Ellos duermen

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TODOS DUERMEN

Era una ciudad sobrepoblada, como cualquier otra, con sus políticos corruptos y sus protestas de fin de semana; una familia amanece en medio del caos anunciado por el noticiero de la mañana. “MUERTE DE 4 ADOLESCENTES: ¿PACTO SUICIDA? ¿SOBREDOSIS O ACCIDENTE?”.
Los niños pequeños, Lea y Damián, una adolescente, Serena, y sus padres, Cecilia y Marcos, desayunaban en silencio. Esto fue así hasta que a las 7.30am todos se levantaron, se saludaron y fueron a sus respectivos lugares; el padre, a su trabajo en el aeropuerto, los niños pequeños a la escuela con la adolescente delante. La madre los miró irse por la ventana junto a la puerta.

Marcos llegó a su trabajo a tiempo, era un milagro, ya que debido al tráfico por las protestas los autos corrían más lentos por la carretera. En el tiempo de descanso, el padre se sentó junto a sus compañeros de trabajo, Fabián y Checho, a la cafetería del aeropuerto intentando deshacer sus comidas rápido en sus bocas. Se sentía la inquietud y el ajetreo de las personas, corriendo con sus pasajes en mano o esperando a algún conocido en la salida. Era solo otro tedioso día, se dijo a sí mismo el padre. No fue hasta que sus compañeros comenzaron a hablar que salió de su trance matutino.
-Oye, ¿has escuchado eso de la muerte de los adolescentes?- le preguntó Checho. Marcos lo miró sorprendido.
-¿Eh…?
-Sí, las noticias están explotando con eso de la muerte de unos pendejos, los encontraron los policías ayer en la noche, cerca del lago Piedrahita- dijo rápidamente el otro compañero-. Al parecer fue un suicidio colectivo.
-Y luego me preguntan por qué soy tan mierda con mis hijos- dijo Checho, con una sonrisa socarrona-. Los niños en manada pueden volverse muy estúpidos.
-¡Oye!- protestó Fabián.

Cecilia miraba a sus hijos yendo camino a la escuela, los niños iban por detrás de Serena, que concentraba toda su atención al celular en sus manos. Cecilia la había regañado hasta el cansancio por ser tan irresponsable con sus hermanos. Frunció el ceño inconscientemente. Tomó un poco del café en sus manos, cuando volvió a mirar a sus hijos, los niños estaban detenidos en el camino mirando debajo de ellos. Cecilia abrió la boca pero no emitió sonido alguno.

A las 12pm Marcos recibe una llamada de su esposa. Ella estaba alterada y hablaba de un modo tan inentendible que él tuvo que gritarle desde el otro lado que se detuviera para que lo escuchara.
-Habla más despacio, por favor.
Ella asintió aún sabiendo que no la podía ver. Tomó aire y lo soltó de forma sonora.
-Estoy en el hospital. Serena tuvo una convulsión…- ahogó un llanto-, ¡y no se despierta, Marcos!
-Okey. Tranquila. ¿En qué hospital están?- intentando sonar tranquilo, su pierna derecha comenzó a temblar, picando el suelo con la suela del zapato. Se levantó de su asiento y se dirigió al control de empleados. Debía llegar a su hija de una forma u otra.

-Ma, ¿qué le pasa a Serena?- preguntó Lea mirando a su madre. Se encontraban en una sala de espera.
Serena había sido ingresada de urgencias, pero cuando llegaron al hospital ella ya había dejado de convulsionar, lo que intranquilizó a los médicos fue que no despertara.
-Nada malo, cariño.

Lo que comenzó como un día normal, como cualquier otro, terminó siendo una pesadilla donde millones de adolescentes alrededor del mundo dormían para no despertar.

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⏰ Última actualización: Apr 23, 2020 ⏰

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