Yessica West: El origen del mal

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Mi nombre es Yessica West, tengo diecinueve años, mejor conocida como la rara, la asocial, la oveja negra de la familia. Hace tiempo vivía en Inglaterra, pero mi mamá y mi padre se divorciaron hace como un año, y vinimos a vivir a Estados Unidos.

Yo fui quien consiguió este libro. Todo comenzó el día en que tuve una pelea en la preparatoria, por supuesto, tuvieron que avisarles a mis padres; vinieron por mí, y no pararon de discutir en el auto. Al llegar a la casa, me enfurecí al ver que no se detenían, y les grité:

-¡Cierren la boca! ¡Todo esto es culpa de ustedes! Si no pueden seguir con esto, es mejor que se separen, el divorcio ya existe.

Luego me desvanecí, entré a mi habitación y me encerré dos días. Al tercero, todo estaba decidido.

Mi madre había comprado una antigua casa en los ángeles. No me importó mucho, empaqué mis cosas, salí de ahí, y nos fuimos al aeropuerto, con nosotras, mi molesto hermano Matt.

La nueva casa, más bien, parecía vieja. Estaba llena de polvo, sucia, oscura, con un olor tan desagradable. Ni modo, ya sabíamos la razón de porque era tan barata. Era una ganga, tan solo costó cinco mil dólares. Tratamos de acomodarnos, tuvimos que limpiar antes de desempacar, y organizar. No parecía tan malo, al menos sentía algo de paz, ya estaba lejos del odio de mi padre, de las malas amigas, de la estúpida escuela, y etc, etc, etc.

Todo bien, hasta que un día, después de aquel verano, tuvimos que empezar a rehacer nuestras vidas. Eso significaba hacer amigos nuevos, volver a la escuela, salir a la calle... pensé que quizás ya no sería tan malo, ya no sería igual, así que procedí. Pero me equivoqué, en esta nueva clase, seguía siendo la misma. Unas dos semanas después de haber iniciado, ya tenía mis rivales, como siempre, no le daba mucha importancia a lo que pensaran, pero sí quizás a lo que podrían hacerme.

Recuerdo que, al finalizar el primer semestre, el profesor de filosofía, Edwin Demon, nos ordenó hacer un trabajo final acerca de cualquier libro, que no hubiéramos leído. Entonces fui a una librería que estaba a unas dos cuadras de allí, parecía una tienda de libros normal, tomé uno cualquiera y fui al mostrador para preguntarle el precio a la señora que atendía la caja. Ella me miró, alejó sus grandes anteojos de su arrugada cara, y me dijo que aquel libro no estaba en venta, porque era de colección. Volví a ponerlo en donde estaba, y tomé otro, y volví a llevárselo. Ella me volvió a decir lo mismo, sólo que esta vez, añadió, que los quepodía vender, ya se habían agotado, pero quedaban algunos viejos que podía cambiarme por otros. Le expliqué que de tener otro, no había ido a la tienda.

-Me gusta tu collar, escoje un libro de aquel estante, y te lo cambiaré por el collar -me dijo aquella señora, sin quitarme sus enormes negros ojos de encima.

Apreté muy fuerte mi cadena, mecí la cabeza haciendo acto de negación ante su petición, y retrocedí. En ese mismo momento, cuatro compañeras, si es que así se les puede llamar, llegaron, al darse cuenta de mi presencia, comenzaron a molestarme.

-Chicas, miren eso... tonta a la vista
-decía una de ellas; la típica porrista, rubia, senos de plástico, con la que cualquier puberto sueña salir-.

sus otras tres amigas empezaron a arrojarme cosas, bolas de papel, libros, lo que fuera que pudieran tomar. Dejé entonces mi joya en el mostrador, tomé el único libro que había donde ella me indicó, y salí corriendo. Mientras me alejaba, podía escuchar como sus risas quedaban atrás.

Al empezar a ojear el libro, me di cuenta de que solo tenía tres páginas escritas, cada una con un nombre: Brittany Simmons, Susana, y Miguel... historias muy desgarradoras, pero no entendía el por qué las otras hojas estaban en blanco. Al día siguiente decidí regresar a la librería.

La encargada estaba limpiando, subida en una estraña escalera, yo solo miré hacia arriba, y le dije que quería devolver el libro. Ella bajó, lo tomó y dijo: -Lo siento cariño, ¿pero no sabes leer? Mira el letrero que está en la entrada -Muy furiosa me miró y me dió el libro-. Además, ese manuscrito que elegiste tiene una historia. De ángeles caídos; no todos son malignos, algunos son santos víctimas de la guerra entre Dios y el diablo. Se escapan del cielo, porque prefieren un dolor humano a un dolor eterno. Ese libro fue creado por ellos para liberarse de la carga, para confesar de alguna forma el sufrimiento al que estaban sujetos. Formaron una alianza, un círculo de luz, que desde el fondo de sus corazones los liberara. Pero núnca fue así, fueron perseguidos y llevados devuelta a donde pertenecen, dejando atrás el libro. Hace diez años unos jóvenes lo encontraron, intentaron seguir el círculo, pero... nadie sabe lo que pasó con ellos.

Miré el letrero, escrito con unas enormes letras rojas, decía: "LOS LIBROS DE MAGIA NEGRA NO TIENEN CAMBIO, NI DEVOLUCIÓN"; parecía sangre, me asusté, le dejé el libro en el mismo lugar del que lo tomé, y salí de allí. Ese día no llegué a la escuela.

Sentí que jamás me iba a acostumbrar a esto. Tenía que parar, era una locura. Al regresar a casa, todas las tardes, me quedaba viendo mi rostro en el espejo, por eternas horas, hasta que todos dormían y mi cena se enfriaba. A veces me quedaba dormida con la cabeza sumergida en el plato, sentada en el comedor. Hasta que me di cuenta, de lo que estaba haciendo mal. Tomé todas las revistas que pude de la habitación de mi madre, y me encerré en mi recamara por seis horas, arranqué una hoja en blanco de uno de mis cuadernos y escribí en ella una lista de todo lo que necesitaría. Maquillaje, ropa nueva, tinte para el cabello... creo que hasta condones. La virginidad era un tema más de burla. Era la tonta, la inútil, la fea, hasta la virgen; todo lo "malo", entonces, decidí cambiarlo.

La tienda más cercana estaba a unos tres kilómetros de distancia, en unas dos horas ya estaba en mi hogar, había conseguido todo. Me metí al baño como a las tres de la mañana.

Desde ese momento, había comenzado el cambio que necesitaba. Unas cuatro horas después, tomé mis libretas y me fui a la escuela.Todos lo notaron, se quedaron impactados, yo me veía radiante, caminando en los pasillos de ese mugroso infierno. Me volví la más inteligente de todo aquel universo, todo cambió, y en una sola semana, mi vida resurgió de entre las sombras al brillo. Todos querían conocerme, salir conmigo, me buscaban para proyectos; hablando de eso, me faltaba el de filosofía, aún no tenía un libro que leer; tenía que comparar uno, aunque ya me había gastado todos mis ahorros en "tonterías", pedirle dinero a mamá no parecía buena idea, así que tuve que esperar.

No demasiado, porque unos días después, cuando lavaba los platos de la cena, escuché a Matt hablando con mi progenitora de una parte de la casa que desconocía, y que quizás me ayudara a resolver mi problema. Era el sótano, había una biblioteca allá abajo. Con una linterna como arma, bajé a investigar. Traté de encontrar algún interruptor eléctrico, encendí la luz, y apagué mi lámpara. Para alguien que amara los libros, esto sería algo así como el paraíso.Tenía que comenzar a amar estas cosas, si quisiera ganarme el aprecio de mi maestro.A pesar de la suciedad que adornaba el lugar, con telas de araña y todo eso, transmitía una sensación de querer saber más. Sentí la necesidad de inspeccionar cada elemento, cada rincón; mi alma se inundó de curiosidad. Pasé mis manos sobre cada partícula de polvo, sobre cada cubierta, sobre cada espacio, pero mi intrigada búsqueda, fue interrumpida por aquel viejo libro negro sobre un carcomido y torcido escritorio. Lo tomé, lo revisé; tenía el mismo título, la misma portada con velas rojas encendidas, las mismas letras, la mismas tres historias, con los mismos tres nombres. Tenía mis dudas, pero parecía el mismo libro "El Círculo Del Silencio".

Subí al primer piso, me dirigí a la chimenea, la encendí, muy asustada, nerviosa, sudando, y a punto de llorar; entre el fuego lo tiré, con mis propios ojos vi como ardía.

El Círculo Del SilencioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora