I can't sleep.

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Acomodó las mantas sobre su cuerpo y soltó con brusquedad el aire en sus pulmones ante el incesante dolor en su espalda producto del frío que recorría la casa aquella noche. Giró la cabeza hacia la almohada vacía a su lado y cerró los ojos como si eso fuera a sacar de su cabeza la palpable ausencia de él. Cada noche era igual.

Otra vez no podría dormir.

Durante el día las cosas eran más fáciles. Sus amigos lo visitaban y lo mantenían distraído con conversaciones vagas y divertidas, con noticias impactantes o con regalos considerados comprados a ultimo momento de camino a su casa. No había tiempo de pensar en nada más que en el ahora y el después. Pero cuando caía la noche y ya nadie le hacia compañía todo cambiaba. Los objetos a su alrededor tomaban otros significados, le recordaban viejas vivencias diferentes a las del día.

Por ejemplo, la cafetera ya no era solo eso, dejaba de ser el objeto con el que Seungyoun se quemó el dedo por bailar en la cocina
en una de sus visitas, que terminó con ellos dos y WenHan en el servicio médico local y con la burla por lo sucedido, no, la cafetera volvía a ser el regalo de aniversario que Xiao Zhan le había comprado al cumplir dos años de noviazgo, se convertía en la máquina que su novio utilizaba para preparar el café de ambos por la mañana.

El sofá dejaba de ser el lugar donde el bebé de Yixuan le orinó en los pantalones mientras celebraban su cumpleaños; ahora era el lugar donde Zhan lo sentaba en su regazo para darle besos suaves en el rostro, donde juntos y acurrucados veían películas hasta tarde sintiendo la protección y el calor del cuerpo ajeno.

Y la cama... Yibo cedía a las lágrimas cada noche al verla. Tantos recuerdos acumulaba ese simple mueble que ahora tocaba con su cuerpo, tantas noches de amor, innumerables besos mañaneros y muestras de afecto mutuas. No podía dormir estando ahí, ni en ninguna otra parte. Incluso si cerraba los ojos por horas, el sueño no llegaba a él.

Miró de nuevo la almohada y por breves instantes la imagen de Xiao Zhan le acompañó en esa dolorosa noche. Tenía su recuerdo clavado en el corazón, ¿cómo olvidarlo? No podía alejar de su mente ese precioso y tierno rostro que por años le miró con admiración. A veces deseaba sacarlo, decirle Vete a ese recuerdo y que le obedeciera y al fin estar tranquilo otra vez pero volvía a caer y pedirle que se quedara. Xiao Zhan había marcado profundamente su existencia, que ahora era imposible apartarlo de su corazón.

No podía dormir.

Si se quedaba ahí en la cama volvería a llorar como la noche anterior y las que antecedían a esa, así que con cuidado sacó las mantas de su cuerpo. A tientas buscó su bata por la habitación para luego cubrirse con ella y salir de la casa. Necesitaba despejarse.

La vista en el exterior era hermosa, por eso habían comprado la casa del lago. Rodeada de brillante pasto verde y vegetación impresionante era la casa ideal para ambos, sobretodo por la impresionante luz de las estrellas en la noche.

Caminó un corto tramo antes de sentarse en el pasto, disfrutando la gélida brisa nocturna que le acariciaba el rostro. Cerró los ojos y se dejó caer hacia atrás completamente, como solía hacerlo con Zhan miles de veces. Les gustaba recostarse en la tierra para contemplar el firmamento, tomados de las manos y con Yibo dando rápidas miradas embobadas a su novio, porque ni las estrellas lograban ser tan hermosas como él.

―Son lindas ¿no?

Abrió los ojos espantados y logró ver a Xiao Zhan calmado y serio tendido junto a él, observando las estrellas. Fue cosa de segundos para que sus ojos soltaran saladas lágrimas que pasaban por sus mejillas sonrientes. Él estaba ahí, lo sabía.

Yibo estaba loco, la falta de sueño comenzaba a afectarle.

Con sus dedos fríos y entumecidos tocó la suave mejilla de Xiao Zhan. Estaba con él, de vuelta. Él le miró directamente antes de hablarle.

―Bebé, no llores. ¿Por qué lo haces?

―Te extraño ―pronunció en respuesta y apenas, con la garganta encogida.

Zhan rió bajito antes de mirar hacia el oscuro y enorme cielo una vez más. Yibo tomó su mano y la entrelazó con la suya, estaba calientita y suave como la recordaba. Sonrió en medio de la extraña situación.

―Te extraño tanto.

―Entonces ven conmigo.

Wang apretó su mano con fuerza y las lágrimas comenzaron a molestarle otra vez.

―¿Pu-puedo?

―Claro que sí, tú me amas...

Xiao Zhan se desvaneció frente a él y apareció de nuevo unos metros más allá, brillando entre la oscuridad de los árboles. En realidad, Yibo no recordaba una ocasión en la que no fuera así. Xiao Zhan siempre iluminaba todo a su alrededor con su solo existir.

El peliazul corrió hacia él con el corazón latiendo alocado en su pecho, la noches sin dormir le habían quitado las fuerzas y la energía que algún día tuvo. Llegó ahogado hasta el ser que brillaba, quien además le tomó la mano para guiarlo por el terreno.  Extrañaba tanto la presencia de su gege, poder tocarlo y mirarlo a los ojos, que ni siquiera se cuestionó si lo que ocurría a su alrededor era real. Estaba seguro de que lo era. El hombre de cabellos negros jamás lo dejaría solo, por eso había vuelto por él.

Caminó alegre con los pies descalzos y maltratados por la hierba que pisaba, hasta que el cuerpo brillante lo detuvo delante del lago. Yibo no supo como pero se encontró de rodillas llorando y gritando, arrancando con rabia el pasto y mojando la tierra con sus lágrimas.

El lago. Zhan-ge había muerto ahí.

Más bien, lo habían arrojado ahí luego de quitarle la vida.

Un violento hombre lo había atacado sin razón una tarde en la que el amable y dulce hombre paseaba por el terreno de la casa buscando flores para Yibo. Lo buscaron por casi una semana manteniendo la esperanza de encontrarlo vivo, pero aquello se fue a la basura cuando sacaron el cuerpo de la minúscula masa de agua.

Ese día había perdido lo que más amaba en todo el planeta.

Sintió la luz disminuir y la respiración de Zhan se volvió inaudible. Aterrado de estar a punto de perderlo otra vez levantó la cabeza en su búsqueda y entonces lo vio flotando en el agua, con tan solo su cabeza afuera y sonriendo inocente.

―Ven conmigo, bebé ―Xiao Zhan se giró para nadar hasta la mitad del lago, cada vez más lejos de Yibo. Se detuvo al estar donde quería―. Estemos juntos para siempre mi amor.

El hombre sacó una mano del agua y la extendió al contrario.

El peliazul se introdujo en el lago con nerviosismo y tembloroso por el frío, cuando sus pies ya no lograron tocar el fondo nadó hasta el alto hombre que seguía brillando cual estrella. Xiao avanzó un poquito hasta a él para abrazarlo y envolverlo en un calor aliviador que llegó hasta a su corazón. De pronto las ganas de dormir lo invadían.

Antes cuando Yibo no podía dormir le pedía a su novio que lo abrazara y así lo lograba.

―Te amo ―le confesó en un susurro el pelinegro antes de dejarle un fugaz beso en la mejilla que Yibo sintió más real que cualquier otro de los recibidos anteriormente―. Es hora de descansar.

Xiao Zhan se apartó y hundió su cuerpo para nadar con prisa hasta el fondo. Yibo lo siguió hipnotizado por el fulgor de su luz, sintiendo como sus pulmones perdían el poco aire acumulado en la superficie y como el deseo de cerrar los ojos y dormir aumentaba. Zhan se giró para verlo bajo el agua y sonreírle. Su novio le susurró una última vez que lo amaba.

Era hora de descansar juntos.

dedicado a noisyzomi porque
una vez no era suficiente. 😔👊💞

insomnia ZHANYIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora