013.

470 45 23
                                    

El día lunes llegó nuevamente, otra semana más para la lista, aunque había algo extraño, un aura incómoda.

En la clase de ciencias hicieron un experimento, y Yena casi hace un desastre, pero Yuri rescató su trabajo y terminaron sacándose una buena calificación de todos modos.

La siguiente clase, Yena tuvo que irse a rendir un examen que debía, así que se ausentó toda la clase de lenguaje, Yuri estuvo triste porque realmente quería ver si la pelimorada había avanzado algo en su redacción luego de tantas clases.

Tocaron para recreo y todos salieron, Yena no llegaba y eso alertó a Yuri, aunque luego de un tiempo se dispuso a dormir para esperarla.  Las dos amigas que tenía habían comenzado a salir, y parecía como si se hubieran ido a otro mundo. Por lo que la mayoría, por no decir todo el tiempo, se la pasaba junto a Yena.

Sintió un toque en su hombro y se levantó de inmediato pensando que era la pelimorada, pero se llevó una desagradable sorpresa al ver a la delegada detrás de ella.

— ¿Podemos hablar?

Yuri asintió y se levantó de su asiento, arreglando su falda. Absolutamente estaba confundida, salieron hasta el patio del lugar y se sentaron en las sillas debajo de los árboles. La rubia jugaba con sus dedos algo nerviosa.

— Tú eres amiga de Yena, ¿no?

Yuri asintió algo nerviosa.

— Eso es perfecto. Sabes, a mí me gusta Yena. Y yo le gusto a Yena. Así que espero nos apoyes en nuestra relación, teniendo en cuenta que eres su amiga. Incluso hemos dado el siguiente paso...

La rubia la miró, más que confundida, algo molesta, no sabría definir exactamente cuál era la sensación.

— ¿Siguiente paso? ¿A qué te refieres?

La delegada sonrió y tomó su rostro con ambas manos, forzando un sonrojo.

— Es vergonzoso, considerando que tú eres su amiga... Ya sabes, Yena y yo tuvimos relaciones...

Yuri no pudo evitar cerrar los puños arrugando su falda. Pensó que la estaba molestando solamente. Eso era lo que quería pensar.

— ¿Qué? ¿Es broma? Eso es imposible...

La delegada se mordió el labio y jugó con su cabello. Yuri no entendía qué ocurría y tampoco quería continuar.

— Sus labios saben a durazno, ¿y sabes? tiene una extraña obsesión con besar en el cuello.

Yuri no pudo más e intentando contener algunas lágrimas de impotencia, salió de ahí. Caminó hasta su salón, tomó sus cosas, no le importó nada, salió de la escuela sin permiso y corrió hasta su casa. Lo único que quería era llegar a su hogar y largarse a llorar. Se sentía usada, manipulada, como un juguete que ya no sirve y que terminan reciclando.

Yena llegó a la sala y se percató de que Yuri no estaba ahí, y sus cosas tampoco. La llamó por teléfono y la primera vez no contestó su llamado, la segunda el teléfono marcaba apagado. Se preocupó un montón y la siguió llamando, pero no contestaban. Sólo pudo desear que estuviera bien y que nada malo le hubiese pasado, ya le preguntaría mañana qué le había ocurrido.

classmates;; yenyulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora