerse firme en su personalidad, ni el mismo Fargan quien ya se había ganado el apodo de "Sopa de Veneno" con sus minas, podría llegar a cambiarlo, quizás era imposible hacerlo.

O eso pensó en un principio.

Si bien, empezó con uno de sus amigos la campaña a la alcaldía, pronto fue traicionado por el mismo. Lo peor de la situación, es que él se lo había tomado con humor, y mientras diario tenía que colocar los cárteles de su campaña, pues su competencia se encargaba de destrozarlos, sintió su pecho asfixiarle, ¿Cómo podían ser tan crueles, después de que Luzu les había ayudado con tanto esmero?

Así que, en cuanto les pidió a Lolito y a él que le ayudarán con su alcaldía, no lo dudo ni un segundo.

Quería ver a su niño feliz.

Aunque, cuando estuvieron intentando ayudarle con todo el asunto político, él simplemente no les dejó entrometerse, al parecer, solo quería sus nombres como simple formalidad, no para lo que había creído en un principio.

Pero aún así le seguía de cerca.

Sin embargo, el desastre ocasionado, por las niñerías de Rubius en la montaña rusa, fueron la perdición para quién sería el futuro alcalde.

Gritos, golpes, empujones, reclamos, amenazas... Lo atacaban desde todas las perspectivas, hasta él se había quedado en shock por el bombardeo de pensamientos llegando a su mente, cegándole en una sola idea

Matarlos a todos.

Pero, a sabiendas que Luzu preferiría mil veces que no hiciese nada a atacar a sus amigos, se quedo ahí callado, sin poderle ayudar.

Pronto, el castaño sucumbió en un ataque de pánico, obligando a los demás a que se detuvieran.

Y tomando sus hombros, para que no se cayese por sus temblores, se dio cuenta de la fragilidad de ese rayo de luz que tanto le había gustado desde la primera vez que piso Karmaland.

No quería que esa luz se extinguiera.

Y en cuanto Lolito se postuló como alcalde, un día antes de las elecciones, vio su oportunidad.

Luzu no sería alcalde, no era mentalmente sano para él.

Quizás había sido su error no consultar directamente con él antes de actuar, aunque, a pesar de su enojo por la traición al no recibir su voto, no se arrepentía de nada. Había hecho bien en proteger a su niño.

Discord, zorraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora