JEY
Salimos a caminar. Afortunadamente, la casa de los padres de Lucía es enorme, con un jardín lleno de flores y árboles que parecen susurrar secretos. Me encanta estar en la naturaleza. Hay algo en el aire fresco y la tranquilidad que me relaja… aunque, hoy, tener a Anastasia a mi lado hace todo más especial.
Comenzamos a platicar. Su timidez es evidente: apenas me mira cuando le hablo. Pero eso, lejos de alejarme, me encanta aún más.
—Mi amigo Andrés me dijo que estudias Literatura —le comento con una sonrisa.
Ella asiente.
—¿Te gusta leer mucho? —pregunto.
—Sí, demasiado —responde con dulzura.—¿Y tú? ¿A qué te dedicas? —me pregunta de pronto, con curiosidad.
—Soy fotógrafo. Amo capturar momentos, luces, emociones... —la miro directamente a los ojos—. Y, la verdad, me encantaría tomarte unas fotos. Tienes algo especial. Tu sencillez, tu timidez... Me atraen. ¿Te gustaría?
—No lo sé... No soy de tomarme muchas fotos.
—¡Vamos! Arriesgarse a veces no está mal. ¿No te gustaría hacer cosas nuevas?
—Me da miedo... No suelo salir de mi zona de confort.
—Di que sí. Solo por hoy, sin presiones.
—Lo pensaré —responde finalmente, con una pequeña sonrisa.
—Está bien. ¿Me regalas tu número? Así podemos hablar.
—Claro.
Las horas pasaron entre risas, anécdotas y silencios cómodos. Me encanta su forma de ser. Pero llegó el momento de llevarla a casa. Fuimos a buscar a Andrés y a Lucía para despedirnos. Luego pasé por mi cámara, que había dejado en una de las mesas.
Durante el trayecto, se me ocurrió una idea que no podía dejar pasar.
Cuando llegamos al apartamento de Anastasia, la acompañé hasta la puerta. Antes de que se despidiera, me armé de valor.
—Ana... tengo la cámara conmigo. ¿Puedo tomarte las fotos ahora? Serán solo para ti. Te lo prometo, nadie más las verá.
Ella frunció los labios, pensativa.
—Está bien —respondió finalmente—. Pero prométeme que nadie las verá.—Te lo juro.
ANASTASIA
Al entrar, Jey se fijó en los estantes llenos de libros.
—Tienes un lugar muy lindo —dijo mientras recorría con la mirada el apartamento.—¿Dónde tomarás las fotos? —pregunté, un poco nerviosa.
—Estaba viendo el espacio, pero... ¿hay algún lugar con más luz?
—Podemos ir a mi cuarto. Hay una ventana con vista a la ciudad y al parque que me encanta.
—Perfecto —dijo, entusiasmado.
Ya en mi habitación, Jey se acercó a la ventana.
—Tienes razón. Este lugar es perfecto.—¿Y ahora qué hago? Tú eres el profesional —le dije entre risas nerviosas.
—Estás hermosa, no necesitas hacer nada. Solo siéntate frente a la ventana. Toma este libro... y actúa natural.
Sonreí. Él tenía una forma de hablar que me hacía sentir segura.
Pasó el tiempo. Me tomó varias fotos en la ventana y también algunas en la cama. Mi cuarto se convirtió en un escenario lleno de luz y calma.
—¿Puedo ver las fotos? —le pregunté con timidez.
—Claro, mi chica perfecta... —se le escapó. Se detuvo al instante—. Perdón, se me salió. No fue mi intención incomodarte.
—Voy al baño —dijo, algo apenado.
Me senté con la cámara en las manos. Comencé a revisar las fotos. Son hermosas... pero una imagen me detuvo el corazón.
—¿Qué es esto...? —susurré, con el corazón palpitando.
Era una foto mía. Yo estaba en el parque, sentada en una banca, leyendo. Era de hace semanas... antes de conocerlo.
Esperé a que saliera del baño.
—Jey… ¿por qué tienes una foto mía en el parque? ¿Tú me conocías?
JEY
Me detuve, tomé aire. No podía mentirle.
—Déjame explicarte. No pienses mal, Ana. Ese día yo estaba en ese parque por casualidad. Te vi, y tu imagen me atrapó. No sabía quién eras, pero había algo en ti... tu expresión, tu paz. Y tomé la foto. Jamás imaginé que te volvería a ver. Cuando Andrés me habló de ti, no supe que eras la misma chica... hasta que te vi en la universidad. Me quedé en shock. No te seguía, ni te buscaba. Solo fue... el destino.
Guardé silencio un momento antes de agregar:
—Me gustas, Anastasia Launer. Mucho. Pero tengo que ser sincero: no quiero una relación seria. El amor... no creo en eso. No soy ese tipo de chico. Mejor me voy. Perdón.
—¡Espera! —me detuvo con firmeza—. ¿En serio te gusto?
—Sí. Pero ya sabes lo que pienso...
—Tú también me gustas. Pero yo sí creo en el amor.
Nos miramos en silencio. No había nada más que decir. Así que la besé. No por impulso, sino por necesidad. Porque, aunque pensemos distinto... ella es mi chica perfecta.

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MI CHICA PERFECTA 😍 [En Edición]
Novela JuvenilMi chica perfecta narra el inesperado encuentro entre dos almas muy distintas. Jey Michelson, un apasionado de la fotografía, es un joven escéptico que no cree en el amor. Anastasia Launer, estudiante de literatura, es una chica tímida, sencilla y d...