Tenía ganas de fiesta y beber hasta perder la conciencia. Mis amigos de la U organizaron precisamente una, y eso era sinónimo de salvaje.
Llegué a la gran mansión de uno de mis amigos ricachines y todo estaba decorado fantástico y con luces que te sacaban de la realidad, con un objetivo en mente decidí coquetear. Un chico guapo aparentemente rubio estaba situado en la barra bebiendo un mojito y yo ni corta ni perezosa me acerque a él.
El al verme se mordio un labio le susurre al oído-quieres una aventura? - le pregunté sugerente y provocadora mientras le rozaba el paquete por encima del pantalón con mi mano, eso hizo despertar a su amigo.
-claro, muñeca - lo tomé de la mano llevándolo a una habitación de arriba.
Al llegar comenzamos a besarnos desesperadamente, ¡y si que sabía besar!, se deshizo de mi vestido y de mi ropa interior, yo hacía lo mismo con su ropa, trazo una línea de besos desde mi boca hasta mi ombligo, se detuvo un momento a lo que yo ya loca por el deseo lo mire impaciente.
Chupo mi clitoris con movimientos certeros mientras apoyaba una de mis piernas en su hombro para darle mejor acceso, metía su lengua y con dos dedos en mi interior me estimulaba, se sentía maravillosamente, besaba, chupaba en ocasiones mordia pero sin hacerme daño, cada vez estaba más cerca de mí orgasmo, iba cada vez más rápido, los gemidos salían de mi boca sin control.
-ah, ah, mmm - gemia cada vez más alto, lo hacía delicioso.
¡Explote!, en ese entonces me lanzó a la cama se posicionó entre mis piernas y metió su agraciado pene en mi entrada, casi no cabía, entraba, salía, una, dos, cuatro veces, cada más y más rápido llenandome de placer, mordia mis pezones y mi cuello, mantenía sujetas mis manos por encima de mi cabeza, puso una almohada debajo de mi trasero para darle mejor acceso y más plenitud.
A punto de liberarme decidió darme vuelta y ponerme en cuatro, nunca creí que podría ser una posición tan placentera, la metió por mi ano, al principio incómodo un poco ya después con ayuda de mis fluidos fue más fácil su entrada, tomaba mis caderas y me movía con violencia, la cama se estremecía con su ferocidad, mientras con su mano me penentro con dos dedos llevandome al paraíso.
-¡ah!, ¡ah!, que rico, ve más rápido, dame más,¡Ah!-decía sin contenerme -! Cogeme soy tuya!,! Ah!, dame, dame....
Y nos liberamos en un placentero orgasmo, yo primero y después el tras unas estocadas finales que me dejaron con ganas de más.
-¿quieres repetir? - me pregunto al cabo de unos segundo de recuperación...