Según recordaba Baekhyun, la puerta siempre había estado cerrada. Con sus trece años de vida, él había pensado a diario sobre esa puerta que se alzaba en medio del pasillo que debía recorrer camino a su habitación.
Cada vez que caminaba delante de ella, una sensación extraña le recorría el cuerpo, como si pudiera sentirse observado desde el otro lado, tal vez por la mirilla de la cerradura.
Muchas veces acabó girándose rápido, de repente, con la intención de ver quién estaba espiándolo, pero solo se encontraba con la puerta cerrada. Y sin embargo, él podía jurar que algo estuvo ahí, que ahora había desaparecido y que el vacío que lo envolvía era reciente.
Con el tiempo la presencia de la puerta y lo que causaba en él fue haciendo mella en los nervios de Baekhyun. Podían ser algunos ahogos y repentinos ataques de asma. Con los meses, ese miedo se fue convirtiendo en uno ciego y sin sentido, llegando al extremo de ni siquiera poder dirigir la mirada hacia donde se encontraba la causa de su tormento. Hasta que esa sensación mortificante se convirtió, finalmente, en puro terror. Sudores fríos le recorrían la piel cuando debía pasar frente a la condenada puerta. Y cuando llegaba a su habitación se tiraba en la cama, horrorizado y con taquicardia, ocultándose bajo las sábanas.
Pero todo eso ya había terminado.
"Ya no voy a tener más miedo", se dijo una noche Baekhyun parado frente al corredor que se extendía frente a él, desafiante.
Cuando comenzó a caminar hacia la puerta sabía que no debía mirar hacia atrás, porque… No sabía más que eso, pero lo sabía, y comenzó a caminar con decisión, con los ojos fijos en el fondo del oscuro pasillo. Al fin, cuando llegó hasta la puerta y se detuvo frente a ella. La puerta pesada se abrió lentamente y sin ruido, apenas unos centímetros, mostrando el interior de una alcoba en sombras.
Baekhyun estaba de pie, bañado por la luz tenue del pasillo, cuando sintió que algo se agitaba en el silencio que lo rodeaba, y desde la oscuridad profunda que se percibía a través de la puerta entreabierta, brotó la voz:
— Hola, Baekhyun.
La voz era ronca y muy lenta, pero se oía amable. Por alguna razón, esto lo desconcertó.
Finalmente, la obsesión que lo había martirizado durante tantos años, ahora estaba frente a él. Baekhyun sintió que su corazón se hacía pequeño y duro como una piedra y los músculos se le contrajeron en un espasmo helado. Sin embargo, no sentía miedo. Sabía que estaba a punto de tener una revelación por la que había esperado mucho tiempo.
Con el mismo tono parsimonioso, la voz prosiguió:
— No tengas miedo, Baekhyun. Sé cómo te sientes y no te culpo, estás en todo tu derecho. Conozco perfectamente por todo lo que has pasado. Sé cuales son tus sentimientos –dijo la voz sin inflexión y luego, con tono cómplice, agregó–: Esos chicos en la escuela no te tratan muy bien ¿verdad? Te molestan, se burlan de ti. "El callado Byun". No te gusta que te llamen así ¿o no?
— No, no me gusta –respondió Baekhyun negando con la cabeza.
— Y esa maestra fastidiándote a diario –continuó la voz–, siempre te hace quedar mal frente a tus compañeros, con sus teoremas y geografía, con sus libritos y su cabello estirado. Esa bruja con cara de sapo debería reventar ¿eh, pequeño?
— Sí... Debería reventar –repitió Baekhyun, estando una tímida risita y sintiendo que entre él y la voz había un vínculo especial, como si se conocieran desde siempre.
La voz hizo una pausa y él se quedó repasando las últimas palabras sin quitar los ojos de la puerta. Luego, la voz rompió el silencio bruscamente, pero ahora se había vuelto ronca y distante:
— Pero eso no es nada comparado con... lo otro ¿verdad? Lo otro, pequeño.
— ¿Qu... qué otro? –alcanzó a decir el niño en un susurro apagado.
— Vamos, Baekkie, tú no tienes la culpa de nada. Tú no tienes la culpa de que tu padre haya perdido el brazo en ese accidente, y de que se haya perdido en la bebida, el muy bastardo.
La cabeza de Baekhyun comenzó a dar vueltas en un torbellino de imágenes difusas que lo llenaban de espanto. Esa voz que hablaba desde las tinieblas había removido un pantano de aguas convulsas en el que naufragaba en sus largas noches de insomnio.
La voz insistió:
— El cobarde de tu padre no debería descargarse contigo por ser un borracho mediocre, un bueno para nada. Ese maldito no debería golpearte, pequeño.
— No debería golpearme –repitió él, como un eco.
Bajando un poco el volumen, pero acercándose, como quien se dispone a compartir un secreto, la voz dijo:
— Sé lo que estás pensando, pequeño, y te entiendo. El mundo es un lugar extraño y confuso. El mundo está lleno de habitaciones cerradas y el dolor... El dolor siempre está cerca.
La voz calló de pronto y dejó que el silencio hablara por sí mismo. Al cabo de un lapso de tiempo, la voz volvió a vibrar en el aire y, retomando un tono cómplice, agregó:
— Yo te puedo librar de todo eso, pequeño.
Baekhyun aguantó la respiración cuando desde la sombras un rostro pálido se asomó, sus ojos eran más oscuros que el interior de la habitación. Y su boca, que ampliada en una sonrisa, enseñaba sus blancos dientes. Baekhyun juró ver colmillos asomándose entre aquellos labios, pero el rostro rápidamente volvió a hundirse en la oscuridad. En cambio, una mano pálida y de largos dedos sumergió desde las sombras.
—¿C… cómo te llamas? —Fue todo lo que pudo preguntar el pequeño.
—Poseo muchos nombres, Baekkie. Pero puedes llamarme Chanyeol, seré Chanyeol para ti. Ahora somos amigos… ven.
Baekhyun extendió su pequeña mano y la deslizó sobre la otra, sintiendo el frío de su tacto. Se dijo que era su amigo, no debía temer. El helado pulgar de Chanyeol le acarició el dorso de su mano, estirando suave de la misma para atraerlo hacia el interior de la habitación.
— ¡Baekhyun! Estoy llamándote, ven aquí ahora mismo. — La repentina aparición de la enfurecida voz de su madre le sobresaltó, haciéndole retroceder.
Cuando volvió a mirar hacia la habitación, la puerta yacía cerrada y silenciosa. Chanyeol ya no estaba ahí.
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Detrás de la puerta.
ParanormálníDe pequeño Baekhyun siempre le tuvo miedo a la puerta al final del corredor. Según recordaba, la puerta siempre había estado cerrada.