Prólogo.

6 1 0
                                    

"La maldición de Ciennaga."


Hace exactamente ochocientos años había existido una bruja llamada Ciennaga, había tenido una hija con su esposo, Henrik, la habían nombrado Venus. Todos en Ianitor estaban emocionados de recibir a una nueva criatura en el pueblo.

La niña había crecido fuerte y sana desarrollando sus poderes a las diez primaveras. Se dejaba guiar por sus emociones y terminaba cometiendo errores.

Tenía una actitud osca y engreída. A ella no le gustaba Rufus, el gato de su madre, no le gustaba su pequeña nariz rosada ni sus bigotes blancos, odiaba su pelaje gris y sus maullidos. Venus era consciente del poder que poseía y un día en el que estaba llena de ira porque su padre no había querido comprarle una muñeca Rufus se atravesó en su camino, el gato apareció al día siguiente en el jardín de la casa con el cuello quebrado y sangre saliendo de su nariz, pocos en el pueblo se enteraron.

A las once primaveras tenía un amigo llamado Theo, él era igual que ella, había desarrollado sus poderes a los diez, ellos jugaban a cazar mariposas en el parque y quitarles sus alas. Se divertían mucho cazando animales indefensos.

A las doce primaveras a Venus la rechazó un chico, Theo se enojó y lo llevó al bosque, su amiga llegó después, al niño lo encontraron muerto dos días después. Todo el pueblo se enteró esta vez.

Hallaron magia en el cuerpo y los Aliados se vieron involucrados, se realizó un rastreo y dieron con Theo y Venus.

Fueron llevados frente al Concilium. Se tomó una decisión en donde se vio involucrado todo Ianitor y su respectivo Aliado.

Ciennaga y Henrik estaban devastados, le iban a quitar la magia a su hija, ella era especial, era única, iba a ser grande y su madre no podía permitir que eso sucediera.

Ella y su esposo se habían infiltrado en el castillo del Concilium, buscando a su hija y al otro niño, cuando los encontraron en una habitación ninguno de ellos podía moverse, los habían inmovilizado con un hechizo. Ella y su esposo trataron de liberarlos utilizando su magia pero eso no sirvió de nada.

A los pocos minutos los encontraron y fueron llevados a los calabozos del castillo.

Eran las doce de la noche cuando el Concilium realizó la ceremonia para retirar la magia de Venus y Theo.

La ceremonia de regresión era peligrosa para ellos ya que eran niños, y se les iba a quitar una parte de ellos.

Los niños fueron puestos en el circulo más pequeño, un Aliado estaba en el circulo más grande y cuatro Aliados más estaban en la dirección de los puntos cardenales.

Cuando todos estaban en su lugar los dos círculos centellaron con fuego, las seis personas hablaban con sincronización un idioma que ellos no entendían, tenían sus cabezas hacia abajo cubiertas por una capucha negra y sus brazos estaban extendidos, pronto dejaron de hablar y empezaron un canto en un tono muy bajo, era un sonido grave y luego agudo y grave y agudo, y así duraron un par de minutos.

Venus y Theo empezaban a sentirse agobiados. Sus palmas se encontraban contra el suelo junto a sus rodillas, el pecho de los dos se iluminó con una luz dorada que se iba extendiendo hacia sus dos brazos para después fusionarse con el suelo, todo el circulo donde ellos yacían estaba iluminado.

Los niños empezaron a gritar de dolor, su pecho se oprimía y ardía por donde la luz se hallaba en su cuerpo.

—¡Mami, duele! —dijo Venus sollozando—. ¡Haz que pare! 

—¡Por favor! ¡Basta! —Le siguió Theo con voz quebrada—. ¡Quema!

Los dos se encontraban llorando ahora, pero los Aliados siguieron, la luz en su pecho y brazos iba desapareciendo y cuando el último punto brillante dejó su cuerpo los cantos cesaron y el fuego se desvaneció. Las seis personas se quitaron la capucha de la cabeza y asintieron entre sí.

—Hemos finalizado.—les dijo uno.

—Mantenedlos en observación.

Los levantaron y fueron llevados a un cuarto con dos camillas. Tenían trapos en la frente y las axilas, a Venus le habían hecho quitarse su vestido azul con mangas fruncidas y flecos en la falda, ahora solo tenía un camisón largo que no era de su agrado, sentía muy dura la tela y no tenía ni un poco de color. A Theo le habían quitado su traje, él no podía porque era el que más débil se encontraba de los dos, él también tenía un largo camisón pero a diferencia de su amiga no le importaba la tela o el color. Por la noche y la mañana les daban un horrible té de hierbas no identificadas por ellos.

Una semana y Theo no mejoraba, Venus había empeorado. Las familias estaban afligidas, Ciennaga y Henrik estaban resentidos con el Concilium. Tessa y Emilio, los padres de Theo, estaban preocupados por su hijo, pero ellos entendían las acciones de los Aliados.

Dos semanas, la temperatura de Theo y Venus había aumentado, sentían dormidas sus extremidades y la garganta seca y cerrada. A los doce de la madrugada ambos fallecieron.

Las dos familias estaban devastadas, Tessa y Emlio lloraban desconsolados y Ciennaga y Henrik ardían de furia y dolor.

Los padres de Venus habían ido a enfrentar al Concilium un día después de la muerte de su hija. Querían una recompensa pero lo que obtuvieron fue un no por respuesta.

—¡Me habéis arrebatado a mi hija! —gritó Ciennaga—. ¡Y vais a pagar por eso!

De sus manos salieron llamas rojas, y el cuerpo de ella se elevó en el aire.

—Dos niños serán su perdición, su magia os destruirá, y buscarán redención, su mundo se verá afectado, pues su magia será algo jamás admirado y cuando vengan temblad, ¡Temblad porque ese será su final!

Los cinco se pararon de las sillas que estaban enfrente del salón, Ciennaga había expandido sus manos hacia los lados y su magia se extendió por todo el lugar, Henrik estaba parado allí con una sonrisa de lado. Sí, su mujer hacía ese tipo de locas cuando no obtenía lo que quería, pero siempre daba soluciones, porque le gustaba que la gente tuviera opciones.

—Cuando la estrella más brillante del cielo aparezca y sea acompañada por el fuego de vida larga el terror en la tierra cesará.

Los Aliados decidieron actuar en ese preciso instante, todos gritaron 'Altum' enviando una bola de energía hacia los dos brujos parados en la sala, sus manos y tobillos fueron apresados por grilletes, porque así era como solucionaban todo, con el calabozo, Henrik los creía cobardes.

Al día siguiente de haber sido encarcelados, los brujos de guardia reportaron la muerte de los dos esposos, ambos en una celda distinta, pero en posición como si estuvieran tomados de la mano.

————

Ya con solo el prólogo estoy emocionadaaa.

Voy a esperar un par de semanas para que más personas se unan, yo con 3 personas que lean ya soy feliz. :v

Si se quedan después de esto ya saben que los loveo mucho. 😚

Concilium.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora