𝐇𝕚𝕤𝕥𝕠𝕣𝕚𝕒 𝐈𝐈: 𝐄𝕝 𝐑𝕖𝕝𝕝𝕒𝕟𝕠

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Subiste las escaleras, queriendo y creyendo formar una familia. 

Y las familias se formaron, pero ninguna era la tuya; así que intentaste por todos los medios unirte a ellas. Y tropezaste, te agarraste al pasamanos recién encerado y resbalaste. Ahora te apoyas en la barandilla y no ves que la escalera tiene otros rellanos con puertas y pasillos. Y tu insistes en quedarte ahí, mirando a tu familia a través de los barrotes. Están hablando y tu mirando, porque ya no recuerdas como se hablaba, así que les escuchas. 

Y también escuchas a tu vieja familia llamarte con entusiasmo desde otro rellano, pero no quieres bajar esos escalones que tanto te costó subir. Y también escuchas otra puerta que se abre y otra que se cierra no mucho más lejos. Y también escuchas a gente haciendo ruido al fondo de un pasillo, algunos riendo y otros llorando. 

Y a veces, no escuchas absolutamente nada. 

Cambias el peso de un pie al otro, estar apoyado en la barandilla es incómodo pero es que ahí no hay nada más, es un rellano. Los rellanos no invitan a quedarse, no tienen sillones ni ventanas; sólo son rellanos. 

Y tú sigues ahí, apoyado en la barandilla, sonriendo a todo el que pasa a tu lado. Porque pasan, están de paso; nadie se queda, eternamente, en un rellano. 

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Ok, ok. Puede que esta historia os haya rallado un poco la cabeza, pero ese es el propósito, no? Pero ahora no molestéis a los vecinos en el rellano, eh? Que ya veo a alguno ahí mirando por las barandillas. Pero bueno, espero que os haya hecho pensar bien a fondo, y que os haya gustado.

Saludos Siseantes 🖤

Cuentos Para Antes de MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora