Capítulo V

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Pasados cuatro meses de la muerte de Jesús, María decidió abrirse nuevamente a sus amigos que la habían tratado de manera tan gentil, mientras ella llevaba su dolor en silencio. Héctor fue uno de los primeros en retomar comunicación con María, por decisión de ella. Comenzó disculpándose por la manera en que lo había tratado tiempo atrás.

- ¿Quieres acompañarme hoy a casa? – pregunta María al chico. Héctor se quedó atónito, le sorprendió bastante que ella se lo pidiera.

- ¡Con mucho gusto! – exclama él, de manera muy alegre.

- Oye, quiero darte las gracias por ser tan paciente conmigo, sé que no me he comportado de manera muy amable contigo. – le comenta la chica.

- No digas esas cosas, yo no pienso en el pasado, ni en el trato que me diste, pienso en estos momentos donde das a mostrar tu lado humano. – María se ruborizó con las palabras de Héctor.

En el trayecto hacia la casa de María, el chico le lanzó varias indirectas a su acompañante, pero esta no le respondió ninguna, no las ignoró, pero prefiero meditarlas en su habitación, donde podría pensar con claridad, y no dejarse llevar por el momento.

Ya en casa, María y Héctor se despidieron con un abrazo, el chico se volvió por donde ambos venían, y tomó su ruta para ir a casa. Ese día, la hermana de María no había ido a trabajar, por lo que esperó que esta volteara a verla, mantenía una sonrisa muy pícara, casi de manera cómplice por lo que sus ojos habían visto.

- Sigo diciendo que es muy lindo. – comenta Clara. María se sobresaltó al escuchar su voz detrás de ella.

- ¿Qué haces aquí? – pregunta la hermana menor dándose media vuelta.

- Pedí el día libre en el trabajo, quería hablar contigo cuando llegaras de clases. – le responde la mayor.

- ¿Y de qué quieres que conversemos? – pregunta nuevamente María.

- Estos meses te has comportado me manera extraña, puedes aparentar lo que quieras, pero a mí no puedes engañarme, dime, ¿qué te está pasando? – termina preguntando Clara.

- No intento engañar a nadie, no entiendo a lo que te refieres. – María intentó convencer a su hermana de que todo era su imaginación.

- María, por favor, sé que frente a mí y a nuestros padres, sacas tu mejor sonrisa, lo mismo en la calle y apuesto también que en la universidad. – le señala ella.

María, viendo que su hermana insistiría hasta el final, decidió contarle toda la verdad de lo que estaba sucediendo, así que comenzó por el principio de todo.

- ¿Podemos hablar en mi habitación? – pregunta María, quería la mayor privacidad posible.

- Está bien, vamos. – acepta Clara.

Estando solas en la habitación, María sacó las cartas que le entregó la mamá de Jesús, le contó a su hermana lo que decía cada carta, y le comentó que había solo una carta que no había sido enumerada, en esa carta, Jesús le comentaba lo feliz que se sentía porque había aceptado ser su novia, ambas entendieron que esa carta la escribió antes de lo que había ocurrido.

- Es muy noble lo que intentas hacer, pero no creo que sea correcto. – comenta Clara.

- No entiendo, ¿qué quieres decir con eso? – pregunta la hermana, se encontraba bastante desconcertada por lo que había dicho su hermana mayor.

- Es bastante obvio, al menos para mí. Sé que todavía te sientes culpable por la muerte de Jesús, y quieres evitar que suceda lo mismo con Héctor. – le explica la chica.

- Sigo sin entender tu punto. – se excusa María.

- Que no es bueno que juegues con los sentimientos de Héctor solo porque tienes miedo de que él haga lo mismo que hizo Jesús. – Clara explicó de manera más sencilla y cruda, sabía que lo que había dicho le dolió a su hermana, pero era necesario hacerlo.

El Límite del AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora