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Escuche rumores de esta escuela, que era sosa y que sus estudiantes eran unos engreídos, estuve de acuerdo en que pre adolescentes de dieciséis años manejando 4x4 era demasiado, aún para el hijo de un aficionado por los motores, lo era estoy seguro. Desde que las ciudades tienen nombres los habitantes han buscado la distinción, incluso en los pueblos pequeños las urbanas luchan entre ella por rejas para proteger a sus asentados y otros en cambio, prefieren la comodidad de un largo pasillo hasta encontrar la salida todos los dias, como sea que se le haya ocurrido la cotidianidad debieron verlo florecer cuando mi nombre no estuvo decidido. De todas formas de un adolescente de clase media blanco, tenía que ser fácil.

— ¿Quieres que te acompañe, cariño?

— No padre, estaré bien.

¿Qué era lo peor que podían hacer? Atentar contra mis gustos musicales, herir mis emociones evidenciando mi falta de contextura física, bien podían intentarlo yo no pensaba buscar enemigos. Además, confiaba plenamente que nadie intentaria sacar a relucir lo mi baja estatura, por considerarlo todos, obvio; y por lo delgado de mis huesos pensaba incluso de que podía llegar a ser popular. Una cosa tenía contra ellos, era un chiquillo atractivo por lo que debí parecerle muy mono a todos el primer día. El primer día.

No ha venido Roberto. —me dijo una chica, a quién segundos después de mi ingreso al aula había pedido amablemente cederme el lado de su carpeta. — Puedes sentarte hoy.

Prefería tomar un lugar permanente durante el semestre, se lo agradecí de buena manera pero no lo ocupe. Tres asientos más lejos del pizarrón, había una carpeta vacía, en la esquina derecha del aula, junto a un chico que descansaba la cabeza sobre su carpeta. Fui hacia él.

Las tres horas de clases fueron introductorias, los maestros hablaron sobre viajes, labores de fin de semana, la profesora de historia parecía más entusiasta por haberse dado el trabajo de aprenderse el nombre de todos sus alumnos. En cuanto a mi, pasé inadvertido de todos, no era ruidoso ni me mantuve tan callado, fui uno más el primer día.

Por lo que si, puedo decir que mi primer día en la escuela fue bueno.

Papá tenía el auto estacionado fuera de la escuela cuando descendi las escaleras, no hubo nadie tratando de atropellarme en la jornada, ni un solo resbalon, hasta puedo recordar que me sentí estafado. Por eso cuando subí al coche de papá, no lo salude de buena manera, me senté atrás y rehui la conversación todo el trayecto. Hoy puedo explicar como me sentía, me sentía decepcionado como ya lo he dicho, pero no de la escuela sino de mi mismo.

Pase inadvertido, invisible. Todos volvieron a casa ese día con algo que contar, yo solo le dije a papá que todo estuvo bien y fue verdad.

Policia: ¿Pero Roberto cambió eso verdad? Nunca pasate inadvertido cuando lo conociste.

Recluso: Si.

Roberto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora