Karina y Mei

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Alekséi se encontraba paseando en Tokio de nuevo paseando por las calles abarrotadas de personas como era habitual en la ciudad. Y como siempre, iba acompañado de su apreciado bastón cuyo mango tenía forma de cuervo e iba vestido con su mejor vestuario. Una camisa abierta mostrando su pecho tatuado y unos pantalones de tirantes. Encima, una gabardina blanca preferida. Llevaba también unos guantes de cuero, que cubrían casi enteras sus manos. Calzaba unos zapatos de una famosa marca italiana, regalo de un amigo de allí. Además, llevaba unas gafas de sol de lentes degradadas. Nunca se las quitaba, ni siquiera cuando hacía mal tiempo.

Tras unas horas yendo de un lado a otro, se percató a lo lejos de un extraño establecimiento con luces despampanantes en el fondo de un callejón. Interesado, entró al callejón y se acercó más para saber qué era. Ya en frente del local vio el letrero: Red Dragon Night Club.

—No será lo que estoy pensando... —Sonrió divertido ante la idea. Decidido entró. —¡Jujuju! Sí que es lo que estaba pensando. A los pocos momentos de entrar al burdel, una de las tantas camareras del local se acercó, dándole la bienvenida con una bella sonrisa.

—Buenas noches. Bienvenido al Red Dragon. ¿En qué le puedo servir? —Preguntó dulcemente la camarera. Alekséi se quitó ligeramente las gafas para ver con mejor claridad a la camarera. Y a su parecer, ésta estaba despampanante.

—Si pudiera ser bella dama, un vaso y una botella de su mejor vodka, por favor. —Le dijo sonriendo.

—Por supuesto. Por favor, tome asiento. Vuelvo en un minuto. —Dijo ella mientras señalaba la sala principal del local, la cual estaba llena de sillones cómodos, y tras eso se fue hacia la barra para traerle su pedido.

—Gracias. —Ronroneó Alekséi mientras guardaba sus gafas y tal como dijo, fue a donde le indicó la chica.

Se retiró la gabardina y abrió un poco más la camisa, después se echó el cabello hacia atrás. Se sentó en el mullido sillón, el cuál daba una buena vista del lugar. Pacientemente, esperó a que le trajeran el pedido, golpeando un poco aburrido el suelo con el bastón. Después de que pasaran algunos minutos, la camarera volvió con su pedido en una bandeja plateada y lo colocó en la mesita que se encontraba a su lado.

—¿Desea algo más, caballero? —Consultó la camarera sonriendo amablemente.

—¿Podría traerme algún aperitivo si no le es ninguna molestia? —Pidió él tras meditarlo un poco. La camarera asintió como respuesta y se marchó otra vez.

Mientras tanto en los camerinos del burdel, tras 15 minutos de arreglarse, una de las prostitutas ya estaba preparada para el trabajo de aquella noche. Ese día, Mei llevaba un outfit de color granate con tacones altos y negros junto con un choker del mismo color. Tenía el pelo suelto y ligeramente rizado, dejando relucir su cabellera plateada.

—Necesito opiniones. —Pidió Mei mientras se giraba para ver a Karina. Ella vio que también su compañera llevaba un conjunto parecido. La pelirrosa sonrió mientras terminaba de peinarse y observó detenidamente a su amiga.

—Te ves hermosa como siempre. —Confirmó Karina al calzarse también sus tacones.

Hoy iban a ser las dos estrellas principales de la noche. Usualmente solía ser Mei, ya que Karina no venía tanto al club. Pero la pelirrosa tenía muchas ganas de ver a su amiga.

Por otro lado, varias compañeras suyas empezaron a salir de los vestuarios para empezar con su show. Cuando la clientela masculina se percató que salían, empezaron a chiflar a las chicas que iban a realizar un pole-dance. Tras un rato, la joven camarera volvió con un piscolabis y lo dejó en la misma mesita, al lado de la bebida.

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