Prólogo M
E GUSTARÍA DAR LAS GRACIAS a los miles de lectores que han mostrado su reconocimiento a mi primer libro, El caballero de la armadura oxidada. Asimismo, agradezco las innumerables cartas que he recibido, tanto de hombres, como de mujeres y niños, en las que me explicaban detenidamente el impacto que El caballero había tenido en sus vidas.
La obra, sin duda alguna, ha tenido un gran impacto también en mi vida. Escribir este libro ha constituido una experiencia, o, para ser más preciso, una aventura. Gracias a él he podido conocer a gente maravillosa tanto por carta, como por teléfono o en persona, lo cual nunca hubiera sido posible de otro modo. Algunas de esas experiencias las comparto contigo, lector.
5
Un psicólogo de Los Ángeles me comunicó que El caballero había evitado que uno de sus pacientes más ancianos se suicidara.
Recibí cartas de diversos directores de clínicas psiquiátricas de Estados Unidos en las que me informaban de que El caballero formaba parte de su programa asistencial para que los pacientes recuperaran la salud física, mental y emocional.
Muchas de las cartas más gratificantes pertenecen a niños a partir de los nueve años que me escriben para comentarme lo que ha significado el libro para ellos y cómo les ha cambiado la vida. Una niña de diez años de Ontario me escribió para decirme que antes de leer el libro creía que en su vida todo le iba a ir de maravilla, pero que ahora sabía que quizás no iba a ser así, aunque lo iba a aceptar de igual grado. También comentaba que El caballero le había hecho darse cuenta de que sólo gracias al silencio podría descubrir quién era.
La carta me llenó de alegría, y fantaseé pensando que me hubiera gustado leer el libro cuando tenía diez años. Mi ascensión a la montaña hubiera resultado mucho más fácil.
También me gratificó enormemente saber que catedráticos, psicólogos y terapeutas han utilizado El caballero de la armadura oxidada como herramienta principal en sus talleres y terapias.
Muchos lectores me han preguntado por qué no le había dado un nombre al Caballero. La razón es
que todos nosotros, tanto hombres como mujeres, somos Caballeros que vamos en busca de la alegría, el amor, la felicidad y la libertad.
Como recordaréis si habéis leído el libro, el Caballero se permitió caer en un interminable abismo, superar el miedo y el terror, aprender a perdonarse a sí mismo y a los demás, y todo ello le condujo a la cima de la montaña donde se desprendió de lo que quedaba de su armadura.
Tras experimentar esta primera renuncia, creí que lo había logrado. Ahora Dios y yo íbamos a ser uno solo. Pasaría el rato con Él, nos conoceríamos y nos tutearíamos.
Esperaba que mi vida fuera un camino largo y sencillo, de completa felicidad. Pero en su lugar descubrí que, aunque pudiera acariciar la alegría y la felicidad con más frecuencia y más profundidad que nunca, no podía mantener ninguna de las dos cosas. Y, por mucho que mi vida fuera más fácil, no era por completo sencilla. La sensación de haberlo conseguido se vio reforzada a través de los cientos de lectores que reconocían amablemente el impacto que mi libro había tenido en sus vidas. Las ovaciones que recibía cuando hablaba en público (lo hacía donde había más de dos personas reunidas) hicieron que me sintiera todavía más seguro de haber logrado la maestría en la vida. Disfruté de esta radiante gloria lo suficiente como para adquirir un bronceado cósmico. Tardé un tiempo en darme cuenta de
que me estaba convirtiendo en la imagen de lo que la gente creía que debía ser: un Caballero bueno, generoso y amoroso que había escrito un libro muy útil. Pero tardé más tiempo aún en darme cuenta de que ya no estaba oyendo la voz que me había dictado el libro. Tardé incluso mucho más en descubrir que la razón por la cual no oía la voz era porque no escuchaba. En pocas palabras, yo mismo me había proporcionado una sobredosis de arrogancia espiritual. No estaba manteniendo la paz, la dicha, el amor y la felicidad durante largos períodos de tiempo. Si el camino resultaba muy duro, me retiraba una vez más a la armadura de mi ego para sobrevivir. En realidad, me irritó darme cuenta de que la vida no era más fácil, sino tan sólo más sutil.
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❝EL REGRESO DEL CABALLERO DE LA ARMADURA OXIDADA❞
PoetryEL REGRESO DEL CABALLERO DE LA ARMADURA OXIDADA 『Robert Fisher』 1.a edición: abril de 2010 Título original: The Knight in Rusty Armour - Part II Traducción: Joana Delgado Maquetación: Mariana Muñoz Oviedo Corrección: M.aÁngeles Olivera © 2010, Rober...