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El cuerpo del mayor se estremecía, sus ojos vendados no lo dejaban saber que ocurría, sus manos atadas no dejando que se toque y sus pezones hinchados debido a las pinzas sobre estos.
El vibrador en su interior le causaba gemidos los cuales eran callados por la mordaza en sus labios de corazón, y el anillo que evitaba que se corriera lo volvía loco.
El menor disfrutaba masturbándose con la vista que tenia frente a el, su lindo novio de tez pálida, excitado hasta no más poder.
Una fina capa de sudor cubría la piel de porcelana, sus mejillas de un tono carmesí y sus cabellos desordenados, la vista perfecta para el hombre frente a el.
-Como se siente Soosie?
El susodicho intento hablar, más solo se escucharon balbuceos gracias a la mordaza que llevaba puesta.
-Ya sabes que pasa cuando me tocas frente a mis padres?
El pelinegro sacudió su cabeza en afirmación, la desesperación del más bajo hizo reír al moreno.
-Quieres correrte?
El pálido asintió y la mordaza fue retirada, al igual que el vibrador, el cual fue intercambiado por el pene del moreno, haciéndolo gritar.
La saliva que quedaba en su mandíbula y mordaza lo hacia ver excitante a los ojos del más alto, sus gemidos más parecidos a gritos.
El moreno quito el anillo al mismo tiempo que se corría, creando espasmos en el más bajo, el sentirse liberado pero llenado al mismo tiempo, le entregaba una sensación gratificante.
El mayor jadeaba y el menor sonreía, después de todo la habían pasado bien a su manera.
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