Ya estaba anocheciendo en el pueblo de Karmaland, algunos héroes ya habiendo terminado su jornada, se iban a su hogar, para otros recién empezaba el trabajo.
Para su mala o buena suerte (dependiendo que tan aventurero sea el héroe) vigilar en la noche era más arduo que en la mañana, la complejidad era el doble o triple.
Pero eso a Vegetta le encantaba, siempre pedía el turno de noche para divertirse encontrando poderes, matar bichos y así tener armas mamadísimas o para la verdadera razón: poder estar un momento en paz.
No tenía que estar demostrando que era "El gran Vegetta", "El héroe de héroes". Esos títulos los había ganado hace un tiempo atrás, cuando salvó a Karmaland de un clan que quería nuevas tierras. Desde allí se hizo muy popular, no había mujer del pueblo que no soñara ser la esposa de él. Los demás héroes lo respetaban y admiraban. Los aldeanos le regalaban joyas, comida, hechizos, lo que el desease.
Simplemente estaba harto, sentía un peso que no quería soportar.
Pero nació para esto.
"Si no eres el mejor, no eres nada Vegetta"
No había día que no escuchará estas palabras, siempre puntuales, siempre molestas.
Solo quiere ser amado, él no es solo Vegetta, el héroe.
Él ama el morado, le gusta cocinar galletas, le tiene miedo a las tormentas, le encantaría tener un gato y llamarlo Kira.
Mientras el azabache paseaba por las afueras de Karmaland, se encontró con un lago que reflejaba la luz de la Luna.
Jamás había visto aquel lago, y jamás había tenido la inmensas ganas de llorar en el mismo instante que se dio cuenta que el cristalino reflejaba la Luna. Siendo está la única espectadora de lo que hacía el azabache, él se sintió desnudo y cohibido, sentía que había sido descubierto y nada más que por una diosa, la Luna.
Se sentó, abrazó sus piernas y lloró.
Lloró porque era falso con todos.
Lloró porque no tenía amigos.
Lloró porque sentía que nadie lo quería.
Lloró porque nadie lo amaba.
Lloró porque se odiaba.
Y lloró porque el jamás cambiaría eso, era un cobarde, y él lo sabía.
- Soy un hombre, soy un hombre, maté al conejo...yo, yo lo maté. Nadie es más fuerte que yo, todos me aman porque soy un héroe, sí.
Lloraba mientras decía esas palabras. Paralelamente a lo que estaba pasando en ese lago, había un castaño que observo todo desde el inicio.
Se quedó perplejo, "¿ese no es Vegetta?" Pensó.
Jamás lo había visto tan vulnerable, diciendo tales palabras.
No hizo nada, no podía hacer nada, ¿que haría un bueno para nada?
No podía derrotar a bichos, ni minar sin orinarse del miedo, tampoco podía pelear.
Se sentó y miro la Luna. Eso era lo único que podía hacer, sintió que alguien debía escuchar su dolor sin pedir explicaciones. Entendió que debía quedarse allí para hacer real el sufrimiento del azabache.
Si nadie escuchaba como lloraba, el dolor de Vegetta no sería real, ya que nunca se supo la existencia de uno.
Ahora los dos sabían el dolor de uno.
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Destino - Rubegetta
RomancePara ser un verdadero hombre debes matar al conejo Vegetta. Para proteger Karmaland debes ser un hombre. ¡¿Eres un hombre Vegetta?! -Lo soy, ¿lo hice bien? Rubius se fue, ya que no eres un hombre. ••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••••...