Capítulo N°28

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Cena

Eran las once de la noche cuando la tormenta que tanto se temía arruinó la boda; Klen intentó comunicarse con su hermana para saber qué tan oportuno les resultaría regresar a casa, pero cuando los enormes cubos de granizo comenzaron a caer supo que aquello les sería imposible, al menos por esa noche.

Más de la mitad de los invitados, sino es que todos, incluyendo al novio, corrieron hasta los coches para protegerles bajo algún techo cercano, sin embargo, Jason insistió en marcharse, aquello no pintaba para nada bien y solo le quedaban dos opciones: La primera, esperar a que pasará el granizo, pero no la tormenta, en aquel lugar al aire libre junto a una novia destrozada que comenzaba a dar indicios de locura por su boda arruinada o la segunda, salir huyendo ahora que podían hacia el hotel de una de las rutas cercanas que habían visto al perderse cuando recién llegaron al sitio, lo cual pintaba como la mejor de las opciones.

Klen corrió detrás de Jason con tres platos repletos de comida y un centro de mesa pendiendo del meñique esquivando masas de cuerpos pero no lo que caía del cielo, por lo que en varias ocasiones tuvo que quejarse de las pelotas congeladas que le rebotaban en la cabeza.

—¡Ya ábreme la puerta! —gritó acelerado cuando llegó hasta el coche y Jason le dio a la reversa, saliendo rápidamente del aparcamiento con él bajo el cielo abierto. Cuando su hermano paró, no pudo abrir la puerta debido a sus manos llenas, por lo que Jason bufó y se bajó también, ayudándolo con los platos.

—Gracias, ahora vuelvo, voy por pastel —le dijo el idiota de Klen bajo la ahora lluvia.

—¡Olvídate de eso! Va a dañarse la pintura —intentó convencerlo su hermano de su locura, viendo casi histérico como el granizo caía torrencial.

—No tardo nada, ¡es de fresas con crema! —insistió tratando de convencerlo, pues él no se iría de allí sin antes probar de aquel delicioso pastel que le llamaba a cantos celestiales —¡Vamos Jason!

Ambos voltearon a ver el pastel, Jason bufó limpiando su rostro del agua y asintió, realmente se veía delicioso y ya que todos le atacaban... no vio por qué no.

Klen regresó y se peleó con una de las tías de la novia, forcejeando para arrebatarle los platos que traía consigo, huyendo rápidamente hacia el auto donde le esperaba su hermano menor al volante.

Ambos salieron disparados del evento, con las ropas empapadas y el auto medio magullado, pero con un montón de deliciosa comida.

—Llama a papá, seguro que les ha atrapado también la tormenta —sugirió Jason y Klen asintió, buscando entre sus contactos el número de sus padres.

—¿A donde dices que vamos? —le preguntó mientras el número se marcaba.

—Vi un hotel por aquí cerca, Palacio o algo así.

—¿Un palacio? —frunció Klen el ceño, contrariado y emocionado a la vez.

—No, un hotel que se llamaba palacio, idiota.

—Ah, idiota tú, idiota —reaccionó el mayor rápidamente al insulto al mismo tiempo que su madre atendía a la llamada.

—¿Hola? ¡Klen McLarence! —regañó su mamá del otro lado de la línea.

AgridulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora