Primer comienzo

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Baje de aquel avión y un frío viento chocó contra mi cara. Nunca habia estado aqui, ni siquiera se por qué elegí este destino cuando era una ciudad que nunca había pasado por mi cabeza. Estaba lejos, y la idea de empezar una vida nueva me emocionaba pero al mismo tiempo me precía aterrador. Recoloqué en mi hombro lo único que venía conmigo, una vieja bolsa de deporte, que a penas tenía nada dentro simplemente lo más esencial, algo de ropa y poco más. No era mucho lo que perdía, y no me refería a lo material. Tampoco me quedaba a casi nada allí en el lugar donde pertenecía.
Llevaba unos años trabajando y había conseguido ahorrar algo de dinero, no mucho, pero si el suficiente como para pagarme un hostal cutre donde resguardarme hasta que encontrara un trabajo y un apartamento al que ir. No iba a ser facil teniendo en cuenta que era una ciudad algo cara, pero la media de un hostal eran unos 20€ la noche, algo que podía pagar sin problemas.
Me dirige algo perdida a la salida del aeropuerto, podría coger un taxi pero gastaría 40€ de manera innecesaria ya que podía ir en autobús, aunque de igual manera ni siquiera sabia donde iba. Me senté en uno de los bancos que había junto a la parada de bus, y busque en mi movil la ubicación de algún hostal que no estuviera lejos del centro y que no fuera muy caro. Encontré uno que tenia buena pinta y por 22€ la noche podría quedarme aunque fuese una semana, ¿que bus me venia mejor? El F6, pasaba en 15 minutos, resople en mi asiento impaciente y de uno de los compartimentos de mi bolsa saque un cigarrillo, intentando calmar una ansiedad que yo sabia que por el momento no iba a desaparecer.

El autobús me dejo a un par de calles de mi hostal, baje y camine por las calles viendo un atardecer tan profundo que casi sentía que se me sanaba el alma. Nunca había estado aquí, pero de cierta manera, parecía que llevase años caminando por estas calles. Doble una esquina y el cartel de mi hostal salía en un simpático cartel con luces hacia fuera. Por fin, necesitaba descansar.
Llegué a la recepción y un hombre rubio con una gran sonrisa se encontraba tras el mostrador.
- God nat- habló felizmente el hombre, que tendría al rededor de unos 35 años.
- Buenas noches- le sonreí sacando mi cartera de la bolsa para coger mi identificación y el dinero- vengo sola- aclaré.
- Solo nos quedan camas libres en habitaciones mixtas de 6 personas- me explicó.
- No me importa, no me quedare mucho.
- ¿Cuántas noches?- me preguntó.
- Hm.. 4, de momento.
- Bien, necesitaría su identificación- le entregué mi carnet y esperé a que gestionara mi estancia. No tenía ningún problema con que fueran habitaciones mixtas, aunque el hecho no me hiciera mucha gracia- perfecto, serían 88€ por favor.
- Sí, pagaré con tarjeta- saqué mi tarjeta de crédito.
- Genial- el hombre sacó un datáfono e hicimos el cobro sin problemas- tu habitación es la 306, esta en la 2 plata.
- Gracias- agarre las llaves y fui directa al ascensor.

La habitación era acogedora, había 3 literas acompañadas de taquillas, un la mesa al fondo de la habitación, justo en frente de una gran ventana y un espejo en el lado izquierdo de la pared. La pintura era blanca, igual que las sábanas de las camas. Todas las camas se veían ocupadas, algunas estaban medio desechas y otras tenían prendas de ropa ocupándolas a excepción de 1, que se encontraba perfectamente hecha, con una taquilla vacía a su lado. Era la cama de arriba de una de las literas. Metí mi bolsa en la taquilla y me quité los zapatos subiendo a la cama, enchufé el cargador junto a una pequeña mesa que estaba suspendida y me tire en la cama, estaba destrozada.

Me desperté por la mañana, era bastante tarde, casi las 11am; eche un vistazo por la habitación algo desubicada y confundida, estaba nublado y no lucha luz entraba por la ventana. 3 de las 6 camas ya habían sido abandonadas, la habitación seguía vacía, lo cual era bastante normal ya que si alguien había venido a hacer turismo o trabajar no se levanta a la hora a la que yo lo estaba haciendo. Abri mi taquilla para sacar de mi bolsa 1 cepillo de dientes. No tenía toalla, ni ninguna otra cosa de aseo, quería ducharme mas que nada en el mundo, pero no tenia nada para poder hacerlo. Después de pensar durante un rato, si aunque solo me mojara el cuerpo en agua caliente y me secara con la camiseta, si, sonaba fatal, pero cualquiera en mi posición lo habría hecho.
Después de pasar un mal rato, por lo menos el agua estaba caliente. Un pantalon negro y una chaqueta verde forrada. Aun no había llegado el invierno pero teniendo en cuenta que estaba en un país nórdico octubre era un mes bastante frío. Me armé de valor y salí del hostal en busca de un trabajo. Hablaba danés de manera fluida, al igual que el francés y el ruso, un idioma difícil pero que desde pequeña estuve aprendiendo, por lo que a estas alturas sabia manejar bien. Desde siempre pensé que no valdrían para nada, pero ahora me doy cuenta que mi madre no era tan pesada insistiendo en que aprendiera y aprendiera, que algún día les daría uso y al fin llegó el día.
Después de unas largas caminatas por las calles y dejar algunos curriculums en muchos establecimientos, me senté en un banco frente al rio a descansar. Saqué un cigarrillo de mi bolsillo y lo encendí. Me puse a pensar, necesitaba un trabajo, esperaba que alguno de los sitios me contratase, me gustaba esta ciudad y quería quedarme un tiempo aquí. Aun no conocía a nadie, pero tenia tiempo de hacer amigos.
Mi barriga empezó a rugir, eran casi la 1 y aun no había comido nada, estaba hambrienta. Justo al otro lado del rio había una hamburguesería que tenía una temática muy callejera, a simple vista me gustó. Cruce un pequeño puente que no había muy lejos y entre por la puerta principal haciendo sonar una pequeña campanilla. Algunas mesas estaban llenas, otras vacías. Me acerque al mostrador y mire las pantallas con las cosas que ofrecían.

-¿Qué vas a tomar?- me preguntó una chica de pelo castaño claro que llevaba un peto amarillo apagado con una placa con su nombre; Erika.
- Em.. una especial por favor. Con patatas y refresco.
-Perfecto, serían 8,95 por favor.
- Sí, con tarjeta si no te importa.
- Claro.

Pague y la chica me entregó un ticket con un número, cuando mi comida estuviese dirían mi numero por megafonía y me acercaba al mostrador a recogerlo. Me senté pacientemente y mire con el escaparate del fondo como la gente pasaba, estaba exhausta de tanto caminar. Inconscientemente empece a embobarme cuando me sentí intimidada. Mi mesa no estaba junto al escaparate, estaba algo apartada, junto al escaparate había una mesa con tres chicos y uno de ellos me estaba mirando. Quizás pensó que lo estaba mirando a el al tener la vista tan fija en la ventana, qué vergüenza. Agache corriendo la mirada antes de causar una confusión y casualmente mi numero sonó por megafonía -justo a tiempo- pensé. Me levante rápido de mi asiento y fui al mostrador. Según me iba acercando escuche unos gritos dentro de cocina, y cuando llegue al mostrador una chica de pelo claro salió chillando.
- Dimito, no aguando mas aquí- sonaba muy enfadada, tiro su placa y salió por la la puerta. Todo el mundo miraba atónito la escena, pero yo no quise desperdiciar la oportunidad.
-Lo siento- me dijo Erika algo avergonzada
-Quiero trabajar aquí- espete sonando algo desesperada
-¿Qué?
-Em.. sí.. he visto como esa chica dimitía y quiero ocupar su puesto.- me sonrió.
- Espera un momento.- Erika entro dentro y llamo al encargado. Un hombre de pelo rubio totalmente rapado salió junto a ella y me miro- quiere trabajar aquí- le explico Erika.
- ¿Tienes experiencia?- me pregunto el hombre.
- Sí, ya he trabajado en establecimientos así antes, traigo un curriculum- saque la ultima copia de mi curriculum de mi bolsa y se la di. El hombre la miro de arriba abajo y después me miro a mi.
- Empiezas mañana- término de decir y entró dentro nuevamente. Erika me dedicó una sonrisa, se la devolví y agarré mi bandeja volviendo a mi sitio.

No me lo podía creer, acababa de conseguir un trabajo. Estaba muy emocionada, no era el mejor trabajo pero con esto ya podría conseguir un sitio conde quedarme y mas o menos subsistir, estaba muy emocionada.

...

Volví al hostal. Cuando entre por la puerta todas las camas estaban vacías. Que suerte. Todos se habían ido y esta inmensa habitación estaba sola para mi. Mi día iba sobre ruedas. Apoyé la cabeza en la almohada por primera vez en todo el día. Estaba nerviosa, mañana era importante que diera una buena presencia. Rodé entre las sabanas y cerré los ojos. Casi un día perfecto.

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⏰ Última actualización: May 05, 2020 ⏰

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