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—¿qué vas a usar para la fiesta de esta noche? —me preguntó una curiosa Blair desde la barra de la cocina mientras preparaba su cuarta dosis  de café de la tarde en la máquina que habíamos logrado instalar.

Porque en los últimos tres días habíamos logrado simpatizar muy bien las gemelas y yo. En aquel corto período de tiempo nos habíamos hecho la meta de decorar el piso que ocupábamos para que se viese menos vacío y entre aquel ejercicio, para no aburrirnos, dejábamos revoletear uno que otro cotilleo que en sí, revelaba cosas interesantes de cada una, como por ejemplo:

1. Las hermanas venían de otro país y su estadía en la Universidad se resumía en querer escapar de la vida caótica que vivían sus padres en medio de infidelidades.

2. Blair era la mayor por tres minutos.

3. Ambas estudiarían relaciones internacionales.

4. Ambas compartían mi edad, 19 años. Aunque les ganaba por unos cuantos meses.

Por otro lado, ellas se enteraron de mis padres, de mi mejor amigo (a quien sí que les entró la curiosidad de conocer), algunos hobbies nada ocultos, la necesidad gigante de un café matutino para funcionar bien (por eso la instalación de la cafetera), entre otras mínimas cosas. Pero nada les llenó tanto que saber que había conocido a un chico guapo, dos puertas atrás, al que reconocieron ante el nombre y descripción pero que prefirieron denominar 'El alemán'.

A medida que íbamos hablando lo suficiente de los temas, los dejábamos enterrados para pasar al siguiente y justo ahora, en este pequeño descanso que nos habíamos tomado después de trabajo arduo, el cotilleo se trataba de la susodicha fiesta de quien nadie paraba de hablar. Parece ser que se realizaba el sábado antes de comenzar nuevamente el año escolar porque claro, no hay nada más interesante que dejar a varios adolescentes hacer de las suyas en tremendas fiestas para luego esclavizarles, en medio de alguna resaca, a las clases.

—Pensaba en no ir —respondí con simpleza.

De inmediato, las miradas del par de gemelas se estancaron en mí reluciendo aquel gesto de indignación.

—¿Cómo que no vas a ir? —se adelantó a preguntar Claire— esta es la fiesta de iniciación, es tremendo espectáculo y ademásss —resaltó la s con diversión y picardía—, es buena oportunidad para echar un ojo a la población que contiene este lugar.

—Entre otras cosas —bufó la mayor de las hermanas ante el comentario de su silueta idéntica—. No seas amargada, Lizzie, te la pasarás bien y si no es así, podrás venir al cuarto a la hora que desees.

Buen punto. Podría hacer acto de presencia por poco tiempo y después esfumarme.

—Vale, vale. Buscaré qué tengo por ahí —Levanté mi muñeca derecha para visualizar el reloj que reposaba en ella. La fiesta daba inicio a las 8 y apenas daban las 5, tenía el tiempo suficiente para hacer de mí una persona presentable—. Aunque tengo más que claro que ambas van a ser lo que más reluzca esta noche así que ni esfuerzos haré.

Ambas rieron ante el comentario pero claro que no intentaron negarlo. La realidad de las hermanas Presley es que sí eran lindas. No eran el tipo de chicas rubias y de ojos claros pero tenían su encanto propio entre maquillaje, conjuntos de ropa increíbles, sentido del humor y un carácter fuerte, muy fuerte.

—Nosotras empezaremos desde ya y tú deberías hacerlo del mismo modo —sentenció la mayor de las hermanas escaneando mi flojo cuerpo tumbado en el sofá cubierto apenas y por un pijama de felpa.

Dicho aquello, ambas desaparecieron por sus respectivas puertas y decidí imitarlas.

Me dirigí a mi habitación y pausé el paso en cuanto estuve frente a las puertas del armario. Abrí el mismo dejando ver las opciones de prendas que se apretaban entre sí en las divisiones y en las percheras.

Ojeé cada cosa detenidamente hasta que di, con lo que creí, que sería un atuendo apropiado. Con aquel en manos, me encaminé al baño dejando todo sobre la taza del váter. Me despojé del pijama entrando casi de inmediato a la ducha para así abrir la llave y dejar que el agua fría cayera en mí.

Luego de un largo baño, salí de la ducha envolviendo mi cuerpo en una toalla. Me posicioné en frente del espejo al tiempo que tomaba un cepillo entre manos y lo pasaba con cuidado por las hebras húmedas de mi platinado cabello. En cuanto mi melena estuvo desenredada y presentable, decidí comenzar a vestirme en lo que se secaba. Tomé el vestido celeste deslizándolo por mi cuerpo. En realidad no me quedaba mal, se ajustaba al cuerpo debidamente resaltando las curvaturas que poseía y me llegaba hasta la mitad de los muslos, nada muy revelador. Me calcé con unas deportivas blancas y finalmente me cubrí con una chaqueta de jean, casi de la misma tonalidad del vestido para que no saliese de conjunto.

En cuanto estuve lista, salí del cuarto del baño encontrándome con dos gemelas perfectamente arregladas y listas.

Blair llevaba un short amarillo junto a  una camisa de tirantes delgados negra, sus pies se veían decorados por unas balerinas de la misma tonalidad del short. Por otro lado, Claire llevaba una falda a cuadros azul pegada a mitad del muslo junto a una camisa, del mismo estilo de su hermana, pero en blanco, haciendo juego con unos zapatos marino. Lo único que parecían haber compartido era el gloss rojizo que decoraba los pares de labios.

—No te ves para nada mal, Knight —comentó Blair con aquella mirada aprobatoria—. Nosotras iremos tomando camino. Queremos asaltar los panecillos de la cafetería antes de ir a la fiesta.

—Si se te ocurre escapar de nosotras y no ir, nos veremos en la obligación de sacarte a rastras —sentenció Claire antes de salir con su hermana del apartamento, cerrando la puerta tras ellas.

Solté un bufido antes de volver a mi habitación en donde tomé mi celular, desconectándolo del cable que se encargaba de darle carga.

Revisé rápidamente la barra de mensajes encontrándome con dos provenientes de Ian. Los abrí casi de inmediato.

Estoy en modo fiesta y
espero que tú también, Elizabeth.

Esta noche no me vas a
evitar conocer a las gemelas,
¿Qué tal eso?

Rodé los ojos y comencé a teclear mi respuesta.

No puedo creer que de todas
las chicas que puedan existir en
este lugar, quieras follarte justo
a mis compañeras de cuarto.

Son gemelas, eso lo hace
exótico y tentador.

                      No tienes remedio, Bennet.

Guardé el móvil y las llaves del apartamento en el abrigo que llevaba puesto para salir del lugar en camino al piso de Ian, puesto que no planeaba llegar sola a la dichosa fiesta.

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Blair Presley en multimedia. Nótese la obsesión por GG.

Poison.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora