—Parece que tu condición ha mejorado.- decía el médico a cargo de Atsumu.— Aún así tienes que guardar reposo y no alterarte. Todavía tenemos que esperar a que haya un donante compatible.
Miya Atsumu, un alfa de veinticinco años estaba al borde de la muerte si no conseguía un donante para su corazón. Y la verdad, ya estaba cansado de escuchar siempre las mismas palabras de su medico.
Has mejorado.
Guarda reposo.
No te alteres.
Espera un donante.
En serio, ya estaba harto. Al final acababa recayendo y tenían que suministrarle infinidad de fármacos y evitar que muera porque a su corazón le había dado la gana de fallar.
¿Por qué no se moría y ya? No tendría que seguir viviendo en este mundo de mierda.
Desde que tenía quince años, su corazón había empezado a fastidiar de forma leve. Sus padres lo dejaron pasar. Los médicos lo dejaron pasar. Él lo dejó pasar. Dos años más tarde se desmayó en sus segundas nacionales de voleibol delante de millones de personas. Su corazón había colapsado y necesitaba uno nuevo.
Pero buscar un donante compatible era como buscar una aguja en un pajar.
Lo tuvieron que internar en el hospital por posibles recaídas, por lo que lleva ocho años entre paredes blancas, suelos blancos, ropas blancas, sábanas blancas... ¡Todo blanco!
Si no moría por culpa de su corazón, lo haría porque se lanzó desde la azotea del hospital por estar entre tanto blanco.
También, iba a morir virgen.
No había encontrado a su pareja destinada. Ni si quiera había hecho cosas sucias con alguien. Pero aún así, aquello le preocupaba más que su maltrecho corazón. O sea, ha sobrevivido diez año con un corazón de mierda, tener un poco de vida sexual no estaría mal.
Se decía que si tenías a tu destinado, el dolor podría ser un poco más llevadero. Incluso podría retrasar lo inevitable. En su caso podría vivir un poco más mientras esperaba un corazón. Pero parecía que el destino le odiaba por haber ignorado el dolor a sus quince y le pagaba de esta manera.
Sus padres prefirieron dejarle a su suerte. Un alfa enfermo que no podía hacer nada por vivir. Era mejor sufrir por un hijo muerto a sufrir viendo como se muere. No los culpa. Él tampoco quería dar lástima a nadie.
Él único que se quedó a su lado todos esos años. Quien lo iba a visitar cada que podía. Que le narraba lo que sucedía fuera de esas blancas paredes, era su hermano.
Osamu ha sido su soporto durante ocho años. Estando con él en sus mejoras y en sus recaídas. Dándole apoyo. Queriéndolo. Y aunque sentía que no debía, contándole sobre su vida.
Osamu había encontrado a su destinado un año después de él ser ingresado. Al año siguiente se lo presentó. Kita Shinsuke. Un omega realmente lindo pero algo serio. De cabello grisáceo y puntas negras. Y de ojos de un tono dorado. A los dos meses celebraron su boda a la cual no pudo asistir pero vio fotos de la ceremonia. Nueve meses más tarde se enteró que era tío de una niña a la cual también vio en fotos porque preferían no exponerla a las enfermedades del hospital. Ahora, sería tío de nuevo de un niño que estaba semanas de nacer.
—¿Has oído Tsumu?- le agarró con fuerza de los hombros su hermano.— Has tenido una mejora.
—Genial...- dijo sin ánimos.
¿Por qué su hermano se ve más positivo que él? Ah sí, porque él no se está muriendo lentamente y no tiene que esperar a que llegue un donador para su corazón.

ESTÁS LEYENDO
Hasta que la muerte nos separe (AtsuHina)
FanfictionAtsumu y Hinata se encontraron en la peor de las maneras. Pero eso no les impidió enamorarse. 🔞Contiene lenguaje sexual explicito. Leer bajo tu responsabilidad🔞 Los personajes no me pertenecen. Todos los derechos a su respectivo autor Haruichi Fu...