2

11 2 0
                                    

— Largate.

Así conocí a Roberto.

— ¿Andy, quién es este idiota?

No espere a que llegarán los insultos, el asiento junto a la agradable muchacha del día anterior continuaba vacío.

— No. —se apresuró ella. — Hoy vino Roberto.

Yo no lo veía por ninguna parte, pensé, ni tan solo sabía si era verdad que había asistido ese día. No había más asientos vacíos por lo que espere de pie junto al pizarrón hasta que el profesor de turno llegara de una vez y me ubicará, empezaba a detestarme por quejarme sobre la tranquilidad del día anterior.

Susurraban, las chicas me veían mucho, un grupo de ruidosos estaban hablando de mi, muy alto. Busque mi tranquilo lugar en busca de familiaridad, el chico que me había echado lo ocupaba, junto a su amigo hablaban muy animados de algo, buscarlo me avergonzo, solo me confirmaba que si era su lugar, que nunca fue mío, que esté aula era de alguien más. Puede que en el transcurso de esos interminables minutos hubiera pensado tonterías pero fue como me sentía, como un tonto.

— Señor Jonson, al fondo. —dijo la profesora de Historia que conocimos ayer. Bien hecho, dije yo, gracias por aprenderse los nombres.

La fila fue la misma, solo que ahora ocuparía el asiento detrás del tal Andy que nada insoportable se había comportado el primer día.

— Roberto. —le escuché decir. —Este parva es nuevo.

¿Roberto?

Risas

Había sido bautizado con un trompeton contra el suelo, no acaba de entender de que había sido renombrado como el nuevo de aula cuando encontré el par de rostros bulones frente a mi.

Me aléjare de ellos, prometí.

Dos días logré colarme lo suficientemente hasta pasar invertido. El tercer día me encontré a Roberto retirando libros de su casillero, camine sin preocupación por su lado cuando Laura Bastgin cruzó al tiempo que a ir quedábamos a la par.

— El sábado hay en una reunión eno casa. —tenía que estar ocurriendo ahora. — Está es tu invitación.

Quería llegar al otro extremo, llegar rápido.

Roberto cerró su casillero desinteresado, se llevó la mochila al hombro y empezó a seguirme.

Yo caminaba rápido, Roberto desinteresado pudimos llegar al aula sin problemas, olvidarnos uno del otro adentro y seguir ignorandonos hasta graduarnos, pero ella no nos dejó. Los pequeños tacones nos seguían, yo no iba parar no  conocía a nadie aún esa invitación no era mía.

— Te llamas Tyler, ¿Verdad?

Entonces me detuve.

— Ven a la fiesta, conocerás a todos.

Ésta chica que no conocía me estaba invitando a una fiesta, era insistente y además muy preciosas, yo estaba por ponerme a tartamudear.

— Camina.

Roberto me tomó del brazo, me jalo tras de si al aula, me arrastró por el pasillo como a una cartulina que acaba de recordar que tenía que llevar a clase.

Me tiro sobre el asiento de Danny y este último me quito de ahí para arrojarme hasta mi mesa. No me rompí ni una costilla ni se porque me deje tirar por ese par de idiotas, lo que sí sé es que tenía el rostro de esa hermosa chica en mi mente.

¿En que otra vida se me presentaría esa oportunidad?

La clase fue entretenida porque invente miles de respuestas que le pide dar a esa chica y otras miles de formas en que me vengaria de Roberto.

Policia: Entonces si querías hacerle daño a Roberto.

Preso: Solo quería que las cosas hubieran sido diferentes.

Roberto Donde viven las historias. Descúbrelo ahora