Frío, era frío y la respiración se me cortaba, todo a mi alrededor no tenía forma, mientras corría para encontrar ese edificio, esa azotea, ese en que contamos historias hasta que el frío del invierno nos tocara los huesos. Ese que con simplemente una fogata se calentaba el alma. Ese en que las risas lo eran todo, el que con mucha compañía o con poca era lo mejor. Ese en el que muchas veces escribíamos nuestra historia y nuestros sueños cuidadosamente. Y ahora lo busco, con la nariz helada, con las manos en puños corriendo, esas cuadras que eran de colores. Plateado y alto tanto que se disipa con la neblina gris. Una puerta pesada la empujó hasta entrar a esté lugar que muchas veces se oían eran carcajadas y chistes sin sentido. Y esas escaleras que más de una vez alguien se resbaló por lo húmedo de las botas. Esas en las que corrimos a ver el amanecer para comenzar el día con algo de luz de verdad. Tantos pisos y cada uno con una historia, cada uno con risas, dolor, pena, ansías, realidades, y ficción. Tantas cosas que la azotea parece más lejana que nunca.
Estoy exhausto tanto que me cuesta controlar mi respiración y el frío me seca la garganta. Pero esa puerta verde entre abierta me dice que hay esperanza, que está historia perfectamente escrita no se volverá mito. La silueta más persistente en mi cabeza está aquí parada cerca de la orilla de la azotea. ¿Que haces? ¿Que piensas hacer? Esas son las únicas preguntas que rondean por mi mente. Me acerco hasta quedar a 4 pasos de ella. Su cabello largo se mueve con la brisa fría de este invierno y sus ojos que siempre me sonrieron se ven cansados y dudosos como si no supiera que hacer y solo quisiera correr.
Tuvimos historia y ahora parece que todo se va por esta azotea donde empezó todo. Parece que ella ya lo tiró, pero no puedo dejarlo así, no, no quiero que esto termine haci quiero que dure más, que todos esos planes y esas esperanzas sigan en pie. Estoy consiente que no hice muchas cosas y que otras las pude hacer mejor. Pero no puedo dejar que esta historia termine. Da un paso adelante y mira fijo hacia la puerta verde. Sin pensarlo dos veces estiro mi brazo y la jalo hacia mi pecho, porque se que si ella se va, esto va a hacer como si nunca hubiera existió, como si hubiera sido un sueño que se te olvida en la mañana.
Huelo su cabello y me recuerda que quiero seguir escribiendo esta historia, donde siempre hubo risas y muchas emosiones que hacen especial todo. Quiero seguir escribiendola a la antigua con pluma y tinta.