Yo no se que ofrecerte, tal vez sea algo recíproco, yo no lo entiendo.
Cada vez que necesito una bocanada de aire estas allí, estrangulando las mejores partes de mí, no puedo hacer un sólo suspiro que ya comienzo a no sentir, a no elegir sobre mí, soy totalmente tuya, contra mi voluntad.
Tibias son las ráfagas que pasan por mi costado y me hacen perder el equilibrio, pero no caigo y tampoco me mantengo de pie. Por eso no lo entiendo, yo lo estoy haciendo bien, no me resisto y te cumplo y aún así no se quien sos ni que queres.
Estampidas en mis oídos me demuestran que no estás. ya no te escucho pero aún así no siento.
Chiquitos, diminutos los pasos que voy dando y así muevo unos centímetros. A mi alrededor está todo tal cuál lo dejé pero yo no. Yo no estoy tal cual estaba.
Son pocas las fuerzas de mis ojos para activar el sentido y recorrer mi alrededor. Pero finalmente logro incorporarme.
Sensaciones amontonadas en la esquina de mi pecho me empujan el aire que necesito para respirar y ahora sí. Me abrazo para redescubrir todo mi ser.
Al fin piso fuerte, sin miedo, respiro con ritmo y rio con melodía. Y te canto, te canto a vos que me hiciste más fuerte, me hiciste otra, me diste el poder de ser yo con una pizca de tu esencia la cual la convierto y reconstruyo todos los días.
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El emperador de la locura
Non-FictionSi bien uno sabe quien es verdad, no siempre tenemos la certeza de ser los originales