Aunque no entendió por qué se lo pedí, Coral ya no me mostró otra de esas notas que escondían un amor que a mí me daba pavor.
Pero un día fue demasiado para mí. Me atormentaban demonios que nunca pedí. Y entonces se lo dije todo. Absolutamente todo.
Le mostré las notas que guardaba en el cajón y aquella libreta con las hojas arrugadas con lágrimas que derramé por montón. Ella era mi amiga, mi verdadera familia, y veía cómo se alejaba poco a poco de mi lado.
Pero no quise detenerla. No quería ser egoísta como ellos, como todos aquellos que conocí desde siempre en mi vida.
Si Coral, aquel pequeño y único sol que había en mi vida iba a ser feliz, yo me acostumbraría a la compañía de la luna y a todas sus caras, aquellas que cambian casi tanto como mis emociones estos últimos meses.
Haría todo para que Coral pudiera sentirse amada y querida por aquel romántico muchacho, por aquel príncipe que enviaba notas cursis en hojas de cuadernos de matemáticas. Aunque eso me rompiera por dentro, consumida entre secretos y pavores.
Quería salvarla, pero no me creía capaz de hacer de heroína, no era más que un extra dentro de esa historia después de todo. No era la protagonista que salvaba el día, sino que con resignación, veía todo a la distancia. Era yo, no ella. Era sólo la testigo de un romance cliché.
Hasta que ya no lo fuí.
Porque hablé lo que sabía y que el tiempo me juzgara y me castigara por romper una ilusión, pero lo que menos quería era dañar a mi amiga por callar debido al terror.
~Sofía.
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Sólo la testigo de un romance cliché.
Teen FictionEstoy de pie cerca de las bancas del patio, ellos en la cancha son el centro de atención. Veo cómo Mark acuna su rostro entre sus manos, acercándose poco a poco hasta que rozan sus labios. Algo descolocada escucho los vítores y gritos de nuestros co...