Recordando mi niñez

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Era una noche cualquiera... No podía conciliar el sueño, a mis 63 años quién quisiera perder el tiempo durmiendo, entonces fui a inspirarme al baño.

Sentado recordé aquellas noches cotidianas, la cual tenía 6 años, veía a mi bella dama, mi madre, quien me acompañaba en noches como esta, se sentaba en el borde de la tina y se ponía a leerme un cuento... Podía revivir aquellas historias fantásticas olvidando el verdadero motivo por el cual estuve sentado, pues el sonido de su hipnotizante voz hacía que pierda la noción de la realidad... Ahora que no me acompaña, trato de imaginarme que aún está en aquella tina esperándome cada noche en nuestra cita nocturna en un lugar particular.

Recordé aún más el pasar del tiempo, las risas y los incontables llantos.... mi ambigua soledad y como eran las paredes de mi cuarto para aquel entonces. No tuve más que hacer que suspirar y extrañar como niño todas esas risas y pasiones locas hiper-extraordinarias. Nada cambiaba, nada dejaba atrás, sólo seguía adelante aunque con mis ojos vendados. Mis vecinos, tontos pero agradables a la vez sólo cuando lo necesitan(como era de esperarse), siempre nos reuníamos fuera para sólo charlar y tirarle piedras a los niños de la siguiente casa, esperando salir corriendo desenfrenados y sin ningún rumbo escapando de la vieja loca del otro lado, sólo para siempre salir salvados y muertos de risa a la otra cuadra de sólo oírla gritar como mujer en pleno parto... Jajaja que tiempos. Que grandes amigos.

De vuelta a esa pequeña casa, escurridizo y con mi cabeza metida entre mis hombros abría la puerta con tal cuidado que mis manos temblaban de la prisa que tenía. Miraba y miraba detrás de mi incontables veces sólo para asegurarme que esa vieja loca no estuviese por ahí cerca y saliera con su gran maso de hombre vikingo a maltratar mi espalda. ¡Que divino se sentía estar en mi casa de nuevo después de tal maldad!. Yo, sin más preámbulo sólo abría un poco la ventana para ver sí la vieja estaba ahí. Poco a poco iba acercándo mi rostro a una de las esquinas de la ventana pero mi miedo era tal que blanqueaba y volvía de nuevo a mi posición anterior aunque lo hacía y lo hacía hasta que respiraba profundo, trancaba mi respiración y veía por unos segundos y corría como ratón empedernido debajo del comedor sólo para estar seguro de que no me había visto entrar. Cuando mi pequeño corazón dejaba de palpitar tanto debido a tanta adrenalina en mi cuerpo, no quedaba más que salir un poco de mi cueva psicológica sólo para quedar tendido en el piso mirando al techo y haciendo bocanadas de aire extasiado, recordando y riendo como loco.

Luego sólo me quedaba ir, y verla ahí, mi madre, tendida, durmiendo plácidamente. Poco a poco me acercaba y me sentaba cerca de la cama sólo para verla dormir aunque al fin, terminaba por quedarme dormido. Siempre pensaba que tenía un ángel a mi lado, o hadas debido a que era inexplicable para mi amanecer en mi cama al siguiente día, siempre decía que debía amanecer al lado de mi madre y rostro se tornaba raro debido a la gran molestia que sentía. Hadas malas o ángeles malos pensaba yo...

Corría a buscar mi pequeña caja e iba de inmediato al baño. Ponía mi pequeña caja de plástico color rojo frente al retrete y de prisa bajada mi pijama y subía sobre el sólo para poder orinar aunque casi siempre terminaba haciéndome encima y regando el piso y todo el retrete de orina. Una razón más del día para que mi cara nuevamente se tornara algo rara para mi. Junto a mi caja roja y luego de una gran ducha(para mi obviamente) iba a mi cuarto a buscar la ropa que mi madre siempre dejaba en algún lugar de mi cuarto *yo siempre le decía que dejase en algún lugar de mi cuarto la ropa que tendría que lucir ese día* y para mi era mi primera aventura del día. Yo aunque con mis pelotas al aire y mi cajita roja empezaba de lugar en lugar a buscar mi tesoro perdido; corría de aquí para allá, ponía mi cajita para subir y ver aunque cansado y malhumorado siempre terminaba sentado sobre mi cama mirando a todas partes para darme cuenta que mi ropa estaba justo frente a mi puesta sobre mi mesa de arte.

De nuevo, salía a buscar a mis vecinos para molestar a la vieja loca de la siguiente casa.

Luego de un tiempo veo que llega un gran estruendo que incluía luces blancas, azules y rojas que se veían desde la ventana principal de mi casa. Era en la casa de la vieja loca... Yo salgo y admirado de esas luces que por primera vez había visto, sin pensarlo por primera vez en vi vida poco a poco fui acercándome a la casa de la vieja loca cuando nunca pensé hacerlo. Poco a poco también veo que mucha gente iba acercándose a donde estaba yo y ese gran automóvil con un gran estruendo pero con luces encantadoras, pero sus rostros eran más raros que los míos cuando estoy molesto; tenían los ojos grandes y las cejas muy levantadas, unos tenían la boca abierta y otros las mismas características anteriores pero tenían una de sus manos sobre sus boca. Miraban sólo a un punto... Ignore las luces y los rostros de la gente, y fui poco a poco acercándome a la puerta de la casa de la vieja loca y aunque no podía ver nada debido a que dentro habían hombres y algunas mujeres con una rara ropa y cascos rojos sentados como yo iba al baño al alrededor de alguien que estaba siendo arropado con una tela blanca, decido entrar un poco más hacía donde ellos estaban. Sin que me vieran fui, nuevamente con mi cuello y cabeza metida sobre mis hombros detrás de esas grandes sillas con colchones sobre ellas -bastante raras- pensé yo. Aún con la angustia de saber que hacía esa gente rodeando y con sus manos sobre esa persona que está allí arropada, decido nuevamente acercarme un poco más para poder ver. Lo que vi, para mi fue muy raro... Esa vieja estaba allí acostada como sí estuviese durmiendo, pero ellos hablaban muy fuerte y ella no despertaba. Decido ir y decirles a ellos -¡Ella duerme, no la molesten!- Ellos sólo se miraron unos a otros y sólo uno de ellos me me llevo de vuelta a casa. Lo pude ver todo desde la misma pasarela de siempre, con los mismo vecinos de siempre. Ellos, tan sorprendidos como yo.

Llegó el día de la escuela, y mi entusiasmo era más grande que el universo mismo, corría de aquí para allá, y sólo gritaba lo tanto que estaba esperando llegar al resisto. Recuerdo que tenía un transporte muy particular; realmente la vocina de dicho carro era muy particular, pero encantadora quién lo manejaba. Una señora de piel clara y pelo canoso, muy sonriente y de aspecto muy amable. Mientras viajábamos a la escuela ella siempre cantaba canciones que me hacían morir de la risa sin parar. Y entonces estaba yo allí, parado frente a esa gran estructura que salían y entraban muchos niños uniformados como yo, pero raro fue lo que sentí después: un agobiante pero raro sentimiento que me hacían ver borroso y alterar tanto mi corazón como cuando llegaba a casa después de molestar a la vieja loca. Me hacía extrañar a mi mamá y salir corriendo de allí. Parado y llorando sin razón, inmóvil, atontado y aterrado al mismo tiempo no tenía más que tomar bocanadas de aire mientras mi corazón seguía latiendo muy fuerte por la inmensidad de recinto y el miedo que me daban los demás.

De pronto alguien se me acerca y toma mi mano, era ella, mi madre que con tal tranquilidad se puso frente a mi y con una gran sonrisa calmo todos mis males.

Tremendas y malos ratos pase durante está grande pero tremenda época, aprendí, reí, corrí y soñé sin darme cuenta, pero sólo tengo aún 63 años y sigo aquí recordando.

La vida siempre es distinta por donde quiera que se vea y más aún cuando ya empiezas a ver cambios en tú cuerpo........

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Hola,  mucho gusto! Soy nuevo en esto y gustaría que comentaran y votarán mi historia.. Espero que la compartan con sus amigos. Un abrazo.

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⏰ Última actualización: Mar 31, 2016 ⏰

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tengo 63 añosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora