Violín I

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La música, para muchos es nuestra pasión, otros simplemente arte, otros expresión, libertad, alegría, dolor, fuerza…también para muchos es amor. . . 
De repente las bocinas del aeropuerto nos indican que debemos abordar
-Tenemos que irnos Aimé - me dice él feliz tomándome de la mano mientras yo le sonrío. Ambos caminamos juntos hacia la pista de abordaje y lo que pienso es que vamos hacia nuestro futuro.

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Ya llevamos cuatro horas esperando el vuelo, pienso, y para ser sincero estoy algo impacientado, siempre he querido ir a Madrid a cumplir mi sueño y ahora con Aimé acompañándome todo será increíble. La miro y es tan perfecta, siempre lo he pensado, ha pasado tanto tiempo desde que éramos niños, que jugábamos en ser personas grandes algún día para viajar por el mundo haciendo música, haciendo lo que realmente nos apasiona. Ella parece pensativa, sólo mira a la ventana que da hacia la pista de aterrizaje. Su piel achocolatada, sus risos preciosos, esos ojos marrones café y sus labios rojos la hacen lucir aún más perfecta. Algo me saca de mis pensamientos cuando escuchó la bocina del aeropuerto anunciar que debemos dirigirnos al avión.
-Tenemos que irnos Aimé - digo feliz. Le agarro la mano y la guío hacia mi lado. Ella me regala su espontánea sonrisa mientras caminamos hacia nuestro futuro.

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-Ahí está, acompañada de aquél idiota. - No sabe que me encuentro en el mismo aeropuerto, y no lo sabrá nunca, porque ya no nos veremos más. -Te extrañaré, tanto como te extrañé 12 años atrás, - digo, pero es imposible que me escuche porque estoy lejos. En eso escucho el megáfono indicándome que su vuelo ya va a partir. Veo que se levanta y aquel idiota coge su mano –ya no hay nada que hacer… -digo a mis adentros mientras una lágrima recorre por mi mejilla. –Buena suerte Aimé.
Me volteo y salgo del aeropuerto.

                              *******

12 años atrás

Me encuentro sentada en una de las sillas al frente de la sala de música mientras espero mi turno para la audición de iniciación musical. Estoy algo nerviosa, no paro de tocarme el moño que mi madre intentó hacerme con mi gran cabello rizado, que a pesar de ser abundante lo mantengo corto, por lo que recogerme el cabello no es siempre la mejor opción. Quizás me vea algo rara con él, pienso. “Bueno no importa eso ahorita Aimé”, lo importante es pasar la audición. Jamás he hecho una, pero haré todo por conseguir entrar en el conservatorio.
Sigo tocándome el moño mientras pienso en todas las cosas, cuando observo que unos niños  como de mi edad (11 años) pasan por al frente de mí y se me quedan viendo. “Qué pena, debe ser que me encontraba haciendo muecas mientras pensaba”, porque uno de ellos se comenzó a reír y luego los demás le siguieron la risita. Al cabo de un instante dejan de mirarme y siguen su camino, todos excepto un niño que se me quedó mirando mucho más rato que los demás, ese no se rió, simplemente se me quedó mirando. No es muy alto la verdad, podría pensar que yo soy algo más alta que él. Tiene el cabello muy corto, pero se ve que es ondulado. Además es algo pálido, pero le combina muy bien con sus ojos marrones claros.
Fue sólo unos instantes más de lo que el resto  se detuvo, luego el también siguió su camino hasta alcanzar al resto del grupo. Yo me quedé pensando en el moño y en el niño, cuando escucho que repiten mi nombre “Aimé, Aimé número 23”.
– Soy yo! Me levanto rápido de la silla y voy hacia la sala de audición.

                               *******

15 minutos después y ya he salido de la audición, fue muy fácil la verdad, solamente me vocalizaron, según lo que ellos me dijeron, y me hicieron hacer ejercicios rítmicos. Los realicé todos tal y como el señor Mario, el maestro de la audición me indicó. Al terminarla me felicitó por la maravillosa labor, como dijo él, que desempeñé y que estaba muy emocionado de que entrase en el conservatorio.
Al escucharlo la alegría se notó en mi rostro, de una forma tal, que no dudé en abrazarlo y darle las gracias, él señor Mario no dudo en recibirlo y me preguntó luego de soltarlo, ¿en qué rama de la música me gustaría desempeñarme? Yo le contesté que amaba el violín desde la primera vez que lo escuché en un concierto que mis padres me llevaron, y el señor Mario, o como él me dijo que le dijera, Mario a secas, que le complacía aún más esa noticia porque él mismo era el que lideraba la cátedra de violines.
Antes de salir me regaló una dulce sonrisa y me dijo que estaba ansioso en ver cómo me desenvolvía con el violín, ya que tenía un presentimiento de que podía lograr cosas aún más grandes.

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Estábamos hablando, y como siempre Juan era el que más charlaba en el grupo. Cómo por quinta vez, no, cómo por décima vez que se reía de las muecas que hacía aquella niña de moño rizado. Yo no entendía cuál era el chiste que lo hacía reír tanto.
Ya entre el grupo ningún otro hablaba de eso salvo él que insistía en el tema. Entre todos estábamos fastidiados de escucharlo, y supongo que por eso es que el “chino”, como le decíamos por cariño a Luis, lo calló por completo.
-¡Deja de parlotear tanto Juan, te pareces a tu tía!,  A mí me parece que la niña del moño rizado es muy linda. ¿A quién más le pareció lo mismo?  Tú Fabián, ¿qué piensas?
¿Qué?¿Quéeeeeeeee? No me esperaba esa pregunta.
– Esteeeee…-  todos los del grupo me observan fijamente y esperan que responda a la pregunta que me hizo el chino, pero no sé porqué me causa tantos nervios.
-¡Vamos Fabián! - me dice el chino, - se que nunca dices nada acerca de las niñas pero queremos oír que piensas de la niña con moño rizado. - Este último me puso más incómodo de lo que estaba, pero respondí con el poco de impulso que agarré.
-Me parece hermosa. 
Termino por decir, todos parecieran que tomaran mi respuesta muy sorprendidos, pero sus miradas cambian de repente y noto que están mirando hacia otra parte. Me volteo, para entender qué están viendo, y ahí se encontraba aquella niña de risos viéndome fijamente, a unos cuantos pasos de mí.

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¡No puedo creer lo fácil que fue! ¡¡Quedé qué emoción!! Es todo lo que pienso al salir de la audición, mi alegría creo que es un tanto exagerada, pero no me importa, esto es lo que lo que siempre he querido.
Voy caminando por el pasillo hacia la salida y veo que ahí se encuentran los mismos niños de hace un rato “Bueno no se ven malas personas, igual tengo que pasar por allí”. Me voy acercando y escucho que un niño se está riendo de algo muy escandalosamente, cuando veo que otro de los niños del grupo lo interrumpe
“¡Deja de parlotear tanto Juan, te pareces a tu tía!,  A mí me parece que la niña del moño rizado es muy linda” Me detengo al escuchar eso. ¿Seré yo? Ahora que lo pienso era la única que llevaba un moño y además tenía el cabello rizado… y la única que hacía muecas…por dioooooooos. Ya va, seguramente hablan de otra niña. Me voy acercando un poco más cuando escucho que el mismo niño le pregunta al otro que está al lado suyo.
“A quién más le pareció lo mismo?  Tú Fabián, ¿qué piensas?”  ¿Fabián? Acaso… ¿no es el mismo niño que se me quedó mirando hace un rato? Ummmm pareciera él, pero…
“-Me parece hermosa.”. Creo que es la primera vez que escucho decir a un niño que una niña es hermosa, y también, la primera vez que veo que de espaldas se puede estar tan nervioso.
Veo de repente que todos en el grupo notan que estoy justo al frente de ellos. Sus caras son toda una calamidad, parecieran que fueran sido vistos por sus mamás cuando hacen travesuras. Me da algo de gracia sus caras, pero en el mismo momento en que casi suelto una risa, el niño que dijo “-Me parece hermosa” Se voltea y me ve fijamente. Al verlo, pude entender que sí se trataba de mí
-¡¡No puede ser, Soy yo!!

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Puedo ser todavía pequeña, pero sé que cuando un hombre ( o en este caso un niño) se pone rojo, es porque sí le pareces hermosa. En todas las novelas que ve mi mamá pasa. ¡Aunque no puedo creer me esté pasando!. En las novelas normalmente los hombres ponen cara polémica cuando los descubren, pero en el caso del niño, digo Fabián sí que tenía una, su pálido rostro se tornó muy rojo y su respiración se aceleró mucho, tanto para yo notarlo. Parecía que fuera visto un fantasma. No supe que más hacer, porque yo también me quedé helada, simplemente lo miré, muy fijamente. Sin decir una palabra.
Me puse un poco nerviosa pero traté que no se me notara demasiado, así que decidí sonreírle, la más espontánea sonrisa que pude hacer. Luego me le acerqué, noté que los del grupo se echaron para atrás, él se puso más rojo y no dejaba de tragar saliva. Yo respiré y le dije con la más sincera felicidad y nerviosismo
- Me llamo Aimé, gracias por llamarme hermosa Fabián. - Ahí realmente estaba nerviosa, no sé si es posible que se me notara lo roja que me puse, pero no dejaba de estar feliz por escuchar que un niño me hubiera dicho hermosa. Creo que en ese momento ambos nos relajamos un poco porque él también me dirigió una, la más linda, pequeña y tímida sonrisa.

The Violin's SonataDonde viven las historias. Descúbrelo ahora