La noche era despejada y calurosa en Nueva York, la temperatura había alcanzado los treinta y ocho grados al mediodía. Por la tarde habían abierto las bocas de incendio en la calle Ciento Veinticinco y de la Segunda Avenida, y el agua salía a chorros, lo cual era para los niños un motivo de alegría y diversión. Por la noche aún parecía que la mitad del barrio estaba en la calle, conversando y viendo a los pequeños jugar.
A las diez y media de la noche, el doctor Stephen Strange entró en su oficina y miró aquel paisaje por la ventana por unos instantes. Oficialmente llevaba de servicio cuarenta y ocho horas, y unas cuantas más de propina como favor a un colega cuya esposa acababa de dar a luz. Debió dejar el hospital hacía horas, pero hasta entonces no había podido tomar un respiro. Sobre la mesa tenía un montón de papeles para firmar, por lo que tomó una taza de café y unas Oreo que un compañero le había dejado, y se sentó en su escritorio a completar el papeleo. Luego, por fin, podría volver a casa: otro médico ya había ocupado su puesto. Sólo entonces, mientras suspiraba lentamente, alcanzó el teléfono. Sabía que Tony estaría levantado, e incluso todavía en la oficina. Sabía lo atareado que había estado en las últimas horas pero ignoraba si aún estaría en una reunión o si por fin se había ido a casa.
El teléfono sonó sólo una vez. La voz de Tony era tan intensa como él mismo, armonizaban perfectamente la una con la otra. Stephen siempre había querido oponer a la intensidad volcánica de Tony aquella sedosa suavidad de su propio temperamento, en un contraste absoluto con su marido.
— ¿Diga? — había pensado que podía ser Stephen, pero tenía entre manos un negocio muy importante y tal vez la llamaran de su oficina. De hecho, ya estaba en su casa. Anthony Stark era el dueño de una de las empresas más conocidas en Nueva York y el mundo, y un profesional muy respetado. Vivía, respiraba y comía el mundo de la Ingeniería, igual que Stephen el de los hospitales. Y ambos sentían una verdadera pasión por lo que hacían.
— Hola, soy yo. — La voz de Strange sonó cansada y triste, pero aliviada de haberlo encontrado.
— Estás hecho polvo, ¿verdad Vicente? — respondió el más bajo con algo de preocupación.
— Y que lo digas, otro día de trabajo. O tres, para ser más exactos.
Era viernes por la noche y no lo veía desde el martes por la mañana. Hacía años que vivían así, pero estaban habituados a ello y habían aprendido a vivir de esa manera. Tony estaba acostumbrado a aquellos maratonianos turnos de dos y tres días, a las urgencias que le hacían volver al trabajo poco después de haber llegado a casa. Pero ambos tenían un saludable respeto por la vocación del otro. Se habían conocido y casado siendo Stephen residente y Tony estudiante de posgrado. De eso hacían quince años y, a veces, al menos para el médico, más que años parecían semanas. Aún estaba locamente enamorado de Tony como el primer día, y el suyo era un matrimonio que funcionaba, por diversas razones. En realidad no tenían tiempo para aburrirse el uno del otro, de hecho no tenían tiempo para nada. Con dos trabajos tan absorbentes, no habían dispuesto de tiempo ni para pensar en tener hijos, aunque de vez en cuando hablaban de la posibilidad de recurrir a la adopción. Era una opción que ninguno de los dos había descartado todavía.
— ¿Cómo van tus cosas? — preguntó Strange.
Desde hacía dos meses Tony trabajaba en un proyecto de Nanotecnología con una empresa con sede en Noruega. Era una inversión muy importante para Industrias Stark y a él le fascinaba.
— Lo tenemos casi a punto – respondió el más bajo, un tanto cansado.
Había estado en la oficina hasta la medianoche del día anterior, no le costaba hacerlo cuando Stephen no estaba. Éste sabía que Anthony iba a dirigir la oferta inicial e informar al posible inversor sobre las ventajas de aquel proyecto, y eso lo tendría ocupado fuera de la casa durante un par de semanas. El doctor confiaba en poder verlo antes de que empezara todo, y a tal efecto pensaba aprovechar el puente del primer lunes de septiembre.
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Fuerzas Irresistibles
FanfictionDurante quince años, el matrimonio de Stephen y Tony se ha caracterizado por una relación colmada de pasión y amistad, pese a las exigencias de sus respectivas profesiones. Tony es un empresario de alto nivel, dueño de Industrias Stark y Stephen, mé...