¡A dedicarnos sonrisas!

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El día está gris. El Sol casi sin deseos, las nubes muy unida, un calor insoportable y la lluvia sin intenciones de aparecer para calmar las altas temperaturas.

Ella, yace en el piso de su cuarto, tratando que el contacto de su piel y el piso la refresque o al menos la calme. Acostada de lado, en posición fetal, apoya la cabeza sobre su mano derecha y con la izquierda acaricia su pelvis, como quien busca calmar a un animal adolorido.

Una vez al mes ella sufría aquel incesante malestar, todos los meses, una vez, desde sus doce años y aún con 20 no había encontrado un medicamento, ritual o táctica mental para contener las lágrimas, los retortijones, los cólicos, las ganas de estar vacía y los sueños impuestos con tal de olvidarse a ratos de aquellas montañas rusas de dolor que la hacían enfermar, no permitían que las comidas duraran mucho tiempo en su estómago y la llevaba del frío al calor n minutos.

Allí tirada, negada a responder cualquier llamado, no respondió a ningún intento de charla de su familia, no murmuró, ni habló, solo contenía las lágrimas, los cólicos, las ganas de estar vacía.

Cerró los ojos y una vez más se obligó a conciliar el sueño, convencida de que era una alternativa para enfrentar la inminente jaqueca. Se durmió.

"Antecedentes"

Abrió los ojos y se encontró en el centro de un largo pasillo de baldosas blancas y paredes verdes, se dirigió hasta el final percatándose de un pasillo adyacente, dobló y para su sorpresa divisó, no muy lejos, a su madre.

Su progenitora vestía un overol de trabajo, impoluta como de costumbre, pero con el rostro desencajado. Con la intención de descubrir que le sucedía a su madre se acercó con rapidez y antes de rozarla se le desplomó en sus brazos. Gritó pero en un sueño tan solitario nadie la escuchó, trato de levantarla como pudo y en su desesperación dejo de sentir aquel peso sobre sus manos.

Un cambio brusco de escenario la llevo a un consultorio médico en el que su madre había despertado y decía que los ovarios la estaba matando minutos antes de aquel desmayo.

Herencia, inevitable consecuencia que responde a la máxima de "o todo o nada", lo bueno y lo regular ha de ser aceptado como palabra de orden, porque hay legados que no pueden ser evitados.

"Proyección"

Alguien la besaba con intensidad, la acariciaba con una dulzura inesperada. Se sentía sensual, acogida, excitada. Besó a esa persona con tanto gusto que no prestó atención a su rostro ausente, solo se percató de un lunar en el pecho, solo eso, alguna idea se hizo y envuelta en placer, siguió.

Aquel juego romántico continuó hasta que aquella persona desconocida se permitió acariciarle el pecho, pero brincó de dolor.

Perdió de vista aquella escena y se encontró en la orilla de un mar de aguas rojas, caliente, tanto que sentía su sangre hervir dentro de sus venas. Entró en aquellas aguas turbias, se empapó y dejándose flotar fue consciente de su peso, de su movilidad y avanzó.

Paró al tropezar con ella misma, sí, con una imagen idéntica a ella. Atrevida observó aquel hallazgo, la rozó buscando vitalidad y no la encontró.

La recorrió, le hizo cosquillas, la besó, la pellizcó, le hizo un chiste pero no obtuvo ninguna respuesta, ni física ni verbal de su gemela inamovible.

Entonces se percató de una nota que colgaba a la altura de su muslo derecho que decía: "He puesto mi vida en pausa porque estoy 'en mis días' esta es mi manera de sobrevivir para no quedarme por dentro vacía".

Al levantar la vista miró a su semejante y esta le hizo un guiño tan inesperado que la sonante reaccionó con un grito y pasos en reversa hasta caer sentada en la arena de una playa desierta donde quedó sola, con su malestar.

"Realidad"

Abrió los ojos y se descubrió llorando, envuelta en sollozos, temblorosa y sudando. Se estiró mirando al techo como buscando conversación con el bombillo que encandilaba sus ojos. Allí repasó aquel sueño heterogéneo.

Pensó, ¿seguir o cambiar?¿atreverse o descansar?¿enfrentarse o aguantar? La jaqueca había llegado, la ansiedad quería hacer su entrada triunfal acelerando los latidos de su corazón. Llevó ambas manos al pecho, respiró profundamente, apretó los ojos y repitió a sus adentros "la menstruación no es una enfermedad", la susurró, casi la gritó.

Se vio agarrando a su madre, besando a aquella persona, entrando en aquel mar rojo aunque quemaba, su gemela inmóvil que no parecía persona, la soledad en aquella Isla desierta y como quien se reconcilia con su mente se levantó.

Se estiró y se miró al espejo. En aquel momento pensó en lo difícil que seria dibujarse y hasta en que podía cambiar su ánimo vistiendo de amarillo, sonrió y encontró paz en aquella fortaleza comedida, en el solo esfuerzo cumplido de estar de pie y sonriendo.

Soltó una carcajada para canalizar su risa y disfrutó de su cambio.

"Moraleja"

Cuando tus antecedentes justifiquen una herencia irreversible no te proyectos inamovible, atrévete a cambiar tu realidad, sí se puede, porque es tan agradecida que puede ser transformada con dedicarnos al menos una sonrisa.

Cuando inspira el feminismo. Relatos en tonos violetasWhere stories live. Discover now