Hambre De Poder

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Desde la pequeña ventana circular de su cuarto, Quelana, no veía mas que el muro inmenso de la torre de vigilancia, que acaparaba toda la vista, pues a la futura consejera le habían dado el peor cuarto en cuanto a las otras princesas, porque si hablamos de los peores cuartos de todo el palacio, el premio se lo llevaban los sirvientes, que apenas tenían un espacio en lo mas bajo del palacio, con paredes mohosas, donde apenas cabía una cama individual, solo faltaban barrotes para decir que era una celda; el cuarto de Quelana tenía paredes perfectamente pintadas, con tallados circulares en el techo, pero ningún lado de la habitación tenia talladuras de hombres en raras formas como el resto del palacio, de hecho ningún cuarto los tenia, la historia del palacio incluía todo menos los cuartos.

Las inmensas puertas blancas del cuarto de Quelana retumbaban ante golpes bruscos, Quelana sabía que era Quelaag, pues solo ella golpeaba su puerta con intención de molestarla. Quelana abrió la puerta.

-Muévete esclava- dijo Quelaag con su odiosa voz- mi madre te necesita.
Quelana se arregló un poco antes de salir siguiendo a su hermana. Después de caminar un buen tiempo, llegaron a la puerta del gran salón, el cual era inmenso con grandes ventanas, al fondo hacia una pared, estaba el trono de oro de la reina, Eengy que ya estaba enfrente del trono recibió a su hermana Quelaag con un abrazo, y a Quelana con un seco “hola”. La reina que ya las esperaba en el trono, se veía ansiosa y algo asustada.

- ¿Qué es tan importante para que estemos las dos acá? - le pregunto Quelaag a la reina, con la clara intención de fingir que Quelana no existía.

- No hay tiempo para tu inmadurez- respondió algo preocupada la reina. La intriga de las hijas al ver que su madre no decía nada las desesperaba
- Madre, ¿Qué pasa?- espeta Eengy.

Izalith se toma un momento, y al fin responde - Gwyn ha muerto - la reina se tomó un momento para continuar- en dos días será el funeral.

Las hijas asimilando la noticia no sabían que decir.

Entonces la reina continuó - ahora Kalameet es la única reina.

-Pero, ya lo ha sido desde hace algún tiempo- menciona Quelaag.

- Si- afirma Izalith- pero Gwyn aun controlaba en algo las decisiones de Kalameet.

- ¿En que nos afecta eso madre? – preguntó Eengy.

- Ustedes lo saben- afirmó la reina.

- Solo son rumores- dijo Quelana.

- Es la primera vez que dice algo que tiene sentido - suspira Quelaag con una leve sonrisa.

- ¿Rumores? – preguntó de nuevo Eengy.

- Al parecer, es una sanguinaria de muy poco temperamento - dijo Quelaag de manera calmada - imagina que Anor Londo, el reino más grande y poderoso de los últimos cien años tenga una reina así.

- ¡No son rumores! – gritó la reina, las hijas dejaron de sentirse tan despreocupadas ante la reacción de Izalith.

- Esa reina no es nada que hayamos visto antes - espetó en voz baja, pero con gran seriedad - hace unos días, visito una pequeña aldea, ya saben, de esas que sobreviven por si solas, Kalameet, les ofreció ser parte de Anor Londo, los habitantes se negaron, al día siguiente, la aldea no existía, unos pocos sobrevivientes relataron que Kalameet acabó con todo lo que habían construido, que esa “Diosa” les lanzo rayos tan veloces que nadie pudo escapar, ahora creen que ella es una divinidad.

Las tres hijas ni siquiera reaccionaron, se quedaron imaginando como es que algo así era posible.

-Es por eso…- dijo Izalith interrumpiendo la imaginación de sus hijas- … que mañana se dará una reunión aquí.

- ¿Reunión? – preguntó Quelana.

- Derrocaremos a la reina Kalameet- dijo con firmeza Izalith- el hambre de poder que tiene la reina de Anor Londo se ha manifestado, debe ser eliminada antes de que sea ella quien erradique nuestra existencia.

Almas De Acero Vol.1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora