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La floriografía fue un medio de comunicación en la época victoriana, en donde variadas flores y arreglos florales se usaban para enviar mensajes codificados, sirviendo a sujetos para expresar sentimientos que de otro modo nunca se podrían hablar. A Jeno le apasionaba aquello, soñaba con el día en el que pudiera encontrar a alguien a quién dedicarle sus florecientes sentimientos a través de la dulce y encantadora belleza que ofrece la flora.
El castaño llevaba un buen tiempo suspirando el nombre de un chico que jamás lo había registrado. El príncipe Na, como solían llamarlo las chicas a su alrededor, parecía demasiado ocupado recibiendo todo tipo de halagos y regalos como para molestarse en reparar en el tímido chico del club de jardinería.
Y no es que Jeno fuese un cobarde o su timidez le impidiera expresar abiertamente sus sentimientos, no era nada de eso. Pero acercarse a Jaemin era un verdadero suicidio, él jamás podría comprender el significado de sus emociones. Por eso mismo, la idea de enviarle flores surgió en su mente, el deseo de confesar su amor a través de mensajes que no podría decodificar había florecido en su corazón, y no habría quién lo detuviera.
