O1

1K 78 18
                                    

¿Cuántas personas había reunidas aquí?

Probablemente 40 o 50. No lo sé.

Papá había organizado la reunión. Tal y como lo hacía aquellas veces en las que termina de cerrar un trató para un negocio con un nuevo socio. Mi papá es un empresario que quiere expandir la Han Hong Lottery a países de primer mundo en Europa y posiblemente a Estados Unidos. A él, le encantaba hacer fiestas y llevar una vida lujosa, definitivamente seré igual que él cuando termine de graduarme, que solo faltan dos años para recibir aquel título que tanto tiempo anhelaba tener.

Ser una empresaria estaba en manos. Desde pequeña mis papás me han enseñado bastante sobre aquel oficio. Las cuentas las dominaba a la perfección al igual que el liderazgo entre otras cosas más. He estado metida en todo esto de los negocios desde que nací. Es más, cuando mis papás me decían que me comprarían algún juguete, pedí muchísimas veces una caja registradora en vez de barbies o carritos. Amaba jugar con dinero –billetes falsos–, o qué era rica y en mi bolso tenía una infinidad de billetes guardados. Sin duda alguna lucharía sin descanso algún por cumplir ese sueño. Aquel sueño qué será recordado siempre hasta que se cumpla. El tener una empresa. Ser una gran empresaria como era mi padre y mi tía Jisoo. Hasta ¿por qué no? Ser una magnate.

El ambiente era pesado. Muchos hombres con sumo poder estaban por todo el lugar acompañados de sus esposas. Todos lucian intimidantes. Con trajes carísimos y joyería ostentosa decorando su piel y haciendo juego con su vestimenta.

Estaba desde las escaleras observando el lugar con una copa de champagne que había cogido de los camareros que caminaban por el lugar ofreciendo snacks y bebidos cómo era debido. Me gustaba ver desde arriba como las personas se la pasaban muy bien platicando con otras y disfrutando de la música jazz de fondo y juegos de azar apostando grandes cantidades de dinero, aún que en Corea sea algo indebido apostar, mi familia juntos a los demás comensales se las arreglaban para no ser descubiertos. No me consideraba una persona al igual que el resto. Era todo lo contrario. A mí me gustaba realmente estar en silencio o estar rodeada de seres queridos. No disfrutaba mucho lugares así. Pero ¿que podía hacer?

—Hija, ¿que haces aquí? —era mi madre, quién subía cuidadosamente las escaleras, alzando un poco de su largo vestido para evitar caerse —La fiesta es allá abajo.

—Pero mamá... —reproché mientras ella me miraba con cierta amenaza. A veces me era imposible retar a mamá.

—Nada de peros —dijo mientras me tomaba la mano para poder irme con ella—, hay alguien que quiere hablar contigo.

—¿Quién hablaría conmigo, justo ahora?

—Ya lo verás.

Con cara de muy pocos amigos, llegué con mamá a un rincón de la casa. Ahí estaba el señor y la señora Park.

—Buenas noches señorita Eun Jin —saludó cordialmente el señor Park.

—Buenas noches. ¿Están disfrutando de la fiesta?

—Oh sí, tu padre nunca deja de sorprender —espetó la señora Park, antes de beber de su champagne —Veo que usted no se la está pasando tan bien.

—La verdad es que...

Antes de responder mi mamá me había dado discretamente un codazo. La miré frunciendo el entrecejo y ella me dió una mirada de pocos amigos. Entonces sonreí falsamente ante los señores Park.

—Sí, me la estoy pasando fenomenal—mentí.

—Ah señorita Eun Jin, no hace falta mentir... —carcajeó ella—, todos sabemos que usted no es amante de este tipo de cosas.

Mr. Kim + 18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora