Me salte la primera hora de clase, tenía un ridículo plan por el que aguardaba en el pasillo junto al que averigüe era el casillero de la chica que quería invitarme a la fiesta. Todos los casilleros eran verde pero el de ella tenía el dibujo de una flor echa con crayón amarillo que se diferenciaba.
— ¿Le vas a meter saliva? —resonó una voz justo a mis espaldas. — No trates de abrirlo metelo por los agujeritos de arriba.
Este era Danny, el del salón de clases, traía las manos pegagozas de un rojo que evidentemente era producto de la bola de chupetin que se estaba metiendo a la ensalivada boca.
— Hazlo así.
Sus pegajosas manos reptaron sobre el casillero de Laura a tiempo que lo detenía. Cielos debí cerrar los ojos cuando lo tomé de la mano, me humedeci de salíva.
Roberto pasó junto a nosotros.
— Deja de jugar Danny.
Los espie un poco. Roberto iba al frente como todo un líder, lo seguía Danny de cerca casi pisandole los talones, ninguno se veía preocupado por la clara tardanza a la que se encaminaban, ni siquiera parecían notar que la clase ya iba a terminar.
— ¿Por qué?
Me encamine tras de ellos, rápido casi trotando hasta alcanzarlos. Yo había decidido no entrar pero ahora ellos que habían llegado después de mi lo hacían no sonaba justo. ¡Alguien tiene que respetar el orden de las cosas por Dios! Limpiandome la salíva de Danny en los pantalones, les pedí que pararan.
— ¿Pará qué? —preguntó Roberto.
— Pará entrar todos juntos. —no sabía que otra excusa poner.
Ninguno contesto, Roberto abrió la puerta como si se dispusiera a abrir el cajón de medias al medio día. Ingreso sin saludar y fue directo a su lado del salón, Danny lo siguió siendo un tanto ruidoso en sus pasos, a Roberto nadie volteo a verlo a Danny si, ahora todos me miraban a mi.
— Disculpe profesor.
Mi asiento estaba vacío, no había trancazos en el suelo, sólo la mirada de desaprobación de Roberto cuando atraje la atención. Le murmure un qué desinterésado y él me ignoro.
Yo tenía que ignorarlo, yo podía mirar a otro lado hablar con cualquier otro compañero yo podía elegir cambiarme de lugar, yo podía ignorar a Roberto porque yo era el nuevo. Sin embargo todo seguía su paso como si en el orden de las cosas fuera normal que ingresara retrasado junto a ese par de desadaptados.
— Hey, desadaptado.
— ¿Qué? —me gire hacia Roberto. —¿Qué quieres?
Una mueca apareció en su rostro, una media sonrisa burlona.
— Él profesor te está preguntando algo.
Fue tarde cuando ya paraban de reír que comprendí mi error, Roberto estaba hablando con Danny, yo estaba avergonzado, el profesor no me conocía así que pidió mis datos. Qué estaba pensando cuando le respondí el "desadaptado"
Durante el almuerzo ocupe un lugar vacío en una esquina del comedor. Medite en dos cosas, la primera de que si sacaba mi ordenador portátil parecía un hacker, ya lucia como uno de todos modos. Traía el pelo muy corto y la casaca solo me encogia más. Lo segundo era que me había equivocado con ese par, si tenían más amigos, que digos más. En su mesa del almuerzo habían cuatro personas sin contarlos, todos reían las bromas se oían en todo el lugar, Roberto se veía el más serio no era efusivo como los otros, a Danny uno lo tenía del cuello. Supongo que yo si era el nuevo después de todo.
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Roberto
Teen FictionTodos conocen a este chico, es ese compañero de escuela que paso junto a tu lado un lunes que subias las escaleras enojado, ese chico que nunca quisiste conocer, y cuanto me alegro.