Narra_Asiel.
Me encuentro en aquella sala, la misma de todos los días.
me pare de la silla y me tumbe en el suelo abrazando mis rodillas, esperando un correo que en algún momento entraría por otra puerta y podría lo que acostumbraba hace y sí, en ese momento abre la puerta pero en vez de entrar sola entra hombre alto , robusto, pelo corto y en sus manos muchos anillos.
Uno diferente cada semana, con diferentes técnicas de tortura, desde casi matarme de hambre, arrancarme uñas, sacarme dientes o quemar mi piel entre muchas más.
este tipo definitivamente no inspiraba confianza al igual que el resto, al contrario era odio lo único que podría afectar en sus enormes ojos color negro, totalmente negros.
me reincorporé de mi lugar para ir donde el correo pero el enorme tipo me toma entre sus manos, trato de zafarme de su agarre pero una comparación de ese tipo yo era un debilicho, era como poner en batalla un fideo contra un pepino y sí, el pepino gana.
me removía entre sus manos y al parecer eso no fue buena idea ya que el tipo me soltó dejándome caer al suelo, voltee a ver y en sus ojos se podría ver lo furioso que estaba-¡cooperas a las buenas oa las malas! -me gritó tomándome del cuello alzándose y sentándome en la silla.
-¡SUÉLTAME MALDITO DEMONIO! - Exclamó con algo de miedo y terror en mi voz, miró a mailin ella se gira y en su mano se posaba una aguja con un contenido transparente -calmate, lo que está posando pero tengo órdenes de hacerlo, Asiel- dijo acercándose a mí para después con ayuda del hombre robusto hombre me inyecta el contenido en uno de mis brazos
de inmediato todo se cambia en la oscuridad rotunda, no me dio miedo pero tampoco me gustaba pues sentí frío y algo de impotencia por el hecho de no saber qué era lo que estaba pasando. si me van a matar o por fin de más de 200 años encerrado aquí ...
era como un sueño, estaba en lo que podría ser la entrada a un bosque, era de noche y solo usaba esa asquerosa pijama blanca. Camine lento por el pánico que corría en mi, algo que decía que esto no estaba bien, que el hecho de que me inyectaran ese liquido no era bueno. camine con más confianza cuando note que todo estaba solo, no había nadie y eso me agradaba aunque a la vez me asustaba, los aullidos de lobos y gritos retumbaban por entre los arbole incitando me a entrar y ser dueño de uno de esos gritos tan desgarradores que se apreciaban.
seguí caminando a través de los árboles, estaba muy oscuro y lo único que podía ver era lo que iluminaba la luz de la luna. Mis pies dolían y experimentaban la presencia de algo o alguien que me observaba en lo profundo del lugar. me dediqué a escuchar el sonido entre los matorrales, el pánico empezaba a invadir haciendo que mi corazón retumbe en mi cuerpo y admiro que si seguía así me moriría de un infarto al miocardio.
no quería morir y menos en un sueño estúpido, pero claro el pánico me hizo despertar de golpe cuando de esos matorrales salió un lobo más grande de lo normal o eso parece, era negro con una cola blanca y en su frente una mancha color rojo, como la sangre.
traté de pararme pero estaba atado a un montón de cuerdas, forcé un poco pero no podría. de la nada el hombre robusto con un látigo comenzó a pegarme con fuerza, ahora si yo estaba muriendo pero de dolor y más que nada miedo. corrientes eléctricas recorrían mi cuerpo provocando un nudo en mi garganta que ahogaba mis gritos de dolor.
uno tras otro latigazo, probablemente mi piel se iba a desgarrando poco a poco, pero aun así eso no le importaba a este jodido animal sin corazón que seguía con más y más fuerza. yo por mi parte solo gritaba, me dolía y quería que se detuviera pero no lo hacía, me azotó unas cuantas veces más para después detenerse y empaparse en agua helada. camino en círculos murmurando cosas que por el dolor que no lograba escuchar.
ESTÁS LEYENDO
The golden kingdom and little flower
WerewolfSus risa retumbaban por las cuatros paredes blancas que me mantenían excluido de la sociedad. Solo tenía cuatro años y lo único que hacía era sentarme en aquella silla enfrente de una mesa a escuchar la risa de aquella niña. No sabía quién era o si...