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ANASTASIA

Era domingo y el sol acariciaba suavemente mi ventana cuando desperté. Eran las 9:00 a.m. Me levanté con calma, tomé una larga ducha y comencé a acomodar las pocas cosas que traje al apartamento. Mi rincón favorito, sin duda, era la ventana: desde allí podía ver el corazón de la ciudad y, más allá, un parque lleno de árboles que se mecían con la brisa. Me sentía esperanzada.

Tomé mi bolso, un libro y salí. Aún no conocía mucho la ciudad, pero siempre he sentido una conexión con la naturaleza. Al llegar al parque, me senté en el césped, abrí Los ojos de mi princesa de Carlos Cuauhtémoc Sánchez y me sumergí en sus páginas. El mundo exterior se desvanecía.

JEY

Desperté con un leve dolor de cabeza a causa de los tragos de la noche anterior. Me arrastré al baño y dejé que una ducha helada me devolviera a la vida. Aún tenía en mente aquella sesión de fotos, así que antes de salir, envié las mejores tomas a las chicas… y le escribí a una en especial:

—¿Quieres salir hoy? Algo casual.

Agarré mi cámara, desayuné en mi restaurante favorito cerca del parque y, como era costumbre, caminé hacia aquel lugar donde siempre encontraba inspiración para mis fotos.

Mientras ajustaba el lente, la vi.

Una chica sentada sobre el césped, leyendo. Su piel trigueña brillaba bajo el sol, su cabello largo caía con naturalidad sobre sus hombros, y su figura… simplemente perfecta. Había algo en ella: calma, dulzura, una belleza serena que me atrapó. Apunté mi cámara y capturé el momento. Quizás nunca la volvería a ver.

Justo entonces, vibró mi celular.

Era Camila.
—Claro que me encantaría salir contigo, Jey. Nos vemos en New Party a las 8:00 p.m.

Respondí con un simple "OK". Cuando volví a mirar hacia el césped… ya no estaba.

—Rayos… —susurré con un suspiro—. Mi chica perfecta se ha desvanecido… pero me queda su recuerdo.

ANASTASIA

Pasé varias horas en el parque. Sentí una paz que no recordaba, aunque por momentos me invadía la sensación de que alguien me observaba. Tal vez solo era mi imaginación…

Ya de regreso, en mi habitación, miraba por la ventana sin hacer mucho. Entonces sonó mi celular. Era May, mi ex. El mismo que no quiso apoyarme cuando decidí mudarme, el mismo que intentó forzarme a algo para lo que no estaba lista.

—¿Hola? —contesté, algo molesta.
—¿Cómo estás, amor? ¿Llegaste bien?
—Bien, gracias. Estoy ocupada, hablamos luego.
—¡Espera, Ana! Por favor… perdóname por lo que hice. No quise presionarte. No quiero perderte.
—May… ya no significas nada para mí. Lo nuestro terminó. No vuelvas a llamarme.

Colgué. Cerré los ojos y me dejé caer sobre la cama, imaginando cómo sería mi primera vez… con alguien que realmente ame. Que me haga sentir segura, amada. Que me mire como si fuera lo más valioso del mundo. Me estremecí al pensar en sus besos, sus caricias recorriendo mi cuerpo como si fuera un mapa sagrado.

JEY

Eran casi las 8:00 p.m. Aún pensaba en aquella chica del parque. Sus ojos, aunque ni siquiera los vi de cerca, me perseguían. Tomé un taxi y llegué a la discoteca. Camila me esperaba ya con una sonrisa brillante.

—Cami, disculpa la demora, hubo tráfico —mentí.
—No importa, mi amor —me dijo, abrazándome.

Fuimos por unos tragos, bailamos. Su cuerpo se movía con facilidad, sensual, provocador. Pero mi mente… aún se quedaba atrás, en el parque.

Más tarde, ya en su apartamento, Camila me besó con intensidad. El ambiente se volvió más íntimo, el deseo creció rápidamente. Nuestros cuerpos se unieron en una danza frenética de piel y aliento. Fue intenso, físico, carnal… pero vacío.

Mientras ella dormía, me vestí y pedí un taxi. En el camino de regreso a casa, saqué la cámara y vi la foto de aquella chica en el parque.

—¿Quién eres…? —susurré.

Y por primera vez en mucho tiempo, me sentí incompleto.

MI CHICA PERFECTA 😍 [En Edición] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora