Parte 2

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-¿Ahí fue cuando decidió dedicarse a la arqueología? –preguntó el suboficial con un tono burlesco. Ahora, más que alterado, se encontraba intrigado.

-Nose me adelante, oficial, eso viene después. En fin, como le decía, lo que más anhelaba era tener lo que los ricos tenían. Pero en realidad uno nunca queda satisfecho con lo que tiene. Siempre quiere más. Eso no lo sabía en ese entonces y sólo pensaba en tener mi casa, mi automóvil y mis sirvientes.

"Un día en el trabajo se me acercó un imponente hombre de tez morena y nariz achatada. Me dijo que me estaba perdiendo en ese antro y que podría usarme en su negocio. No me dijo cuál era, a pesar de mi insistencia, pero sus halagos y promesas lograron persuadirme. Quería un hombre fuerte y decidido, que no tuviera miedo y que fuera leal.

"-Me llamo Gustavo Aboid –me dijo-, pero me dicen "El Turco". No te decidas ahora. Piénsalo. Volveré en unos días.

"Quedé perplejo y no dormí en toda la noche. Me convencí de que quizás era un pobre diablo que sólo intentaba hacerse mi amigo para que lo dejara pasar al teatro cuando no tuviera entrada, y decidí olvidarlo.

"Ala semana de su visita volvió a buscarme, esta vez con un fajo de billetes. Me dijo que me necesitaba esa misma noche para un trabajo importante. Me dejé llevar por su ofrenda y accedí encantado. Me metí los billetes al bolsillo, me saqué el uniforme y se lo tiré a mi compañero de guardia.

"-Dile al jefe que la próxima vez que vuelva, va a ser en un Mercedes –le dije-. Y para ver una obra en primera fila".

"Acompañé al Turco a una bodega. Resultó que era comerciante en el mercado persa y sólo deseaba que le ayudara a cargar un camión con alfombras robadas. Lo hice eficientemente y prometió contactarme más adelante. Me comprometí inmediatamente: una oportunidad así no se puede dejar pasar.

"Luego de un tiempo, comencé a realizar otros trabajos y mi codicia se hizo más grande. Me pagaba cada vez más, pero comenzábamos a tener problemas. Su soberbia era desesperante. Se las sabía todas y eso me irritaba. Tenía respuestas para cada queja o duda, aunque los dos sabíamos que estaba mintiendo. Pero era cerrado de mente. ¿Me entiende, oficial? No aceptaba estar equivocado y me echaba la culpa a mí. Por supuesto que él era mas poderoso y tenía más personalidad. ¿Qué le iba a decir?

"Escondí mi odio hasta que pasó algo fuera de lo común: gracias al tipo de trabajo que me mandaba a hacer, decidió crearme una identificación falsa. Quién sabe cómo logró darme el título de ingeniero naval.¡Fíjese que estudié en los Estados Unidos y yo ni me enteré!

"-Para las apariencias –me dijo- te voy a meter en algunos negocios que tengo por ahí y necesitamos algo por si preguntan.

"Hice de todo. Hasta trabajé como doble en una película por mi parecido con la estrella y mi estupendo físico.

"-El actor mide casi dos metros, igual que tú, y también es corpulento y con ese aire de superioridad que tú tienes" -me dijo. Conocía mis puntos débiles. ¡Imagínese! ¡Había logrado triunfar incluso enHollywood!

"Gané mucho dinero en ese tiempo. Compré una casa en el barrio Bellavista, en la calle Dardignac, y contraté cocineros, guardias y hasta un mayordomo: el viejo Carlo Villanueva. La casa tiene un inmenso jardín, porque... no sé si le dije que mi pasión es la jardinería.¿No lo hice, no es cierto? Bueno, lo es. Me relaja. Si tiene tiempo pase a ver el jardín. Es muy bonito y estoy orgulloso de decir que es el mejor cuidado de la zona.

"Bueno, como le dije, en esos tiempo me iba bien. Pero todo fue una ilusión.¡Por fin era independiente! ¡A la mierda! Todo era manipulado por el Turco. Lo del cine fue una tapadera de dinero y no lo supe hasta mucho después, cuando, creyéndome listo para seguir por mi cuenta, me quise retirar del negocio.

Dardignac 18Where stories live. Discover now