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Su uniforme es único, destaca entre la multitud, tiene una especie de broche en forma de una hermosa flor prímula rosada en la chaqueta, ya fue reprendida por algunos profesores, pero no le importa, de todas formas el director nunca expulsaría a una muñeca como esta. Sólo la regañaba, pasaba sus asquerosas manos de cerdo repulsivo, por sus muslos, reía para intentar sacar algo de la tensión que él mismo instalaba en aquella oficina, cada mirada que él le lanzaba seguían subiendo de tono a medida que pasa el tiempo. Quisiera poder golpearlo.
Cuando pude verla salir de aquella pesadilla su rostro se mostraba tan inexpresivo, las ganas de poder tenerla entre mis brazos aumentaban.
Nuestras miradas se cruzaron, mientras que mi corazón palpitaba al igual que mi entrepierna, que muy inteligentemente supe ocultar.
"El director dijo que pasaras"
Asentí luego de poder desviar la mirada.

A la hora del almuerzo la encuentro escondida detrás del gimnasio, al parecer escuchó hablar a sus "adorables amigas", mientras intenta devorar una especie de sándwich improvisado, condimenta el mismo con lágrimas saladas.
Es demasiado tierna, incluso está escena tan deprimente para algunos a mi me resulta condenadamente sexy. No me importaría morir en este mismo lugar, pero si aquí sería mi lecho de muerte debería de aprovechar cada momento.
"Perdón, no sabía que este era tu lugar"
Asentir, era lo mejor que sabía hacer, pero como un cazador en busca de víctimas era inteligente a la hora de capturar una presa.
"Oh, muchas gracias, pensé que era la única en comer estas galletas"
Y sí que lo es, realmente eran horribles, pero el pensar que aquel producto era ingerido por una diosa y viajaba al rededor de sus diferentes conductos internos era realmente hermoso.
"Veo que no es tu fuerte hablar, si no mal recuerdo te sientas en el último asiento del salón junto a las ventanas, el típico "chico raro""
Ella sabía de mi, estaba nublado, mirando el suelo, pensando que esto era un sueño.
"Lo siento, tu estás siendo amable y yo me comporto como una perra acosadora"
Negué rápidamente, el acosador aquí era otro, además tan bello ángel no podría dañarme, nuestro destino era morir juntos.
"Mira, ¿Que te parece si nos saltamos las clases?"
Realmente iba a morir, o quizás ya estaba muerto.
Ella se levantó tan delicadamente y luego tiro de mi brazo, llevándome hasta el salón, teníamos la suerte de que el almuerzo aún no terminará, pero muchos de nuestros compañeros nos miraban y susurraban.
"Hey cariño si quieres pasar el rato me lo habrías pedido"
El idiota de Brandon Hiccent, el "Principito" del salón, y mismo descerebrado que no deja tranquila a mi dulce princesa de cuentos.
"Lo siento Brandon, no me gustan los chicos llenos de esteroides"
Ella me estaba defendiendo, mientras tomaba sus cosas y luego se dirigía a tomar las mías, gracias Dios por llevarme al cielo.
"Cuando aparezcas decapitada y tirada bajo un puente me vas a recordar cariño"
Realmente sus neuronas fallaban, nunca haría algo así, ¿Dejar tirada a mi dulce ángel bajo un puente? Ni que fuera un monstruo enfermo, si tuviera que dejar su espléndido cuerpito en algún lugar sería en un campo de flores, para que el sol la viera cada vez que empezará un nuevo día.
"Lamento esto"
Estábamos fuera de la escuela, conocía perfectamente este lugar, era el camino a su casa.
"Y no le hagas caso a esas tonterías, no creo que seas un completo fenómeno, y si lo fueras estaría bien, nadie es perfecto"
Sus palabras me conmovían y la excitación subía al saber a donde íbamos, pero debía mostrarme curioso e incómodo.
"¿A dónde vamos?"
Sólo se detuvo y comenzó a reír, mi corazón estaba por explotar.
"Así que puedes hablar, linda voz, lamentó secuestrarte, pero iremos a mi casa, ¿Te gustan las películas? ¿Qué te gustaría comer?"
Iba a poder probar su comida, y ver sus películas favoritas, me las sabía de memoria, diálogo tras diálogo, también sobre los libros que leía y las revistas que tenía esparcidas por su cuarto.
También lo que pasaría al llegar a su casa, pero antes pasaríamos por el mini-super a comprar lo necesario para hacer un omelette y muchísimas galletas y chocolates, su propio ritual de sanación.
Y al entrar a su casa se daría cuenta de lo que había hecho, sin embargo ya sería demasiado tarde para echarme, pero sí me pediría gentilmente que me quedara quieto, para así darle algo de tiempo para esconder toda su ropa sucia y desorden bajo su cama o dentro de los armarios.
Y dicho y hecho eso fue lo que pasó.
"Otra vez debo disculparme, no esperaba visitas, por favor, ahora sí, pasa"
Estaba en su hermosa casa, está no era como las otras veces, no, claro que no, hoy había sido invitado, no era un intruso.
"¿Quieres ayudarme con el omelette?"
"Por qué no sólo comemos esos chocolates y vemos el club del desayuno o algo así"

Su asombro era obvio, quería sonreír, pero eso podría asustarla.
"No pensé que tuviéramos tantas cosas en común, las galletas, los chocolates, las películas..."
"¿Eso te molesta?"
"No, claro que no, sólo me pareció una muy linda y divertida coincidencia. Ven, vayamos a mi cuarto"

Si supieras que lo único lindo en este lugar es tu presencia.
"Lindo"
Verla sonrojarse se comparaba a la misma sensación de un drogadicto al inyectarse heroína, felicidad plena.
"Espero no sea muy rosa, siéntate donde quieras"
Lo hice sobre su cama, no iba a perder esta oportunidad.
"Ten"
Me pasó el control remoto, fui rápidamente hacia el icono de "USB".
"Buena selección de películas"
"Me alegro,¿Hay alguna que no hayas visto?"

Volví con la costumbre de asentir y puse su película favorita, la que más le gustaba, ella quería casarse con la misma canción que suena en la boda de los protagonistas, "Il Mondo".
"Esa película, es bastante romántica, no creo que sea de tu agrado"
Era un pequeño conejito asustado, temblando y enrojeciéndose, mientras a su lado había un lobo sediento de su sangre.
"Pude ver que tienes buen gusto, así que no creo que sea mala. Toma"
Había sacado uno de los chocolates.
"Gracias"
Verla tan de cerca me habría parecido imposible, sin embargo no era completamente ella, esos momentos en los que siempre se emocionaba sólo los resguarda, debía mantener la compostura.
Pase mis dedos por sus labios, sacando restos del chocolate, esperando alguna reacción, siquiera algún insulto, que se alejara o se sintiera incómoda, pero no lo hizo.
"Me gustó, la canción creo que fue muy linda, si me tuviera que casar me gustaría que mi futura esposa entrara con ella"
Se que había pedido una reacción, pero una cosa como esa nunca me la habría esperado.
"Yo también lo creo, quiero decir, lo de la canción, me gustaría entrar con ella a mi futura boda y..."
Podía entender que se quedara en blanco, seguramente ya lo había sentido, pero no había sido mi culpa, que clase de Ángel tonto e inocente se sentaba de tal forma sobre un chico al que le acababa de hablar, no pude soportar mantenerlo quieto por más tiempo.
"Eres un pervertido Mark Prescott"
Sus brazos enredándose en mi cuello y mi nombre saliendo de sus labios, quizás no había ido al cielo, sino que estaba en el infierno, siendo coronado futuro rey del inframundo y este era mi presente de bienvenida, una linda íncubo que había tomado la forma de mi amada.
"Diablos"
Ella se bajó y tomó una de sus almohadas lanzandola hacia mi y yendo rápidamente hacia su consola de videojuegos, donde también terminó por lanzarme uno de los controles.
"Actúa natural"
Cuando unos golpes sonaron en la puerta entendí a que se refería.
"Pasa"
"Jess, ¿Qué haces en casa?"

El padre no pudo notar mi presencia, como muchos otros.
"El profesor de inglés tenía neumonía, nos dejaron salir antes pero con un trabajo en equipo, el es Mark"
Cuando me vio sus ojos se encendieron, lo entendía, su retoño era hermoso, si yo no lo sabría, Pero no estaba preocupado, había practicado esta situación miles de veces, incluso tenía hecha toda una investigación sobre los hobbies y gustos de mi amado suegro.
"Que tal señor, me parece conocido, ¿Puede que usted haya jugado para algún equipo profesional de rugby?"
Me encontraba parado frente a él, muy serio de mirada pero con una sonrisa agradable, viendo como su semblante se calmaba.
"En realidad sí, ¿Eres aficionado al juego?"
"Mi padre lo era, jugué hasta hace dos años, mi padre murió de un ataque al corazón, luego de eso decidí dejarlo por un tiempo"

Su mirada ya era mía. Al igual que sus firmes palmadas de consuelo.
"He pasado por lo mismo, me extraña que mi hija no te hubiera traído antes"
"Lo obligué a venir, es algo tímido, aparte de que se la pasa en la biblioteca estudiando"

Una risotada llenó el cuarto.
"Pues deberías aprender algo de tu amigo, me agradas, vuelve más seguido y ayuda a mi hija con sus notas, son terribles"
Terminó soltándome ya que se encontraba abrazándome de una forma amistosa.
"Cuando te vi, iba a sacarte por la venta, tienes suerte. Cariño me tengo que ir a un almuerzo con los compañeros de trabajo, seguramente vuelva tarde ya que luego de eso tendremos una reunión y esas cosas, ya sabes como es, solo vine a cambiarme, cuida de mi hija Muchachito"
Y así volvimos a estar solos. Extrañamente ambos dejamos salir un suspiro, mi dulce ángel se recostó sobre el suelo.
"Creí que iba a matarte, me alegra que tengas todas tus extremidades"
"Yo también "

Nuestras acciones volvieron a coincidir al comenzar a reír suavemente.
Sentado nuevamente sobre su cama, ese íncubo volvió, gateando hasta apoyar su linda cabecita sobre mis piernas, mirándome desde abajo.
"Siempre fuiste demasiado lindo"
Sacó su particular chaqueta, la tiro sobre la cama y comenzó a bajar el cierre de su falda, sin quitarme la vista de encima.
"Hace calor"
Sus manos en mis hombros, era el turno de mi chaqueta, fue dejada sobre la suya, dándose la vuelta, mostrándome sus lindas caderas, podría vivir sobre ellas.
"¿Me ayudas a bajarla?"
Lo hice dejando que sólo la camisa cubriera su ropa interior.
"Sí adivinas el color te daré un premio"
No sólo podía decir su color, también material y tipo de encaje, cuáles fueron sus anteriores dos opciones o por qué terminó por elegir ese lindo conjunto.
"¿Bl...blanco?"
"Que chico tan listo"

Sus suaves labios sobre los míos, si antes podía sentir lo que guardaba allí abajo, ahora lo tendría dentro.
Estaba acabado, tendría que volver a mi casa de esta forma, esperaba que no se notara sobre los pantalones azules del uniforme.
"No te preocupes, estamos iguales"
Otro beso, otro y otro más, uno más húmedo que el anterior.
Mis manos tan firmes sobre sus caderas, apretándolas para que se quedara quieta, pero sus movimientos eran tan intensos, quería matarme.
"Me voy, pórtense adecuadamente"
Se escuchó gritar fuera de la habitación.
"¡Claro papá!"
Mi amado ángel, era un demonio, sus ojos se tornaban de un amarillo tan intenso, sus labios completamente rojos al igual que sus mejillas.
"Haciendo cosas tan sucias como estas, cuando mi padre estaba en casa, eres tan sucio"
Ese fue mi límite, por segunda vez derrotado, presionándola hacia abajo, mordiendo su cuello tan fuerte, aquel sabor metálico que había estado soñando corría por mi boca.
¿Estaría enojada, decepcionada? O pero aún ¿Demasiado dolida? Cuando la volví a ver la excitación volvió, ese rostro era único, y sólo mío, de nadie más.
"Está vez podrías bajarte los pantalones"
Nuestros rostros combinaban, pero el conejito asustado completamente lleno de vergüenza había cambiado de roles. Ella era el lobo, uno demoníaco. Y me encontraba completamente extasiado por haberlo descubierto.

Hagamos de esto una realidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora